J M HERMOSO

"los conflictos sociales no se resuelven con expulsiones masivas ni con discursos odiosos

2025-07-27

Torre Pacheco

En Torre Pacheco, municipio del sureste de España, situado en la Región de Murcia, conviven personas de 96 nacionalidades. Un 31% de su población es migrante. Esto, lejos de ser un problema, es un reflejo de un mundo interconectado, de comunidades diversas que intentan vivir en paz. Sin embargo, la convivencia se está viendo amenazada por discursos de odio que ganan espacio en redes sociales y en las calles.

Expresiones como “a la caza del moro” o “moro de mierda, vete a tu país” no son simples insultos: son la punta del iceberg de una estructura internacional que propaga el racismo. Grupos organizados y redes supremacistas utilizan las plataformas digitales como una barra libre del odio, donde bulos y desinformación se viralizan sin filtros. Este fenómeno no es exclusivo de Torre Pacheco, pero aquí se siente de forma cruda.

Se culpa a los migrantes de problemas económicos, de la inseguridad, incluso del deterioro de los servicios públicos. Es un relato cómodo para quienes buscan un enemigo externo. Algunos políticos, conscientes, alimentan esta narrativa. Y cuando los medios de comunicación intentan informar sobre lo que sucede, sufren acoso e intentos de silenciarlos. La intolerancia de la ultraderecha no quiere que se sepa la verdad porque les rompe el relato.  La intolerancia no quiere testigos ni preguntas incómodas.

Pero hay que ser claros: los conflictos sociales no se resuelven con expulsiones masivas ni con discursos odiosos. Hablar de “expulsar a 8 millones de migrantes” en un país construido históricamente sobre migraciones es una contradicción peligrosa. Es también un retroceso en derechos humanos y una amenaza a los valores democráticos que Europa dice defender.

Sí, existen retos: límites en los derechos, trabajos precarios, condiciones económicas difíciles, falta de vivienda… Pero señalar a comunidades enteras como culpables es abrir la puerta a la violencia. Es caer en lo peor de la condición humana.

La mayoría de la gente en Torre Pacheco quiere lo mismo que el resto del país: paz, convivencia, y un futuro donde no haya que elegir entre defender España y respetar a quienes la habitan. La defensa de España no puede estar reñida con los valores democráticos. Al contrario: respetar los derechos de todos —sin importar su origen— es la única forma digna de defender lo que somos.

Porque defender España debería significar defender también los derechos humanos.

Ante el ruido de las redes y la incitación al odio, el desafío es claro: proteger la convivencia y frenar el racismo cultural, ese nuevo paradigma que amenaza con normalizar lo intolerable. La respuesta debe ser firme pero humanista. Porque los discursos odiosos solo llevan a sociedades rotas que son plagadas de peligros.

Hay que elegir entre convivir o dividir. Y la convivencia, aunque exige esfuerzo, siempre será el camino más humano.


 

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