J M HERMOSO 

"¿Cómo se genera la ‘antropofagia’ comercial?

2024-09-22

 

‘Antropofagia’ comercial

 

No es posible una ciudad sin comercio. Comercio y ciudad se necesitan.

 

Aquel comercio de Jaén.

 

Furnieles, en la Plaza de los Jardinillos; Casa Almansa, en la Calle Ramón y Cajal; Supermercado Pérez, en la Plaza de las Palmeras; La Pilarica, en Bernabé Soriano; Casa Pili, en la Calle Tiro Nacional; La Meca de los Pantalones, en la Calle Ignacio Figueroa; Electrodomésticos Manuel León, en la Plaza San Ildefonso; Tejidos Montes, en la Plaza de la Audiencia; Perfumería Isacc, en Paseo de la Estación; Almacenes Cubero, en la Calle Virgen de la Capilla; El Corte Italiano, en la Calle Madre Soledad Torres Acosta con el Paseo de la Estación; El Azafranero, en el Callejón de las Uvas; Librería Santo Rostro, en la Calle Bernabé Soriano; Casa Brígido, en la Calle Espartería; Comestibles Santiago Cano, en la Plaza San Ildefonso; Pioneros, en la Puerta Barrera; Muebles Lozano, en Calle Maestra; … En estos establecimientos tradicionales mencionados se practicaba un consumo racional, con venta asistida, atendiendo al cliente con un trato humano y especializado.

 

El Desmoronamiento de ‘La Loma’.

 

¿Cómo se genera la ‘antropofagia’ comercial?

¿Es la propia sinergia del consumo, la competencia, o acaso es el insaciable apego a la especulación?

Quienes conocen mis reflexiones u opiniones sobre la distribución comercial, de sobra saben, que, en mi ADN, por la coherencia de mis vivencias, no está defender a las grandes cadenas de distribución comercial. Soy un romántico del pequeño comercio tradicional, de la economía social.

Aun así, a veces, me veo obligado a visitar alguno de estos grandes establecimientos en busca del producto que ya no encuentro en el pequeño comercio local, del lugar en el que resido, o de otros lugares cercanos. Y ha sido en una de esas visitas que me adentré en ‘La Loma’ en busca de ese producto… Confieso que sufrí un gran impacto al entrar a la galería comercial —por la puerta de los cines— hasta llegar a la tienda de Deportes Decimas. Desolador, deprimente… ¿Qué había ocurrido (…)? Vislumbré, ‘antropofagia’ comercial.

Jaén, ese pueblo grande que en el siglo XXI sigue aspirando a ser ciudad.

Ser o no ser, no es cuestión de cantidad, sino de mentalidad. Entre otros, cabe destacar sus dos centros comerciales de la periferia. ‘La loma’, que abrió sus puertas allá por el 1992, y el ‘Jaén Plaza’ recién abierto. Ya que para jaeneros y jiennenses parece ser —centros comerciales— la variable principal que otorga el título de ciudad al espacio usual que habitan. Ese afán torticero ha hecho de ‘La loma’ y el ‘Jaén Plaza’ un totum revolutum que comparten decadencia y florecimiento. Un binomio provocado por temerarios políticos destructores que gestionan Jaén.

 

El pez grande se come al chico —se comió todos los establecimientos mencionados al comienzo de este artículo—; ahora, el grande se está comiendo así mismo —‘La Loma’—.

 

Tal vez Jaén, nunca debiera haber permitido dar la espalda a su potente comercio tradicional, en pro de los centros comerciales. Tal vez, Jaén, nunca debiera haber permitido dar su gobierno a esos temerarios políticos destructores. De no haber sido así, hoy, Jaén, no estaría en esa encrucijada decadente-floreciente. Generadora de una deriva de desprecio y despilfarro.

Desprecio a lo construido hace 32 años —‘La Loma’— con el simple capricho de trasladar sus tiendas a otro espacio nuevo creado a escasos metros.

Despilfarro en lo recientemente construido —Jaén Plaza— estrangulando la expansión física de la Universidad de Jaén.

Cualquier núcleo poblacional no tiene capacidad ni está preparado para albergar las cuantiosas tiendas de las grandes cadenas de distribución comercial.

Por lo tanto. No es una cuestión de tamaño —grande o pequeño— del núcleo poblacional aspirante. Es una cuestión de pura economía, de poder adquisitivo, de mentalidad… de sus ciudadanos y sus políticos. Entiéndase que en esta cuestión de Jaén hablamos de crecimiento. No de expansión-desplazamiento. No de destrucción. No de especulación.

 

Desidia y enriquecimiento despiadado.

 

Aquí, en este artículo, se recogen algunas de las claves del porqué Jaén sigue aspirando a ser ciudad.

Aquí se señala a quienes Jaén les importa un carajo.

Aquí se marca la tristeza de ver el desmoronamiento —el romper— algo que estaba en pie, como otras muchas cosas rotas, destruidas a conciencia en Jaén —‘Teatro Cervantes’, ‘Restos Arqueológicos en Marroquíes Bajos’…—.

 

Simplemente, porque los vecinos y los políticos —cada vez más alejados de lo humano— desde sus gestos cómplices de lo doloso no cuidan de Jaén. Talmente, porque no lo quieren.


 

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