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2023-12-17
Escuelas Wara Wara
Sierra Leona fue conocida durante mucho tiempo como “La tumba del hombre blanco” por su feroz resistencia a la colonización y por las duras condiciones a las que se enfrentaban los europeos en el corazón de sus selvas. Esa misma ferocidad surgió décadas después cuando la población se enfrentó a largas y violentas guerras civiles donde las violaciones de los Derechos Humanos se convirtieron en hecho diario. Miles de niños fueron obligados a convertirse en niños soldados y esclavos sexuales, dejando un rastro de traumas que aun las oenegés y las escuelas misioneras tratan de sanar. La mutilación de manos fue otra de las armas utilizadas por los grupos armados para aterrorizar a los civiles. Hordas de niños drogados arrasaban poblados inocentes en una orgía de sangre y violencia. Hoy Sierra Leona trata de salir adelante gracias a una nueva cultura del perdón. Aunque el hecho de ser uno de los países más pobres del mundo, poco ayuda. Dos tercios de su población en edad de trabajar se dedica a la agricultura de subsistencia, principalmente al cultivo de la mandioca, cítricos y aceite de palma. De sus aguas se extraen 144.500 toneladas de pescado que se destinan a los mercados europeos sin que nada quede en el país. Es uno de los mayores exportadores de diamantes del mundo, aunque más del 50 % sale de forma clandestina hasta Liberia, desde donde ingresan en el mercado legal gracias a un complejo sistema creado por las multinacionales. La bauxita y el rutilio se extraen de la recién reabierta mina de Marampa, la más grande de África y la tercera del mundo, sin que en nada repercuta en la economía de las familias que siguen soportando altísimos niveles de desnutrición y analfabetismo. Para contribuir al desarrollo de este país, desde hace años, una pareja de españoles, conocidos como Coco y Bárbara, construyen escuelas para niños
con la ayuda de las comunidades que han comprendido que solo la educación de sus hijos podrá cambiar su futuro.
Marcos Portillo de Armenteras, Coco, llegó a Sierra Leona el primero de mayo de 2008 tras pasar una temporada en India, donde trabajó en una casa para moribundos, y desde ese primer día cayó atrapado por África. Su primera escuela la construyó con el apoyo de Agostinos Recoletos, a raíz de esta experiencia decidió abandonar su trabajo en España y una vida cómoda para dedicarse a la construcción de escuelas, pozos, infraestructuras y mobiliario para los niños y niñas… “siempre son lo mejor, por ellos todo” … Más tarde se le unió su pareja, Bárbara, que compagina su trabajo en España con largas temporadas en Sierra Leona. Así nacieron las Escuelas Wara Wara que permite que miles de niños puedan estudiar. Siguiendo su vocación, porque estas cosas o se hacen por vocación o no se hacen, Coco y Barbara, están creando su pequeño paraíso lejos del cielo, sin dejar de despedir esa alegría única de quienes se sienten en su plenitud humana.
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