... descubrió que todo queda completamente contrarrestado cuanto trabajas con unos niños que quieren aprender, que nunca se sienten cansados y que siempre quieren saber más y más.

2023-12-31

 

Abrir los ojos

 

Elena Vico es de Jaén y acaba de regresar a casa tras pasar tres semanas en el barrio de Founi en Zanzíbar, Tanzania. Una experiencia corta, pero intensa que le ha cambiado la vida, mucho más de lo que todavía es capaz de imaginar. Ella misma admite que fue duro, pero “He vivido en un constante intercambio de cariño y generosidad que me ha hecho olvidar las condiciones en las que me encontraba. Al fin y al cabo, lo que importa y marca la diferencia son las personas que están a tu lado” dice sabiamente. Zanzíbar es un destino popular de turismo de lujo, un paraíso de aguas azul turquesa, algunos de los jardines de coral más bellos del mundo, arenas blancas y exotismo que convive con la pobreza, suciedad, corrupción, cortes de luz en los barrios pobres de hasta 10 horas diarias y un sistema educativo en el que solo el 35 % del alumnado llega a cursar secundaria. La escasez de materiales, a pesar de encontrarse a pocos metros de hoteles de lujo, la masificación de las clases (150 alumnos por aula), las bajas competencias del profesorado, son los principales lastres del sistema educativo. Un sistema basado en el inglés sin tener en cuenta que la mayoría de la población pobre habla suajili. Por ello, Elena se unió a un proyecto para apoyar a niños y niñas sin recursos a aprender inglés, para que así puedan aprobar sus exámenes y tener la posibilidad de tener un futuro. Al llegar le impactaron las calles abarrotadas de niños sin zapatos, sin apenas ropa, personas que andan de un lado para otro de la carretera esquivando los vehículos, animales libres por las calles y miles pequeños negocios callejeros que apenas sobreviven con el pescado del día, un puñado de hortalizas y algunos caramelos. Cientos de cabañas de madera construidas a los lados de la carretera sin asfaltar que rodea la isla, solo unos pocos privilegiados tienen casas construidas en algunos poblados con acceso a agua corriente una hora al día. El colegio en el que colaboró tenía tan solo 3 pizarras incrustadas en la pared como único mobiliario. El alumnado sin apenas material escolar y unos cuantos libros antiquísimos de gramática inglesa. A pesar de todo, Elena,

descubrió que todo queda completamente contrarrestado cuanto trabajas con unos niños que quieren aprender, que nunca se sienten cansados y que siempre quieren saber más y más.

Agradecidos de poder estar en un colegio dónde reciben apoyo para poder seguir estudiando. “Estando muy lejos de casa, he sentido que estos niños eran mi hogar. Es increíble enseñar a niños que tienen tantas ganas de aprender”. Al volver a España ha descubierto ese vacío que todos experimentamos al regresar a nuestro mundo consumista. La insatisfacción, la falta de encaje en este absurdo. Elena pronto descubrirá que aquellos niños le han ayudado a ver el mundo con otros ojos, a crecer como persona y a dar las gracias por las cosas realmente importantes de la vida.


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