... ante la actual situación de inestabilidad, regresa para aplicar las mismas fórmulas de otras décadas.

2024-01-28

 

El regreso de la bestia

 

El Fondo Monetario Internacional, FMI, fue creado para lograr un crecimiento y una prosperidad sostenible para los 190 países que lo integran. Promoviendo la cooperación monetaria internacional, alentando la expansión del comercio y alentando políticas que creen prosperidad para la población. Sin embargo, por lo que se le recuerda es por su papel en los años 80 y 90 en las grandes crisis económicas de los países empobrecidos del Sur. A través del Consenso de Washington impuso fórmulas neoliberales a las economías de los países más débiles que supusieron un retroceso social, trasformadas después en hambre y miseria. A pesar de la autocrítica, de entonar el mea culpa y de cambiar el tono de su discurso,

ante la actual situación de inestabilidad, regresa para aplicar las mismas fórmulas de otras décadas.

Cada vez son más los gobiernos que, al borde del abismo, declaran impagos debido a sus malas prácticas económicas y corrupción de sus dirigentes. Venden sus materias primas sin procesar a las grandes multinacionales, que son quienes se enriquecen, al mismo tiempo que se debilitan debido a la fluctuación de los precios, lo que sumado a la crisis mundial provocada por el COVID-19 y la guerra de Ucrania, crea situaciones de gran riesgo para la supervivencia de sus habitantes más vulnerables. Rusia, por ejemplo, está utilizando el grano como arma de guerra, inflamando los precios, está llevando a regiones enteras, especialmente en África, a la hambruna. Para evitar la quiebra absoluta recurren a endeudarse con fondos de internacionales como BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, o Glencore de la que ya hablé en el anterior artículo. Ahora estas y otras multinacionales son dueñas de la deuda de países enteros con los que se niegan a negociar. Y es ahí donde aparece de nuevo el FMI convertido en el guardián de no se sabe quién. De nuevo imponiendo reducciones en inversiones y servicios públicos. La sanidad y la educación están sufriendo los mayores recortes, no así al negocio de las armas tan boyante como siempre. Se imponen recortes, también, en subsidios en gasolina y electricidad que solo beneficia a los ricos y que hunden aún más en la miseria a los pobres. Se retiran las ayudas a los fertilizantes, lo que además de dañar a los agricultores humildes, provoca que países que hace poco consiguieron ser autosuficientes en producción de maíz o arroz, ahora se vean obligados a importar granos y así benefician a empresas como Glencore. De paso, se abolieron los impuestos a las multinacionales que extraen cobre, zinc, cobalto, oro o coltán de las minas, perdiéndose así la posibilidad de ingresos millonarios. Los beneficiarios de todo estos son las mismas empresas que provocan un déficit estructural en los países pobres y que estimula el endeudamiento, creando un círculo vicioso del que es difícil salir. Son tiempos difíciles para los países empobrecidos.


 

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