"Ojalá cada vez sean más abundantes hombres y mujeres como Enrique de Castro en este mundo deshumanizado, donde cada día son más necesarios para guiarnos."
2023-02-26
Hace unos días nos dejó el Padre Enrique de Castro, de la Parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías. La iglesia roja de Vallecas. El hombre que fue capaz de enfrentarse a las elites de la propia iglesia en defensa de los desfavorecidos. He aquí mi humilde homenaje.
El actual párroco, Javier Baeza, definía así a San Carlos Borromeo: “En muchas iglesias verás pobres en la puerta, en la nuestra están dentro”. Para mí, ateo como dios manda, es la mejor definición de la iglesia que entona perfectamente con la iglesia que descubrí en El Salvador, la de la Teología de la Liberación, la iglesia de los pobres. La misma de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, del Padre Rutilio Grande, Padre Palacios y los Padres Jesuitas Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martin Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno … todos ellos mártires, junto a miles de religiosos más, de la justicia social y la democracia. La que Ryszard Kapuscinski llamaba del Cristo con el fusil al hombro.
Enrique de Castro fue uno de los imprescindibles, de los que puso al ser humano en el centro y dedicó su vida a los demás en nombre de su fe. Ya desde los últimos años de la dictadura franquista destacó por su lucha por los derechos de los miles de familias que llegaban buscando un futuro en los barrios obreros. Luego llegó la droga a esos mismos barrios que acabaron por dinamitar los movimientos sociales de los jóvenes que se organizaban, así siguen denunciándolo las Madres Unidas Contra la Droga, otro movimiento que gira en torno a la Parroquia San Carlos Borromeo.
Aquella lucha fue eterna, aún sigue, pero Enrique de Castro junto a Enrique Martínez Reguera y otros muchos, se mantuvieron firmes. Buscando a los chavales en las zonas de venta y consumo, alojándolos en sus propias casas, acompañando a sus madres a la cárcel o al cementerio. “Aquel mes caían como moscas” testimoniaba el Padre Enrique en uno de sus estremecedores libros. Cuya lectura nunca dejaré de recomendar. En la época de bonanza económica llegaron los inmigrantes buscando su Eldorado y ahí estuvo su parroquia para socorrerles y defender sus derechos. Más tarde fueron las tutelas de los hijos de los pobres (como siempre), la crisis económica, los desahucios (de los pobres) y así su lucha llegó a nuestros días. Siempre los pobres, inmigrantes, MENAS, mujeres maltratadas, derechos humanos, la defensa de la salud pública y tantas luchas. Y, siempre, la Parroquia San Carlos Borromeo, la iglesia roja, la de los pobres, en el corazón de todo. Ese es el legado del Padre Enrique de Castro.
Ojalá pudiera encontrar las palabras que hagan justicia a hombres y mujeres de luz como estos de los que le he hablado. Ojalá cada vez sean más abundantes hombres y mujeres como Enrique de Castro en este mundo deshumanizado, donde cada día son más necesarios para guiarnos.
Descanse en paz Enrique de Castro, Padre, Maestro, Humano.
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