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FRANCISCO MARTÍNEZ CRIADO
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2024-08-25
Culebritas blancas
Con preocupación veo cómo se sigue normalizando el consumo de cocaína, sin pensar en las consecuencias de su tráfico ilegal. Sirva este humilde artículo para que aquellos que quieran, conozcan su trayecto. Para fabricarla se montan laboratorios clandestinos en la selva, vigilados por escuchas fuertemente armados. Las hojas de coca son cultivadas en terrazas llamadas chagras, después secadas al sol y empaquetadas en tikis, costales de 22 kilos. Se necesitan 100 kilos de hoja para conseguir cuatro de pasta. Tras la poda son tapiscadas en trocitos pequeños y pisadas en fosos con queroseno y sulfuro para obtener el clorhidrato de cocaína; de eso se ocupan los pisacocas. Después, es el turno de los poceros que procesan la hoja en grandes piscinas con sus pociones elaboradas con sal de comer, carbonato sódico, lejía y orina humana. En una segunda piscina se le añade fuel-oíl y bicarbonato. Tras otras veinticuatro horas, se le saca el agua y, mientras los químicos que acaban contaminando los ríos, las hojas son echadas en bidones de plástico donde se les añade ácido sulfúrico concentrado, gasolina y cal para que coagule, al producto resultante se le llama guarapo. Al guarapo de color crema y una vez filtrado, se le añade permanganato de potasio y amoniaco. Luego es prensado y puesto al sol, nuevamente. Una vez que se ha evaporado el agua, se obtiene la pasta de coca o cocaína base. Para poder transportarlo con más facilidad, se hacen unas bolitas llamadas bollos que son secadas con papel higiénico.
Ser descubierto por las autoridades transportando grandes cantidades de papel higiénico en las zonas de producción de cocaína, puede representar un serio inconveniente.
Una vez en la ciudad, se lleva a otros laboratorios ubicados en caletas fuertemente vigiladas de los barrios marginales. Allí, los cocineros convierten la pasta base de cocaína en cocaína cristal, C17H2NO4, es decir, convierten la pasta en polvo que se puede inhalar. Esta última cocinada se realiza con productos químicos que suponen un serio riesgo para la salud de los cocineros, por el peligro de explosión al manejarlos. Los 100 kilos originales de hoja de coca se convierten en 4 de pasta y finalmente dos de cocaína. Cada kilo y una vez cortado con harina, sacarosa, estricnina, yeso, cafeína, glucosa, lidocaína, paracetamol, benzocaína, anfetamina, formol, azúcar glas, almidón, carbonato, cenizas, cianuro, raticida, efedrina, talco, calcio para perros o vidrio molido… se puede obtener hasta tres kilos y llega a alcanzar los 45.000 euros en España. Vendida al menudeo en las calles, por los camellos y dealer, se puede conseguir hasta 122.000 euros, un 30.000 % de lo que costó en origen. De ahí el gran negocio, el más rentable del mundo, la droga perfecta para el mundo del ahora, del consumismo irresponsable en la tiranía de la imagen.
La cocaína provoca la muerte, la cocaína es la mera muerte en persona.
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