... vemos como en estas reivindicaciones existe una unidad nacional en todo el país, fuera de identitarismos territoriales y de cuestiones nacionalistas.

2024-02-11

 

La ruina del campo

 

Estamos viendo cómo los agricultores de toda España están realizando distintas medidas reivindicativas para llamar la atención sobre las dificultades que atraviesa el campo. Vemos cómo cortan carreteras y cómo organizan manifestaciones por las grandes ciudades para evidenciar el hastío y malestar generalizado en el sector.

Según lo que he podido ver y leer, las reivindicaciones van desde exigir a la UE que elimine restricciones al uso de pesticidas y que elimine exigencias ecológicas a las producciones agrícolas, o que facilite el papeleo y justificación burocrática en el cobro de ayudas o justificación ecológica de sus producciones, o que exista un mayor control de la importación de productos agrícolas de países extracomunitarios, o un mayor control en la cadena de precios, o incluso acabar con la Agenda 2030.

Y

vemos como en estas reivindicaciones existe una unidad nacional en todo el país, fuera de identitarismos territoriales y de cuestiones nacionalistas.

Están cortando carreteras desde Cataluña a Andalucía, pasando por Euskadi, Galicia, Madrid o Extremadura. Por lo que podríamos considerar que existe una unidad de criterio en cuanto al análisis que realizan sobre su sector en todo el país y sobre las reivindicaciones que exponen.

Pero hemos de recordar que las protestas españolas del sector agrícola no han sido las primeras de Europa. El primer país que comenzó con movilizaciones del sector agrícola fue Alemania, donde sus agricultores se tiraron a la calle (literalmente) y cortaron carreteras, autovías, calles, avenidas… Luego vinieron otros países como Francia, Bélgica e Italia. Y en Francia, las movilizaciones de los agricultores han tenido una clara diana: los productos españoles e italianos.

Si miran la hemeroteca, también podrán comprobar que antes que los alemanes se movilizaron en Reino Unido, aunque sus reivindicaciones estaban centradas en las consecuencias del Brexit, por lo que aunque son el mismo sector, no comparten las mismas exigencias. O eso creen ellos.

¿Y si todo el sector europeo está sufriendo de igual manera por lo mismo? ¿Y si el campo europeo está sufriendo en sus carnes las políticas nefastas aprobadas en la UE?

Nos llamaron locos a los que salimos a la calle y a hacer ruedas de prensa, llevar mociones a los ayuntamientos, charlas informativas, movilizaciones, … sobre los daños que producirían los tratados de libre comercio que iban a aprobar, y por desgracia aprobaron, en la UE con países extracomunitarios.

No era en su día un problema ni un tema que les importase a la gente, e intentamos de todas las maneras posibles llamar la atención para concienciar sobre qué lo que vendría si aprobaban esos tratados comerciales con distintos países del mundo. Recuerdo perfectamente los años 2015, 2016 y 2017 en el que manifesté en informes, ruedas de prensa, movilizaciones, declaraciones en RR. SS.… y mi organización, junto a otras muchas más, nos organizamos para intentar visibilizar el daño que haría al sector agrícola la aprobación de dichos tratados internacionales.

Y por desgracia, no nos hemos equivocado.

Los tratados internacionales de libre comercio como el TTIP o CETA han tenido una consecuencia nefasta para el campo europeo.

Estos tratados, que los socialdemócratas europeos (incluido el PSOE), los conservadores europeos (incluido el PP) y los ultraconservadores europeos (incluido VOX) votaron a favor, son la semilla de estas movilizaciones.

Los acuerdos comerciales europeos con otros países suelen necesitar muchos años para su negociación y aprobación y normalmente son grandes acuerdos donde miles de normas se juntan para favorecer a las organizaciones existentes en ambos territorios”, reflejaba VOX en su programa político que presentó para las elecciones europeas. Y ahora se alzan como máximos defensores del campo español.

Si la UE eliminó con los tratados internacionales límites y controles a los productos agrícolas de terceros países, porque lo vendieron como una oportunidad para ampliar el comercio en otros países, se te cuelan naranjas sudafricanas más baratas que las naranjas valencianas (incluso en Valencia) o aceites de oliva de Australia o Chile o cereales baratísimos de EE. UU. o carne tirada de precio de Argentina o frutas de América más baratas que la cultivada en Europa…

Porque los tratados europeos se hicieron con Canadá, EE. UU., Reino Unido, Australia, Sudáfrica… y aunque los productos que entran para competir con el mercado europeo no sean cultivados en dichos países, las empresas matrices que compran los productos en otros países lo registran como productos de estos países citados, entre otros, que sí tienen tratado comercial con la UE.

Y de ahí te vienen quejas como el precio en Europa de los productos agrícolas (ya que no pueden competir con la importación de esos productos) o que responsabilicen a las exigencias verdes de la UE sobre uso de fertilizantes y de resto de productos químicos de sus males, pero que no se les exija a los productos agrícolas extracomunitarios. Y si a esto le sumas que la UE, desde que comenzó la guerra de Ucrania, ha incrementado y subvencionado la compra de cereales de Ucrania, pues se junta la tormenta perfecta.

Pero responsabilizar a la Agenda 2030, al gobierno socialcomunista-bolivariano-bilduetarra-independentista o a la necesidad de cultivos más ecológicos y control ambiental es un absoluto despropósito y sin sentido alguno.

Los pequeños agricultores son los que están sufriendo más esta situación y precisan de todo nuestro apoyo

porque ven cada día como sus productos valen menos y el pastel se lo llevan los intermediarios, las grandes empresas internacionales agrícolas y sobre todo los fondos de inversión que deciden los precios de los productos agrícolas.

Los pequeños agricultores no vieron amenaza alguna a los tratados internacionales que aprobaron en Europa, porque o desconocían qué supondría o que nos veían como los rojos agoreros que están en contra de que se vendiesen sus productos en todo el mundo. Y no, no era eso. Lo explicamos mil y un millones de veces más. Era la ruina del campo.

Pero ojo, tampoco entenderé ni compartiré estar en una misma movilización con los “señoritos” del campo. Por algo muy sencillo: los pequeños agricultores no tienen ni tendrán el mismo interés ni la misma situación ni coyuntura que los manijeros del capital en el sector agrícola. ¿O acaso es lo mismo cobrar millones de euros de ayuda de la PAC, sin cultivar, que cobrar 1000 o 5000 euros de la PAC, cultivando, explotando y trabajando la tierra?

Y estuve y participé en los cortes de carretera del año 2020 con los trabajadores/as y pequeños agricultores que nos lanzamos a reivindicar un mayor control en la cadena alimentaria para unos precios justos del aceite de oliva.

Debemos apoyar a los pequeños agricultores en sus movilizaciones porque están sufriendo las consecuencias de acuerdos internacionales que empobrecen su trabajo, pero también les animo a que sepan orientar sus reivindicaciones con claridad y concisión, no mezclando ni dejándose manipular por la derecha y ultraderecha que intenta siempre sacar rédito del jaleo, porque a ellos solo les interesa una cosa: seguir siendo los amos del cortijo.


 

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