Como ciudadanos de una sociedad democrática tenemos a nuestro alcance una serie de recursos que nos permiten participar activamente en los procesos políticos. Pero hacerlo nos supondrá un esfuerzo. Asistir a reuniones, debatir, pensar… Esto sería lo ideal. La gran mayoría de las personas no tienen tiempo ni ganas de hacerlo, porque están ya muy cansados de luchar diariamente para llegar a fin de mes, o si me apuras a principios del siguiente.

2023-01-15


Apenas hemos terminado de digerir el roscón de reyes cuando nos asalta la agresividad preelectoral. El contraste entre los reportajes vacíos de qué hacer con las sobras de esta circular bollo navideño y las guerrillas de los que caminan por el filo de una navaja cortándose me asquea. Lo peor no está ya en esos mensajes dirigidos por titiriteros, lo peor está al final de esos hilos, donde cuelgan inertes las marionetas hambrientas de teorías conspiratorias deseosas de saciarse con cualquier cosa que pueda darles un protagonismo en una conversación absurda.

Lamentablemente, en España también tenemos a grupos de preasaltadores capitólicos dispuestos a calentar el ambiente con sus teorías sacadas de fuentes que no te van a desvelar, porque la información es poder y se sienten poderosos creyendo ser dueños de “verdades” inaccesibles.

Así empecé el lunes postnavideño escuchando que “ya está más que demostrado, que este gobierno ha contratado a una empresa de dudosa imparcialidad para hacer el recuento de los votos” en las elecciones que asoman por el horizonte.

Pensamos que aquello que ocurrió en Washington, aquel espectáculo bochornoso no se va a repetir en la piel de toro. Pero realmente me asusta. Lo estamos viendo repetir en otros países y lamentablemente viene arrastrándose, despacio pero seguro.

Resurgen los nacionalismos patrióticos de pulserita, aquellos que ya consiguieron infundir el odio entre paisanos, un odio que perdura lamentablemente y que me entristece.

¿Seremos capaces de centrarnos en nuestros problemas y pensar con la cabeza fría antes de introducir el sobre en la urna?

Como ciudadanos de una sociedad democrática tenemos a nuestro alcance una serie de recursos que nos permiten participar activamente en los procesos políticos. Pero hacerlo nos supondrá un esfuerzo. Asistir a reuniones, debatir, pensar… Esto sería lo ideal. La gran mayoría de las personas no tienen tiempo ni ganas de hacerlo, porque están ya muy cansados de luchar diariamente para llegar a fin de mes, o si me apuras a principios del siguiente.

Así que lo único que nos queda es el derecho al voto. Un derecho que empodera, que da poder y que como tal implica también responsabilidad. Un derecho que importa e influye, tanto si lo ejerces, como si no. Si no lo ejerces, tu voto cuenta y va a parar a esa mayoría que tan poco te gusta.

La próxima vez que te expongas a la opinión de un “preasaltador capitólico” simplemente no respondas, no le entres al trapo. Porque esa es su fuerza, la del predicador que alza la voz entre la muchedumbre poseedor de una verdad llamativa y diferenciadora. Porque ignorándolo sus palabras harán eco en su cabeza hueca y tal vez esa noche al acostarse el eco retumbe y se vuelva insoportable y atronador. Cabe la posibilidad de que, a la mañana siguiente, un nuevo ser renazca y se dé cuenta de que es una víctima más de las gilipolleces que predica.


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