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2024-02-11
Enero
Enero, ¡qué mes más largo para ser el primero! «Estoy harta de política y de enfermedad. Desde últimos de diciembre estoy resfriada y no hay quien aparezca por mi casa. Y con las pocas ganas que tengo de hacer la comida, no me interesa nada. Por fin me he decidido a pedir la comida a un restaurante cercano.
Estoy en un impasse de mi vida en el que me puede sobrevenir cualquier cosa,
lo tengo metido en la cabeza: cada mes, una enfermedad nueva. No pido más que mis hijos y mis nietos estén bien. En épocas más normales nos hacemos una piña, unos días bajamos a la playa; después, los que podemos, vamos de compras y por la tarde cada uno a su parada. Tras la temprana cena, que individualmente preparamos para que todos estemos a gusto, hablamos un ratito. Somos ya de una edad en la que no nos gusta salir de noche, y prefiero prepararme unas tostadas con mermelada y un vaso de leche para irme a dormir. A veces, por la mañana, alguien me da unas frases de regalo: “¡Ay, hija, qué buen aspecto tienes, qué bien estás!” Eso lo agradezco más que nada, enormemente. Pero desde Nochevieja, que no tomé las uvas, estuve sola y lo pasé mal.
La ilusión por las cosas se me va yendo, la televisión no me entretiene, siempre hablando de política. Por la noche pongo la radio y, al final, acabo por poner una emisora donde siguen hablando de lo mismo. Estoy pendiente a ver si dicen algo de los presupuestos generales del Estado, a ver si los van a aprobar pronto, o se demorarán, que es lo más probable. Estos presupuestos son una de las cosas más importantes. Ah, y que las guerras actuales tuvieran fin esta misma noche. Eso sí que me alegraría y me reanimaría infinitamente».
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