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2024-02-25
Automedicación
Hablar bien de alguien para después hablar mal, es algo que puede ser un estereotipo; pero hablar mal, en principio, para después hacerlo bien, exponiendo sus buenas acciones, es menos corriente. En la televisión suelen echar muchos anuncios de medicamentos en los que, a primera impresión, exponen sus bondades —que no discuto el que las tengan, pues es obvio que sí—, pero ¿en qué medida? En el pantallazo último de los spots sobre medicamentos, nos avisan con un lema escueto e importante: “Lea atentamente las instrucciones de este medicamento y consulte al farmacéutico”. Y ya nos podemos quedar tan panchos. ¿Solo hay que saber eso? Y yo me pregunto: ¿De qué nos vale entonces tener al médico de familia y nuestro historial?, ¿es que el farmacéutico sabe todas tus enfermedades actuales y pasadas, lo que te sienta bien o mal y las reacciones alérgicas que pueden ocasionarte? En general, creo que la predisposición que tenemos a tomar la decisión de comprar medicamentos sin receta es grande, y más si tenemos una asistencia de atención primaria donde nos dan cita para 9 o 10, diez días, y contando que ya te encuentras mal desde hace dos o tres. Es
normal que el enfermo no quiera padecer dolencias
y, por tanto, desea que desaparezcan en el mínimo tiempo. También creemos que, cuando ya tenemos cierta edad, tenemos algunos conocimientos médicos, pues de algo nos vale nuestra experiencia. Y lo de los casos raros que nos puedan afectar (a uno de cada diez mil), no lo contemplamos, no vamos a tener la mala suerte de estar incluidos en ese apartado.
Hace unos días nos informaron los medios de comunicación de que se acortará el plazo en las citas médicas, pues están tomando medidas. Pero para eso hace falta que contraten a más médicos, y quizá a finales de este mes sepamos los que aprobaron el examen. Mientras tanto, sigo pensando que el Gobierno podría evitar que se cundan lemas tan esquemáticos.
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