CARMEN MARÍA FDEZ-KOFBLER CASAS-NEFF 

"El catolicismo, el judaísmo y el islam tienen raíces comunes, pero también diferencias teológicas fundamentales que hacen que no sean intercambiables. 

2025-08-15

Tanto tienes…

Nunca he tenido contacto con una familia judía ni con su cultura, más allá de visitar la Sinagoga del Agua en el solsticio de verano en la ciudad Patrimonio de la Humanidad de Úbeda. Sinagoga en la que mi amigo Andrea Pezzini, gerente de la misma, me explicó las obligaciones y leyes de profesar la religión desde el punto de vista de los hombres. También me he documentado con algo de cine, lectura y algún documental.

Tampoco he tenido contacto con la cultura musulmana más allá de percibir en la calle a las mujeres con sus identitarias vestimentas, cubiertas de pie a cabeza, dejando apenas ver su cara y sus manos libres de los tejidos, empujando carros con bebés, y acompañadas de niñas que sin saber en su más tierna infancia que crecerán con restricciones y obligaciones. Y también, la de probar un delicioso té con pastelitos en el zoco de Granada, también Patrimonio de la Humanidad, tras visitar dicho palacio. Además, de ver el maravilloso y extenso especiero con muchos cajoncitos de madera de Soraya, una antigua vecina de una conocida señora mayor, que bondadosa se prestó a hablar de su gastronomía en un encuentro imprevisto. También el cine en la pantalla grande, y sobre todo los documentales me han instruido sobre sus modos de vida. 

A sabiendas de que las experiencias vividas van modelando la forma de cada quien, considero que guardar el equilibrio emocional con uno mismo conlleva valorar todas las versiones que nos rodean y que tenemos a nuestro alcance. Simplemente para no crear una opinión sesgada y errónea.

A pesar de todo, y con el peso de todo es cierto que no profesaría ninguna de las dos religiones anteriores pues considero que someter no es respetar. Pero, aun así, respeto.

Lo que si he aprendido es que en este mundo tu vida desde el momento en que naces dependerá de lo que tu familia tenga en su cuenta bancaria, estibará en el valor de sus propiedades, de su estatus social; y cuando alcances “la madurez”, tu futuro dependerá de la capacidad económica que tengas, en definitiva, será como esa manida frase que dice: “tanto tienes, tanto vales”.

Y “tanto tienes, tanto vales”, creo que resume el meollo del genocidio que está sucediendo a diario ante los ojos del mundo.

Por desgracia el pueblo palestino en riqueza no se puede equiparar al pueblo israelí. Son pobres. Y los ricos, solo tienen amigos ricos que además los apoyan. Y juntos, los ricos y sus amigos ricos planifican la dirección de este redondo mundo. Por lo que, si en este esférico mundo eres pobre, tu vida está señalada con el dedo de mandar de los ricos. Una desgracia que nadie quiere vivir.

Hace unos meses en una visita a un nuevo museo pude ver en primera persona colgado en la pared un documento que saltaba a la vista, muy elaborado, colorido y cargado de una gran historia: la Ketubah, o la Ketuvá. La persona que nos guiaba en la visita de forma muy gráfica nos explicó su significado. Yo quedé absorta ante la explicación. La simplicidad es el camino más corto para llegar a la meta. Y ese es el contenido de dicho contrato, porque la ketuvá, es un contrato que se firma antes del matrimonio judío, por cuatro hombres: el novio, el rabino y dos testigos. ¿Y la novia? No, la novia no está en dicha firma. Ella, solamente será la encargada de cumplir dichas obligaciones. Y así nos lo hizo saber la guía del museo diciendo que recientemente les había visitado un joven judío interesado en dicho museo, y al llegar a la Ketuvá, le dijo a la guía que dicho documento decía en realidad que la mujer era “la que tu va a criar los hijos”, “la que tu va a limpiar”, “la que tu va…”.

El dinero, el machismo y la misoginia son un trío devastador, que socavan la dignidad de cualquier mujer.

Líbranos, Señor, de tanta angustia, de tanta miseria, de tanta maldad…

En 1891 fue bautizada Edith Stein, una niña que nació en el seno de una familia hebrea en Alemania. A los 14 años harta de su horizonte se declaró atea. Durante sus estudios de filosofía se acercó a la fe católica, por lo que a sus 31 años siendo ya profesora de Filosofía, se bautizó en el cristianismo e ingresó en la Orden Carmelita en Colonia, con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Feminista a ultranza, lectora de San Ignacio de Loyola, de San Agustín y de Santa Teresa de Ávila, sobre todo. En 1942 murió en una cámara de gas en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkernau, y en 1998 canonizada con el hábito de los Carmelitas.

Santa Teresa Benedicta de la Cruz es Patrona de Europa desde 1999, junto con Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia.

De féminas palestinas convertidas al catolicismo no he hallado registros, aunque en Gaza, el cristianismo tiene presencia con la Iglesia de la Sagrada Familia, en cuya tierra palestina, en la zona de Ramala-Belén hay vigente una extensa comunidad católica. Antes de morir el Papa Francisco, conocido en el mundo árabe como “baba Francis” dejó su manifiesto pesar, y su enorme tristeza ante el terrible genocidio.

En dicha tierra, también existe un movimiento feminista fundado en 2017 llamado Movimiento de Mujeres Palestinas Alkarama con el que buscan la emancipación y los derechos que sufren las mujeres.

En este siglo XXI, vivir la vida es un tema complejo y delicado, que aborda la fe, la tolerancia y el respeto por las diferencias entre quienes poblamos la Tierra. La fe es un camino personal que nos aporta identidad y convicciones.

Respetar a los creyentes de otras religiones es un punto fundamental, porque el respeto implica reconocer la dignidad de la otra persona, su derecho a creer y a vivir según sus convicciones, sin que por ello tengamos que estar de acuerdo con sus creencias. En verdad, es un acto de tolerancia y coexistencia pacífica.

El catolicismo, el judaísmo y el islam tienen raíces comunes, pero también diferencias teológicas fundamentales que hacen que no sean intercambiables. La reflexión final me lleva a la idea de que cada persona tiene el derecho de vivir su fe de manera auténtica y de mantener sus convicciones, siempre que esto no implique la falta de respeto o la agresión hacia los demás. En un mundo con tanta diversidad religiosa, la distinción entre respeto y acuerdo es crucial para fomentar la armonía y el entendimiento mutuo. ¡Que cese YA este genocidio!


 

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