CARMEN MARÍA FDEZ-KOFBLER CASAS-NEFF 

"yo creía que estábamos en una sempiterna ola de calor desde el mes de mayo

2025-08-10

Factor 5000

Cuando existe gente que se dedica a vaciar literalmente cubos y cubos de agua tirándolos a la calle de forma sistemática todos los domingos en un acerado, que a continuación retira el preciado líquido dilapidado y derrochado con un cepillo de una escoba de duras cerdas insonorizadas de la chorreante acera, que después se suena las secas narices como si fuera un trombón en su más alta nota soplada, además en varias veces, en repetidas fases, y termina el repetitivo hábito dominical con el esparcimiento a la atmósfera de los muchos aerosoles que provocarán que nuestros descendientes y más allá, en el caso de que no se hayan extinguido, pues tengan que utilizar una crema protectora para la piel de factor 5000 para protegerse de la endiosada estrella, muy rutilante y abrasadora Su Majestad Sol.

Disculpen, pero una frase tan larga era necesaria.

En esta semana, nos anunciaron que íbamos a entrar en una segunda ola de calor. ¡Sorpresa! ¿Ola de calor? ¿Segunda? Pero si yo creía que estábamos en una sempiterna ola de calor desde el mes de mayo. Y ahora resulta que es la segunda ola. No fastidien. Entonces, todo este calor sufrido a diario, ¿qué ha sido, un entrenamiento?

Porque muchos cerebros, de esos que prodigan maravillas y perlas por sus boquitas, más bien diría que están faltos de enjundia y adolecen de anemia. Sí, cerebros anémicos, que cansados de su desgaste obtuso no dan más de sí y balbucean palabras que más bien son desvaríos.

Y para colmo los malditos incendios, creados de las malditas y maliciosas mentes que necesitan un escarmiento por esa bella mujer que tiene los ojos vendados y sostiene una equilibrada balanza, a la que llaman justicia.

Aunque lo de prender fuego al monte no es nada nuevo por desgracia. Así que de forma rotunda opino que debiera la ley obrar al respecto para que dejen de prender fuego al monte, a la vida que hay en ella, y al planeta.

Y las cabañuelas, ¿qué va a ser de ellas? ¿Saben a qué me refiero? Sí, me remito a ese método de predicción meteorológica sin base científica con muchos aciertos. ¿Qué van a leer los sabios cabañuelistas en los árboles, bajo las piedras, en el comportamiento de las hormigas, insectos, flores del campo sin macetas, y más datos de interés que se generan en el entorno que pisoteamos y ensuciamos cuando salimos a dar “un paseo” en la Naturaleza, o está incinerado?

Dicen que los bosques se mueren, por el calor extremo, por la falta de precipitaciones, por la falta de repoblación, por la continua tala de árboles…, y yo añado, por la falta de la sensatez y el respeto humano hacia la Madre Naturaleza y sus habitantes, por la mucha depredación de especies.

¿Quién se atreve a negar lo evidente? ¿Los cínicos?

Sí los árboles están tornando sus verdes hojas llenas de clorofila para tornar y morir en un gris ceniciento, o las secan en sus copas dejándolas caer al suelo en plenos meses de julio y agosto, sin esperar al conocido otoño, muy mal vamos. Así que como decía un sabio muy sabio, agárrense los machos que vienen curvas. El verde es mi color favorito.


 

Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment