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2023-12-31
San Silvestre
Las fiestas navideñas siempre tienen ese tinte agridulce que suelen tener el resto de los días festivos, por la falta de seres queridos a los que se extrañan principalmente, pero en estos días se perciben con mayor intensidad por su decana extensión en los fríos tiempos de diciembre, mes en que se divide entre el otoño y el invierno.
Todos los comercios, grandes y menos ostentosos, endulzan sus escaparates y fachadas a la vista de los viandantes para que el apetito consumista que nos han enseñado a cultivar crezca. En estas fiestas navideñas todo se torna muy apetecible. Consumir, consumir, y más allá, hasta dejar extenuadas nuestras posibilidades en el largo, tortuoso y repetido mes de enero. Porque todos los años es el mismo dibujo.
Pero el espíritu navideño, sea el de “Santa”, el de los Reyes Magos, el del Olentzero, el de Mari Domingi, el del Tió, el de las Anjanas, el del Apalpador, o el de las gambas con sus bigotes anaranjados o rojizos, o las bandejas de mantecados, polvorones, y turrones, como poco nos cuesta un huevo de pato y la yema de otro. Porque, hay que ver cómo está el patio…
Las expectativas ante el consumismo siempre son estupendas. Todo se nos figura poco. ¿Te gusta? ¿Quieres?
Son las preguntas más repetidas ante las miradas golosas que recorren las calles, y con razón, porque todo está más que elaborado y estudiado hacia la aventura para que la dopamina, la serotonina, la oxitocina, y la endorfina, se den una bacanal como debe de ser y a la altura de estas fechas que son las de mayor tradición. Por lo que el marketing, la publicidad y la psicología hacen un trío perfecto.
Lo peor es cuando regresamos al hogar y los tickets sumados nos han dejado temblando. Pero esperen ustedes, cojan aire que esto aún no ha acabado, que todavía queda la traca final. La de esta noche, la de fin de año. San Silvestre. Y también la noche de la ilusión en la víspera del día de Reyes. Sepan grandes y chicos, todos tenemos que disfrutar, porque, al fin y al cabo, somos química y física.
Y para la física, a correr en la San Silvestre, o no. A elegir, pues en el territorio español se celebran más de 200 carreras esa noche. Todas San Silvestres. Y si en la península española se les queda algo manida, o corta, o ya la han corrido hasta la saciedad, pues también lo pueden hacer en cinco países hispanoamericanos (México, Argentina, Costa Rica, Colombia y Brasil) para marcar un nuevo hito y dar más cancha en las redes sociales.
En realidad, hay muchas más opciones. A preferir. El caso es
pasarlo bien, pero no solo esta noche y en estos días, sino durante los 365, y dejarse de malos rollos, que hoy se acaba un año que ha sido tremendo.
Y si no escuchen los anuarios con los que nos castigan, con los desastres naturales, con los provocados por la depredadora raza humana, por los extraterrestres, por los avariciosos, por los que matan, por los que roban, por los mentirosos, por los que ponen cuernos… que esa es otra.
Pues resulta que las fechas navideñas tienen muchas vertientes, no solo la de satisfacer el paladar, también hay otros gustos por tentar y dentro de estas extensas fechas está amparado el crisol de una bomba de relojería para las parejas: el divorcio.
Al parecer se producen al año en torno a 100.000 divorcios, siendo el periodo clave entre el mes de enero y marzo. Y luego vienen los costes emocionales. Los arrepentimientos. Y los cristales rotos que por mucho que se intenten pegar jamás soldarán con amor ni con el mejor de los adhesivos. Cuidado con los equipajes antiguos a medio cerrar, o con las maletas a medio abrir, porque no todo es lo que pensábamos ni mucho menos.
Solo se vive una vez. Y cuando realmente se tiene conciencia de ello, valoras muchísimo a quien regalamos el mejor de los obsequios: nuestro tiempo.
Os deseo una buena salida y una mejor entrada. Pero pensad y elegid con quién y dónde, no tengáis prisa en decidíos con plena conciencia, porque es vuestro tiempo.
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