... es todo un hito alcanzado por un nivel de hartazgo extremo.

2023-12-17

 

Malas madres

 

Este adjetivo que acompaña a un nombre condicionante en el tiempo a una mujer por haber gestado, parido, adoptado o criado a un hijo-a, globalmente está siendo repetido en foros de comportamiento por las propias madres sin el peso generacional y el estigma de ser madre.

Cuando, tanto los progenitores como los hijos alcanzan el supuesto equilibrio emocional de la edad adulta, las relaciones se transforman. Los “mejores años vividos en la crianza y educación” quedan en el pasado más reciente como episodios surrealistas, discordantes, que no llegan a concatenar con los recuerdos de los participantes. La misma vivencia no es normativa, y por ello es una lección personal e irrepetible.

A veces, mantener la calma, contar hasta diez, y dejar que el tiempo nos sitúe como bichos raros, tanto siendo hijos como madres, es una tortura.

Ser mala madre

es todo un hito alcanzado por un nivel de hartazgo extremo.

Por ello, las malas madres sueltan amarras, porque el tiempo es la vida, y no se detiene cuando hay unas inmensas ganas de cambiar nuestro mundo.

Generar sentimientos de culpa por problemas subyacentes es un camino tóxico que alimentan los malentendidos hasta la mayor de las destrucciones.

Para romper el mito de la madre perfecta y desmitificar el obligado y sempiterno del sacrificio de una madre, han creado un club muy mediático que se puede encontrar en las redes sociales llamado el Club de Malasmadres, como ejemplo anotad a los-as interesados-as la dirección @soymalamadre en Instagran.

Laura Baena, su fundadora, hace un par de años, dio el paso de compartir la necesidad que millones de madres tienen. Una necesidad básica, primaria, única e irrepetible, como es la de ser mujer, sí, esa figura que no deja de ser denostada a tutiplén por quienes se creen tener el derecho de manipularla. Porque ser madre también es ser mujer, y no hay perfección en la lucha, pero sí mucho cariño y dedicación que casi siempre se capta infravalorado.

Ser madre no viene con un manual en el que se indican los pasos a seguir para ser buena sin fracasar como mujer. Por lo cual, en el despertar de la conciencia llega ese momento en que los prejuicios pesan tanto que tienes que elegir, en ser una esclava sempiterna de los demás, o ser tú, una mujer completa. Y hay quienes optan por ser mujeres…

Y como dice Carmen Martín Gaite: “Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que me humillen o engañen… /…porque los recuerdos que pueden darnos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí. No sirve hostigarlos”.

Por ello, como sociedad,

debemos asociar nuestro carácter con el de nuestros hijos y no con las efemérides familiares o logros alcanzados de tal o cual, hecho,

porque si una madre deja de ser mujer entrará en la oscuridad de un profundo pozo en el que la falta de respeto brillará como un pabilo soplado. Es más que sabido que el coste del peaje es demasiado elevado, tanto si eres madre, como si eres malamadre. Tú eliges…


Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment