11-09-2022
Una crisis tras otra sea económica o sanitaria, nos está aniquilando la poca seguridad que nos genera habitar en este mundo tan convulso, de ahí la necesidad de analizar y conocer en qué punto estamos dentro de esta vorágine que nos devora y nos grita en silencio: ¿para qué sirven…?
Cuando, por ejemplo, necesitamos la ayuda de un médico, la aclaración en una factura eléctrica, el socorro de sacar dinero de un cajero con máxima tecnología se nos acaba obligando a entrar en páginas web, darnos de alta en aplicaciones, para al final decirnos que todo va con retraso y que nuestra solicitud entra en una larga lista de espera.
Realmente, llegados a este dilema, se abre un punto de vista muy amplio para los lectores. ¿Por qué los estamentos no se hacen un examen de conciencia mirándose al espejo? Sería de salubridad pública que se preguntasen así mismos ¿para qué servimos?
Distintas catástrofes nucleares, han enseñado los dientes a la raza humana, como la reciente emisión de Fukushima en 2011. Pero ahora en plena guerra de Ucrania, los europeos y el resto de los habitantes de este mundo nos encontramos ante una nueva amenaza nuclear desde Zaporiyia. Un “insigne” político tiene en jaque al mundo negándose a firmar el pacto de que hay ciertas líneas rojas que no se pueden sobrepasar. ¿En qué están invirtiendo el tiempo para el diálogo y la negociación colectiva? Y entonces surgen los para qué sirven…
¿Para qué sirve…, nombrar un proyecto como “la excepción ibérica” limitando la tarifa de energía eléctrica cuando esa excepción se está convirtiendo en norma? ¿Planes de contingencia mandatados por Bruselas?
¿Para qué sirve invertir millones de euros en planes y proyectos de extinciones de incendios en los meses estivales en algunas comunidades autónomas, cuando el presupuesto de la extinción resulta ser mayor que la inversión que se haría en limpiar y cuidar de nuestros montes durante todo el año, además de generar empleo?
¿Para qué sirve llamar al 016 y denunciar malos tratos, si el protocolo es inútil pues las mismas denunciantes siguen siendo asesinadas? Claro, que esta lacra mata, a las que denuncian y a las que no. Que contesten primero los misóginos y los machistas.
¿Para qué sirve hablar de ahorro, generalizando y englobando a toda la población, cuando el Euribor, la inflación, y los precios de absolutamente todo no dejan de escalar alcanzando récords, dejando los salarios muy atrás por falta de un pacto de rentas entre la patronal y los sindicatos?
¿Para qué sirve que España sea el país donde el consumo de ansiolíticos es el mayor del mundo según el informe del JIFE, emitido en mayo de 2022? ¿Para enriquecer más aun a las farmacéuticas, o es para tenernos calmados ante el desesperante panorama que nos están obligando a tragar? ¿Qué pretenden, convertirnos en mutilados emocionales?
¿Para qué sirve la política infantil basada en los insultos pueriles? ¿Para qué sirve…? Y así podría seguir cuestionando en miles y miles de caracteres.
Este factótum nos está desmembrando tira a tira. Los impuestos y los vetos nos devoran sableándonos a cada paso que damos. Hay quien opina que no hay mal que por bien no venga, o que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, claro. Y en esas estamos, resistiendo, hasta el insoportable dolor de la pérdida de nuestros derechos.
Este panorama es triste por tener que preguntar ¿para qué sirven?, ya que denota la enfermedad de la sociedad en la que vivimos esperanzados en que el factótum le encuentre alivio a los males y nos ayuden a salir de esta espiral. Cuestionar y dudar son verbos que expresan inteligencia, inquietud por el saber que nos alerta de este estado social. Quizás detenernos a dialogar generando opinión sea lo que nos ayude a conocer algunas respuestas de los “para qué sirven” que vayan surgiendo cada día y comenzar a caminar fuera de la rueda o el aro, una y otra vez.
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