2022-12-18
Si sientes que la desconfianza y la angustia crecen en tu interior impulsados por la inminente afirmación de que el peligro te acecha o te va a engullir, sobrepasando tu estabilidad y desmoronando cualquier hecho, te diré que estas sintiendo miedo.
El miedo, esa sensación en la que caben pocas alternativas más que el desaliento y la paralización de todo lo que fluye, existe y es un hito para superar por todos, por grandes y por chicos, sin diferencia de sexo o raza, pues el miedo no conoce edades, ni latitudes, ni colores.
Según he investigado la sensación del miedo está ubicada en “la amígdala”, que no es una de las dos vegetaciones con las que nacemos, sino en una parte del cerebro denominada así, donde se regulan las emociones y el instinto de supervivencia, activándose en cuanto percibe que estamos en peligro. Curioso.
El miedo es la respuesta a la alerta del peligro, siendo el terror lo mismo, pero en su máxima expresión. El ser vivo a lo que mayor miedo, terror, pavor o fobia tiene es a la muerte, lo que está definido como tanatofobia.
Según algunas terapias, dicen que este miedo se puede combatir e incluso superar siguiendo unas pautas comenzando por nombrarlo, controlando la respiración, imaginando situaciones positivas, practicando el mindfulness y muchas otras tácticas que cuentan algunos miedosos han practicado y les ha sido de utilidad. Pero también los hay quienes no controlan el miedo porque es muy difícil de dominar, a pesar de haberlo intentado.
En los últimos tiempos de pandemia ha quedado patente en la conducta de la mayor parte de la comunidad que se ha experimentado por un elevado número de personas el miedo a la enfermedad, es decir, por contagiarse de la novedosa Covid-19 además del miedo a la escasez (como resultado de ello han arrasado con todo lo habido en las estanterías de los supermercados haciendo acopio de suministros, que creían, de productos dejándolos temporalmente casi extintos como el papel higiénico entre otros artículos).
Ahora, pasada la pandemia, aunque no cesan de salir a la palestra virus y enfermedades, los miedos siguen surgiendo, da igual cuales sea su índole, añadiéndose al club el miedo a no llegar a final de mes que es ahora el presente temeroso de la mayor parte de los hogares con la inflación dislocada.
Ni Sócrates, Aristóteles, Nietzsche, Freud, ni todos los filósofos, ni todos los psicólogos, y psiquiatras del mundo han sido capaces de obtener la receta para contrarrestar el despliegue de esta sensación paralizante del miedo que nos libere y dominemos haciendo la superación de tantos y tantas fobias.
El cerebro humano es un portento que aun y en su mayor parte está por descubrir en toda su extensión obteniendo el mayor rendimiento con el mejor éxito, pero no perdamos la esperanza de que el miedo lo podemos utilizar como ese péndulo que nos eleva y aleja del peligro con la mejor de las intenciones, por lo que, si existe, su razón de ser tendrá. Habrá que practicar su convivencia para no romper ninguna otra cosa y respetar a la sabia madre Naturaleza.
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