... La injusticia, como la justicia, continúan mal repartidas.

2024-02-11

 

La pandemia del agua

El racionamiento y la suspensión del agua potable, es el nombre de la nueva calamidad. La pandemia del agua. Otra terrible lección de vida ha comenzado a fustigarnos. Y además nos atañe en primera persona porque el agua es vital. El agua es vida. Lo contrario es muerte. Este nuevo presente nos dibuja otra vez la sombra de la precariedad, del recogimiento, haciéndonos perder el sueño por el horror de la sequía que se nos avecina, y que tiempos atrás rotulábamos como algo muy lejano y agorero.

La señal visible de las ruinas de iglesias, y restos de pueblos que han dejado de estar sumergidas en aguas de pantanos. Pueblos que en otro tiempo estuvieron habitados, y tuvieron que ser abandonados todos ellos por imperantes razones, entre ellas la de la sequía, o la de la España despoblada en la búsqueda de trabajo, zona en la que impusieron a dedazo la diáspora por la necesidad de las obras hidráulicas de una nueva presa para un futuro pantano.

Este éxodo impuesto diseñó una forma de vida nueva para quienes una vez tuvieron un comienzo pisando la tierra de las calles de esos pueblos que por situación estratégica fueron inundados. Cierto es que muchos son los lugares que en otro tiempo no tuvieron agua corriente, y se nutrían del agua de manantiales, fuentes y pilares. Pero esos eran otros tiempos.

Ahora todo es diferente. Las necesidades han cambiado. Abrir el grifo, o tirar de la cisterna, y que fluya el agua potable, es acto básico por el que vamos a padecer. Hecho que se ha convertido en un bien de lujo.

La Tierra está viva, por lo que sus secuenciales ciclos marcan la forma de subsistencia aquí o allá. Donde hoy hay establecida una civilización no asegura el futuro, solamente permite el presente más inmediato.

Desde la revolución industrial, en el mundo entero las industrias necesitan el agua para generar economía. El sector turismo necesita agua para mantener a los viajeros que visitan este país con un nivel de salubridad y servicios ofertados. Piscinas, campos de golf… El lujo hay que pagarlo, por supuesto. ¿Y con el ciudadano de a pie, qué va a ocurrir? ¿Y con los campos de cultivo? ¿Y con la ganadería?

En España, el agua potable está gestionada por las administraciones públicas. Esas aguas que utilizamos a diario sin darles mayor importancia en las tareas cotidianas de nuestras vidas, fluyen por las cañerías para satisfacer nuestras necesidades variadas. Vida que chorrea al abrir el grifo, la cual vamos a poner en valor muy mucho de aquí en adelante. Las primeras restricciones han sucedido en Cataluña. 200 litros por día y persona. Limitaciones en el uso de riegos, llenado de piscinas, lavado de coches y demás lujos, que hasta hoy eran cotidianos. Es curioso, como todas las imágenes de la sequía son de tierra cuarteada, y de cosechas malogradas, pero los medios de comunicación no muestran el envés de la historia, esa otra cara de la moneda en que se hallan los verdes campos de golf, que calladamente continúan regándose para uso y disfrute de los que usan el “poderoso don Dinero”.

La injusticia, como la justicia, continúan mal repartidas.

Haré mención a una película post-apocalíptica que fue estrenada en 1995 llamada Waterworld. Filme con un mensaje de ciencia a ficción que nos adentraba en un mundo en el que los casquetes polares se derretían y el planeta Tierra estaba sumergido en agua salada, en lejano año de 2500. La trama era la de unos protagonistas supervivientes que sobrevivían buscando la leyenda de la existencia de tierra firme, navegando en plataformas flotantes, buscando agua dulce y tierra… Un mensaje como tantos otros, que en el cine nos parecen ficticios, pero que los vamos asimilando como un constante goteo porque la pantalla grande siempre ha sido utilizada para blanquear el control de las masas.

¿Qué será lo próximo que quedará al descubierto?


 

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