05-06-2022
Esta palabra que da el nombre a un ejercicio que es contrario a la acción de la justicia, por desgracia es demasiado habitual su uso. Injusticia, es un hecho terrible para quien la sufre, nada más. Aunque a veces la empatía surge fruto de la observancia, de la presencia o de la tenencia de tener consciencia moral de estar viviendo una injusticia también provoca la exclamación de: ¡Esto es una injusticia!
Y lo peor de todo, que en esta sociedad deformada por
la avaricia y los golpes de pecho hipócritas que solamente escurren el bulto, es que los ajusticiados siempre son los mismos, los pobres que no tienen donde caerse muertos, los señalados con el dedo, los “buscavidas”, los luchadores de a pie, los que buscan día a día un atisbo de luz, en definitiva, una excusa para engañar a la muerte y vivir otro día más con la mayor dignidad posible.
Pero los pudientes, los que nos manejan, siempre salen indemnes de la justicia, ellos son impermeables, no les afecta en absoluto, esa palabra les es desconocida en su diccionario de método de vida. O quizás, llegan a aprenderla utilizándola cuando no pueden seguir robando a niveles estratosféricos, truncándoles sus avariciosos planes.
Y luego dicen que la justicia es igual para todos. Increíble. ¿Cómo osan pronunciar tamaña? Me atrevería a decir que es algo incierto a día de hoy. La justicia, la de verdad, la que ayuda a llevar la vida los más digna posible, debe de ser transmitida con valor fidedigno para que su verdadera valía no se diluya entre la “j” del principio de la palabra y la “a” del final.
Y a pesar de que en los colegios se esté fomentando la solidaridad inculcándola desde pequeños con juegos, actos culturales y frases bonitas, cuando esos niños y niñas vayan creciendo la realidad les arrancará el antifaz de colores que le han enseñado a configurar mostrándole algo desolador: la Injusticia.
La realidad es cruda, dolorosa y difícil de avanzar, de esa manera nos han establecido el camino que debemos andar: domiciliaciones, Impuestos, denuncias, reglas, facturas, rentas, todo control ejercido con un plan diseñado. Cada día nos llegan datos, nombres y casos de sucesos donde las injusticias asolan la tranquilidad de cada amanecer en el entorno en que vivimos sin siquiera entrar en la pauta que nos marcan los programas informativos y demás medios de comunicación.
Podría rellenar varias páginas enumerando injusticias, pero creo estar en lo cierto si asevero que todos saben de lo que estoy hablando. Ya me gustaría saber por qué hay países que tienen un plan diseñado para que la población que los habita disfrute de un nivel de vida magnífico con el que crecer como personas, fomentando invertir tiempo en familia, en el trabajo, e incentivan una cultura que les hace ser felices, y aquí, sucede todo lo contrario. Esto es una injusticia. Yo también quiero tener esa utopía de vida que prodigan se vive en esos países como persona que soy, ¿acaso no tengo derecho, o es una injusticia pretender alcanzar el nivel de vida que nos venden en esta sociedad? Casas, coches, vacaciones, comprad, comprad…, solamente es cuestión de tiempo para que el ejercicio contrario a la justicia entre en acción frotándose las manos.
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