19-06-2022
La silla eléctrica como método para la aplicación de la pena capital hizo su debut, por supuesto, en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Su inventor un aventajado discípulo de Thomas Edison, basando su experimento en la conveniencia de la corriente alterna a la corriente continua. Tal fue su éxito que, en 1886, en la ciudad de Nueva York, se decidió en un comité que dicho invento concebía la cínica y consistente idea de que era un método más humano para sesgar la vida. Desde ese día la silla eléctrica sustituiría al método
común de ajusticiamiento, la horca.
El primer ejecutado fue un vendedor ambulante de verduras de Búfalo (EE. UU.), condenado por asesinato. La ejecución se realizó en la Prisión Auburn en Nueva York, en pleno verano de 1890.
El ritual de ejecución consistía en sentar al reo en la silla en cuestión, ni que decir que este estaba atado a ella, ponerle un electrodo en la cabeza y otro en una pierna, por los que, tras unos minutos de suministro eléctrico continuo al cuerpo, la resistencia del organismo era vencida por el voltaje que quemaba los órganos internos del preso. ¿Y esto es un método más humano? No pasa nada, detrás vendría la inyección letal, otro invento más.
Fue el caso de un matrimonio, Ethel Greenglass Rosenberg y Julius Rosenberg, que fueron atacados de espionaje. Judíos de religión y perteneciente a la Young Communist League (Juventudes del partido comunista de EE. UU.), para qué querían más. Julius Rosenberg, ingeniero eléctrico fue acusado junto con su mujer de filtrar información nuclear que había resultado en diferentes experimentos en el Laboratorio Nacional de Los Álamos y en la Universidad de Berkeley. Fueron denunciados por el hermano de Ethel, el sargento David Greenglass, el cual trabajaba en el laboratorio de Los Álamos. En la acusación manifestaba que su cuñado y su hermana pasaban secretos americanos a los soviéticos, supuestamente.
La condena a muerte a este matrimonio sucedió un 19 de junio de 1953, por la Ley de Espionaje de 1917, siendo recordada esta actuación a nivel internacional por escultores y escritores, como es el caso del escritor Ken Follett, que mencionó dicho matrimonio en su libro El invierno del mundo, donde la supuesta labor de espionaje y su ejecución forman parte de la trama. También los mencionó Paul Auster, Bob Dylan, David Foster, y muchos más, incluidos a los incombustibles The Simpson “The color Yellow” en su temporada 21. Al parecer los Rosenberg no han sido olvidados.
Años después, en 2001, el hermano de Ethel, el que los denunció, se retractó de su acusación, pasando a estar durante diez años en prisión. En 1999, el dirigente de la Unión Soviética durante parte de la Guerra Fría, Nikita Jruschov, publicó en sus memorias póstumas la deferencia de que la ayuda del ingeniero eléctrico Julius Rosenberg había sido significativa para la investigación de la bomba nuclear rusa, e investigaciones del FBI posteriores a la ejecución llegaron a la conclusión de que en las filtraciones durante el periodo de la Guerra Fría solamente participaba Julius, Ethel no.
El caso es que la transmisión de conocimientos de la observancia de forma encubierta de este matrimonio, llamada espionaje, les costó la vida. Supuestamente era espías.
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