... mandatarios impuestos que tienen adeptos mundiales carentes de toda dignidad, pero sí con el seso sorbido para adquirir armamento
2023-10-22
Fanáticos
Dicen que ya nada es lo que era. Es verdad. Y menos aún este instante, irrepetible, se asemejará a un futuro próximo, porque cada santiamén de un nuevo día que pasa estamos más sordos, más ciegos, convirtiéndonos en zombis errantes que caminan hacia el abismo con el corazón helado, dejando hacer al libre albedrío a los fanáticos internacionales,
mandatarios impuestos que tienen adeptos mundiales carentes de toda dignidad, pero sí con el seso sorbido para adquirir armamento
con el que comenzar y reanudar conflictos bélicos, desprotegiendo a los que viven en sus países. Ese es el ya y el ahora…
La guerra de Ucrania. Desde hace unos días ya no se escucha hablar de ella… ¿Qué opinarán Zelenski y Putin de no ser el centro de la actualidad? Y si esta guerra no es portada en los informativos, no es porque los fanáticos hayan cesado de guerrear, qué va, es por otra desgracia mayor que ha rebasado todo el enfrentamiento conocido, porque esto ha colmado lo contrahecho, lo cruel, lo bestial, lo monstruoso, sea al coste que sea.
La pasión descomunal, la que nos sobreviene sin buscarla, la que por desgracia nos aplican en el ámbito de la vida que nos afecta a todos, siempre es enfermiza. Pasión controladora, coartadora de libertad, que destruye lentamente la dignidad de las personas, y, por si fuera poco, además, nos restringe y comprime hasta los límites de robarnos el aire que respiramos.
Esa pasión descomunal es el fanatismo. Esperpéntico y demoledor. Inhumano.
La desmedida supremacía del fanatismo ha cruzado todos los límites, ha pulverizado todas las líneas rojas, incluso ha volatilizado los artículos de la convención de Ginebra y los Protocolos Adicionales (I, II) que se añadieron en 1977 y 2005 en que los acuerdos de no bombardear ubicaciones civiles, organizaciones humanitarias y hospitalarias fueron firmadas por todas las naciones. ¿Y la ONU, qué opina de la masacre que está ocurriendo en la franja de Cisjordania y Gaza? ¿Qué está haciendo al respecto?
Comprender a los fanáticos es como entrar en el mundo de la estirpe de los “monos asesinos”, esos descendientes que en la evolución del “ser humano” se les ha roto parte de la cadena de transmisión del progreso y la empatía, y dedican el tiempo a destruir a diestro y siniestro. A estos “monos asesinos” solamente se les puede combatir con dos armas: la ciencia y el humor. No hay más.
Éstos, los fanáticos, son seres carentes de humanidad, ególatras egocéntricos que viven en una sociedad desalmada, la suya, ajena a la realidad social del mundo. Que desaniman y empobrecen la fuerza vital de las personas, creando un ambiente tortuoso con la limitación de la autocrítica y el sometimiento, y para colmo mandan a otros que maten, porque su cobardía solo les da para gestar genocidios, y nada más.
Por lo que para combatir a estos “monos asesinos” habrá que emparejar la ciencia y el humor, dos mundos necesarios que, aunque parezcan no compatibles, son un tándem perfecto contra este mundo sangrante y despiadado.
Será como abrir de par en par las puertas que los fanáticos siguen cerrando a la innovación y a la creación. Por lo cual el humor será ese bálsamo, ese punto de inflexión maravilloso que nos hará fluir y nos acercará hacia la curiosidad y la duda.
Cuestionar con calidad. Sensibilizar con maestría es la clave.
Seguro que alguna vez te habrás percatado de que el humor es una herramienta top para divulgar. Una sonrisa ofrece mayor accesibilidad con su afabilidad y todo lo que se divulga con humor se infiltra con muchísima facilidad para llegar a la reflexión.
¿Y yo pregunto por qué los fanáticos están silenciando
una limpieza étnica, con la locura desenfrenada de la avaricia desmedida de expandir su control terrenal y aumentar sus riquezas a costa de miles y millones de vidas humanas?
¿Por qué la maldad del genocidio sigue vigente? ¿Por qué no aplican los “monos asesinos” el expolio en sus hogares, en sus familias, en sus hospitales, en sus centros culturales, en definitiva, en su día a día? Seguramente, si se les plantease se lo tomarían con mucho humor, como una broma o un chiste… seguro.
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