14-08-2022
El lujo es el concepto que tenemos de la forma de vida que rige la existencia de las personas de forma individual o colectiva. Éste oscila en forma dependiendo de la cantidad de opiniones que generen esta representación de existencia que van desde el origen de esta hasta las consecuencias.
Por supuesto, la religión y la economía se debaten en ello, generando controversias sin fin pues quienes viven lujosamente opinan que vivir en ese nivel genera y fomenta la economía, y en contra están quienes opinan que el lujo es la ruina económica del mundo en que vivimos.
Esta maduración ideológica tiene su base. Lo raro, lo escaso, lo único, es un lujo, y con esta pauta nos encontramos en el intervalo de cubrir las carencias más básicas de los individuos en su día a día. Ya no es el litio, el cobre, los diamantes, el petróleo, además tenemos la inflación, el Euribor, la guerra, las pandemias, los virus, la sequía, el llegar a fin de mes, o siquiera a mediarlo, o los aguacates (el nuevo oro verde), ahora el lujo es respirar. Porque tanto castigo de noticias que nos bombardean con sustos detrás de malas noticias y agoreras predicciones nos están sacando la piel a tiras.
Sabido es que, en catástrofes, guerras, pandemias y demás desastres, los ricos aumentan sus riquezas, por lo que razonablemente, les digo a los defensores del lujo, que, si tanto movimiento y beneficio genera económicamente vivir así, lujosamente, debería hacerse extensivo a toda la humanidad. Es decir, lujo para todos. Que corra el lujo… ¡Vamos, ánimo!
He de lanzar la opinión que razonablemente ha sido constatada de que la investigación en la ciencia, el arte y la cultura requiere de mucho dinero para su desarrollo. Por ello, “la falta o exceso” de lujo (elijan ustedes el matiz) y la pobreza, están dejando al mundo sin las mentes privilegiadas que pueden engrandecer esta sociedad por no poder tener una economía suficiente y holgada para tal fin. Este torbellino sin sentido en que se han transformado nuestras vidas hasta el límite de descargas de app֧ de la capacidad de nuestro móvil, nos ha hecho “autoenjaularnos” con aceptación de las dulces cookies.
Renegar de este sistema, consumista adornado y enmascarado de lujo como modo de vida, engolándonos de engreimiento, volviendo a una forma de vivir donde la cotidianeidad da caché y el uso del tiempo hace que no se viva deprisa, parece ser que es el plantel del paraíso de aquellas personas que han estimado tener la opción temporal decidida por ellos mismos. Todo un lujo. Quizás el concepto está cambiando, y ahora el lujo está en desconectarse de toda la parafernalia con la que nos atosigan y nos intoxican. Sí, solo hay que pensar en uno mismo.
A día de hoy, afortunadamente, hay mentes pensantes que han consumado el acto de llegar al hartazgo, que no al enfado, y tomar una decisión es el camino correcto de proteger su “santuario”. Y como dijo el otro día una mente privilegiada: “Mátame dolor, ya que el amor no pudo”.
Para dar tú opinión tienes que estar registrado.