El miedo ha sido tan importante en nuestra evolución como especie, que sino pudiésemos tener miedo no sobreviviríamos por mucho tiempo.

 

2023-01-29


 

“El que haya superado sus miedos será verdaderamente libre”.

(Aristóteles)

Somos descendiente de una estirpe de miedosos. Hemos sido educados en el miedo y desde que éramos gusanos que emergieron de la sopa primigenia de la vida, hemos aprendido que el miedo nos ayuda a sobrevivir. Las culturas occidentales tienen presente una figura que se materializa bajo nombres tales como: El hombre del saco, en España, Baba Yagá en Rusia, (que en realidad es una mujer vieja, huesuda y arrugada, con la nariz azul y los dientes de acero que posee una pierna normal y otra de hueso, representado el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, por el cual deambula). Se trata de un ser perverso, pérfido y cruel. Huesos Sangrientos, también conocido como Cabeza-grande o Tommy Cabeza-grande, en Inglaterra. Su origen data del 1550 cuando era utilizado para asustar a los niños y mantenerlos controlados. Se decida que vivía cerca de los estanques. Bongeyman en Escocia, no tiene ningún aspecto específico, solo se sabe que usa túnica y nunca muestra su rostro. Se le compara como a un asesino en serie. Krampus en Los Alpes, Lamia en Grecia, Struwwelpeter en Alemania, Tata Duende en Belice, y así una larga lista de personajes siniestros que atormentan los sueños de los niños y los mantienen inmóviles al antojo de unos progenitores con pocas nociones de pedagogía y altas dosis de desconocimiento de las consecuencias tan adversas que producen tales actos.  No nos damos cuenta de cómo nuestras palabras calan hondo en nuestros hijos y como éstas les acompañan en la creación de su propia personalidad. Las palabras de los padres son como “los ladrillos” de la futura “casa” de nuestros hijos. Es decir, forman su carácter, sentimientos y sin duda sus emociones.

El mecanismo de amenazar con un ente maligno (con o sin forma) ha sido empleado constantemente durante siglos. Y esto no termina cuando dejamos de ser niños, después el miedo nos lo genera otras figuras más sofisticadas: Las cucarachas nos atacan. Los inmigrantes están saltando la valla, y vienen a violar a nuestras mujeres y convertirnos a todos en marrones para que recemos a Alá. Tú compañero de oficina es un violador potencial. Las pensiones se agotan. Si usas bolsas de plástico el nivel de los océanos subirá y todas las ciudades costeras desaparecerán. Las pajitas para beber se les meten por la nariz a las pobres tortugas. Las abejas se mueren y dejaran de polinizar ocasionando la destrucción del planeta. Si te frotas con desconocidos te saldrá el salpullido del mono. Solo mi coche te puede salvar de una muerte segura si te caes por un acantilado. Los del PSOE son herederos de Mao y Pol Pot y los del PP tienen poster de Hitler sobre su mesilla de noche. La guerra de Ucrania dispersará millones de toneladas de material radioactivo sobre nuestras ciudades. Vamos a morir de hambre porque no hay cereales. Haz acopio conservas, haz acopio de agua, haz acopio de papel higiénico. Los pedos infernales de las vacas provocaran un apocalipsis de lluvias acidas…etc, etc.

El miedo como artefacto psicológico es impecable, no solo plantea un castigo terrible si te sales de la raya, si no que exime a tus padres de toda responsabilidad, si esto ocurre, y además los convierte a ellos y solo a ellos, en los únicos que pueden salvarte si te metes en problemas.

No es difícil ver un paralelismo entre este concepto de un algo externo y maligno que nos puede hacer daño si nos portamos mal, y que solo el amo puede exorcizar, y el comportamiento de los estados, las empresas o las religiones, para conseguir contribuyentes fieles o consumidores sumisos y temerosos, a los que salvar de las amenazas externas.

El miedo ha sido tan importante en nuestra evolución como especie, que sino pudiésemos tener miedo no sobreviviríamos por mucho tiempo. En los humanos y en todos los animales el propósito del miedo es promover la supervivencia. En el curso de la evolución humana las personas que tenían las cosas correctas sobreviven para transmitir sus genes, al transmitir sus genes, el rasgo del miedo y la respuesta al mismo fueron seleccionados como beneficiosos para la raza. Esta característica evolutiva de poder predecir el miedo no solo nos ha llevado a ser dominados y amedrentados por la clase dominante, sino también por los medios de comunicación y empresas, todos ellos empeñados en corregir tu conducta y convertirte en un pelele a su merced. El miedo vende como ninguna otra cosa. El miedo produce mejores raiting, y mejores raiting significa mayores ganancias. Los principales medios de comunicación lo saben muy bien, y hacen todo lo posible para capitalizar al aterrorizarnos, de este modo mantienen nuestra atención enganchándonos, y explotan así la audiencia despiadadamente para su beneficio económico. Una gran parte de la publicidad se basa en el miedo, y se ha encontrado que funciona bastante bien. Al infundir miedo en las personas, la publicidad las manipula para que los consumidores tomen decisiones emocionales en lugar de razonadas. Todos los grandes profesionales del marketing saben que uno de los principales deseos humanos es conectarse con otros humanos y sentirse parte de una comunidad. Unas de las cosas que más temen las personas es ser excluidas de esos grupos sociales. La publicidad nos conduce sibilinamente a veces, y otras de formas más descarada a: comprar cosas para no vernos abocados al ostracismo.

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