"aquellos que nacen al albur de tan solo la defensa de los intereses de una ciudad, como si quisieran constituir verdaderos cantones al estilo de la I República, o reinos de taifas como en la etapa andalusí, al igual, aunque no lo crean, que los independentistas; de aquellos que se presentan de forma ya nostálgica con siglas que evocan un pasado caduco,"
2023-03-12
No, no, estimados lectores, no me he equivocado de título, ni quiero hablar de la Casa Blanca, ni de los hombres de negro que llevan camisa blanca, ni de los blancos italianos que llevaban sus camisas negras, ni tan siquiera de los camisas azules de la falange, ni de la popular canción de Juanes, tengo una camisa negra; se lo aseguro. Hoy, desearía hablarles de un hecho curioso, que observando un poco a nuestro alrededor, nos daríamos perfecta cuenta de lo que a me refiero, que no es otra cosa que a los políticos, ya preparados casi como los costaleros de nuestra Semana de Pasión, para iniciar la larga carrera hacia las elecciones municipales y las que vengan para convencer a tantos como puedan en ese ir y venir por la geografía peninsular, dando mítines, casi a la misma hora en varias localidades a la vez, lo que parece un misterio o es que tienen el don de la ubicuidad.
Aquellos, sean del partido que sean, desde los más pequeños hasta los más grandes, caigan chuzos de punta o haga una calina de órdago, casi siempre van vestidos en sus actos públicos con la consabida camisa blanca, por supuesto, de manga larga, como casi un uniforme que los identificase. Basta darse un paseo para ir viendo ya a estos hombres de camisa blanca en los lugares donde figuran sus fotografías, las noticias de prensa o televisivas, como preludio de la campaña electoral, para comprobar lo que vengo diciendo, pues parece que aquello del traje de chaqueta se ha olvidado y ha quedado trasnochado; y hoy, todos, o la mayoría se han quitado la corbata y el traje de chaqueta, que incluso cuando lo llevan, suelen hacerlo también con una camisa blanca de manga larga y corbata negra (será porque estarán de luto al haber perdido alguna elección, alcaldía o diputación).
Y es que en política todo se aprende de forma muy rápida, y no hay partido político, sea del signo que sea, salvo excepciones, que no se hayan apuntado a todo lo que suponga obtener un voto, sea como sea, y cueste lo que cueste; como por ejemplo aquellos que se han apuntado al carro del sexismo en el vocabulario hacia los dos géneros, pues no se les puede caer de la boca el ciudadanos y ciudadanas, amigos y amigas, como consigna impuesta por los comités ejecutivos (léase politburó) de cada uno de los partidos y partidas políticos y políticas, para atraer más votos y votas, o quizás, más devotos y devotas; aunque como en todo, quien quiere obligar forzadamente a la gramática española, cae, indefectiblemente en su propia trampa. Aquí tenemos el caso del partido o partida (de póker), llamado UNIDAS PODEMOS, y yo me pregunto, se habrán equivocado al no denominarse ¿UNIDAS Y UNIDOS PODEMAS Y PODEMOS?
La verdad, solo tiene un camino, y en este caso de Unidas Podemos, se ve claramente una exclusión hacia el género masculino, que está en contra de sus propios devaneos gramaticales de pluralizar tanto el masculino como el femenino, por lo que me lleva en buena lógica a sostener que, desde el principio, este partido está discriminando al varón, puesto que desde sus propias siglas no contemplan a los Unidos varones de su propio electorado, que no barones.
De la misma forma, parece que existe una pandemia en cuanto a cómo los candidatos y candidatas se presentan ante los votantes y votantas, pues en el caso concreto de los varones, se ha impuesto el modo y la moda de llevar una camisa blanca de manga larga, aunque de distintos tonos, como una nueva fórmula de atraer votos y votas, pues el blanco, es por todos sabido, simboliza la pureza, la limpieza de espíritu y hasta a la Virgen Inmaculada, pulcra, y sin mácula. Nueva estrategia subliminal, que parece desapercibida, pero que nos da una nueva pista o pisto (qué rico), una nueva clave o clavo (para aderezar un buen rabo de toro), para contemplar como la mediocridad se instala entre nuestros políticos de turno, en vez de presentar a personas preparadas en cada uno de los campos de especialización, siendo difícil encontrar a ministros, ministras o menestras (de verduras, por supuesto), que tengan un mínimo bagaje cultural, universitario o perfil profesional destacado, porque estimados y estimadas votantes y votantas; desgraciadamente, desde hace ya muchas legislaturas, la política se convirtió en una forma de obtener un empleo, aunque no se sepa hacer ni la o con un canuto, como nos decían en la escuela y escuelo (que no escualo).
Estos camisas blancas de manga larga, sin mancha, como los santos, aprovechan cualquier mínima ocasión para captar los votos y las votas de los más ingenuos e ingenuas, en base a utilizar cualquier medio a su alcance para electoralizar y obtener con el engaño más burdo, a otro seguidor de un camisa blanca de manga larga, desabrochados los puños y un poco recogidos, como si fuesen de faena.
Confieso que yo no tengo una camisa blanca ni de manga corta ni larga. Tan sólo cuando fallecieron mis queridos padres, uno de mis hermanos me la prestó, así como cuando recibí mi título de Doctor en Humanidades, en donde era protocolario llevar una camisa de manga larga blanca, como la pajarita del mismo color, que junto con la toga y el birrete me prestaron en la propia Universidad. Lo confieso, no me gusta el blanco para la ropa, pues las amas y amos de casa lo saben perfectamente, ya que el blanco es muy proclive a ensuciarse, a desteñirse. Como farsantes son una buena parte de los políticos que prometen y prometen cuando se acercan las elecciones, lo mismo que si se tratase de un período donde se cosecha la aceituna, gastándose un dinero innecesario en propaganda electoral, octavillas, carteles y sobre todo en papeletas, que no sólo cuestan un dineral que pagamos todos, sino que a la postre, contaminan el medio ambiente, pero aquí todo vale para obtener un empleo público sin ningún tipo de oposición, sin estudiar un temario, y sin tener unos estudios mínimos exigibles para el ejercicio de tan alta responsabilidad como es el bien de la “res publica”, que no de la República, que demasiados llegan a confundir por mera ignorancia.
Cuánto añoro a los políticos de fines del siglo XIX y del siglo XX, auténticos intelectuales, cuyos discursos se pueden leer en el diario de sesiones del Parlamento español, que, por no olvidar, no cito a ninguno ni a ninguna, porque también las ha habido, como mujeres formadas y tecnócratas en cada uno de sus campos de conocimiento.
Quisiera terminar con dos consideraciones sobre estos aprendices de políticos, sobre todo de aquellos que nacen al albur de tan solo la defensa de los intereses de una ciudad, como si quisieran constituir verdaderos cantones al estilo de la I República, o reinos de taifas como en la etapa andalusí, al igual, aunque no lo crean, que los independentistas; de aquellos que se presentan de forma ya nostálgica con siglas que evocan un pasado caduco, o de aquellos que pretenden obtener un puesto de trabajo como políticos, les digo que vayan sacando del armario su camisa blanca de manga larga y la planchen, la cuiden, y por si acaso, tengan otra muda o mudo (mejor sería) de quita y pon, pues ya se sabe que el sudor, ensucia el blanco inmaculado, que en una buena parte de las ocasiones, no se corresponde con la limpieza moral de aquellos que quieren representarnos (léase suplantarnos), para solo obtener beneficios y prebendas a costa de sus engaños y mentiras a partir del 28 de mayo, fecha en la que por cierto, se podrá llevar una camisa blanca de manga larga con comodidad; moda electoral que quizás se haga extensiva a las mujeres políticas, llevando una camisola blanca que les llegue hasta los pies, por supuesto, de manga larga, aunque sea remangada.
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