![]() |
Este breve título, podría parecer anodino a la luz de lo que ya todos conocemos sobre la gestión de la Seguridad Social, aunque no nos atrevemos a proclamarlo, ni mucho menos a denunciarlo, según lo... |
2023-04-23
Este breve título, podría parecer anodino a la luz de lo que ya todos conocemos sobre la gestión de la Seguridad Social, aunque no nos atrevemos a proclamarlo, ni mucho menos a denunciarlo, según lo que diré a continuación; pero primero permítase una chanza, pues hasta ante la gravedad de la situación, somos capaces como andaluces de reírnos de nuestra propia desgracia: ¿Es casualidad, que el logotipo de la Seguridad Social, se parezca tanto al de las Schutzstaffel de Himmler , o sea, de la llamada SS hitleriana? Para mí sin duda alguna, pues fuera del parecido de los símbolos, estamos realmente bajo un sistema de salud dictatorial, precario, inoperante, dejado de la mano de Dios, se mire por donde se mire, por parte de nuestros gobernantes.
Soy consciente, sé que estoy en manos de especialistas médicos de la Salud en Andalucía, pero lo que no puedo admitir, sin ninguna excusa, es el maltrato personal e incluso negligente por parte tanto del Sistema Sanitario Andaluz, como por ciertos “especialistas”, que están obligando a los pacientes de todo género, a buscar otras alternativas médicas para tratar de curar, o al menos, aliviar sus dolencias, pues en la actualidad, España está atravesando una situación crítica, ante el abandono injustificable de la atención a la salud.
Por vez primera, las consultas a especialistas de toda índole se han disparado y han superado las del SAS, tanto a nivel particular, como a través de aseguradoras, que han visto un nicho económico más que ventajoso ante la atención nefasta, arbitraria, abusiva; y a veces, negligente de los llamados especialistas médicos, no de todos por supuesto, que contradictoria y surrealistamente son los mismos que en una buena parte, tienen tanto consultas privadas en las que hay que pagar por sus servicios, como consultas en la Inseguridad Social, algo que me parece totalmente plausible, pero todos ustedes convendrán, no es lo mismo el que te atienda un mismo médico, ya sea en su consulta privada que en la Securitate, aunque me temo que la respuesta de algún especialista que se sienta aludido, será la más que consabida cantinela de que no pueden atender a tanto paciente en tan poco tiempo en la sanidad pública, lo que en absoluto tiene que ver con el maltrato psicológico, ninguneo, desprecio y falta de respeto y educación, que recibimos de algunos de estos llamados médicos especialistas, que adolecen de la más mínima urbanidad e interés, y a veces, de un autoritarismo fuera de todo lugar, pues creen que todo el monte es orégano, hasta que en pocas ocasiones, se tropiezan con la horma de su zapato, con un paciente que ante el desprecio, la pasividad y hasta la mala educación de estos mayoritariamente licenciados en medicina, especializados tras aprobar en el mejor de los casos el MIR, cuyas especialidades en cientos de ocasiones no coinciden con sus expectativas para obtener una plaza de la especialidad deseada; todo lo cual, conlleva una situación inasumible por parte de todos aquellos enfermos, pensionistas y trabajadores, que estamos pagando o hemos pagado a lo largo de nuestra vida laboral por una prestación sanitaria de calidad, acorde con un país teóricamente desarrollado del primer mundo; aunque no quiero olvidar y reconocer que algunos profesionales que por vocación han elegido esta maravillosa ciencia para su ejercicio, cuando han visto en sus consultas privadas, casos auténticamente graves, se han tomado todo el interés por derivar a esos mismos pacientes a la SS, por entender que su código deontológico, hipocrático, no puede volver las espaldas a estos casos que han sido ninguneados por otros compañeros de su propia especialidad dentro de la SS. Esto es también una lotería, puedes tener cita con un verdadero y vocacional médico, o, muy por el contrario, con otro, que no tiene ni el más mínimo interés por sus pacientes, preocupándose sólo por percibir un salario mensual y pasando olímpicamente de las personas, cuyas vidas pueden estar en sus manos. Esta es una cruda realidad palpable que todos por desgracia hemos conocido en nuestras carnes, o en familiares, que en el peor de los casos, han pagado esta inacción con la muerte, por una desidia injustificable y una preclara negligencia, aunque es difícil ver cómo cae un profesional negligente dentro de la medicina, dado el corporativismo existente; si bien las denuncias aumentan exponencialmente, lo que es un índice a tener en cuenta a la hora de evaluar la situación de la Sanidad pública en Andalucía.
Al hilo de lo que llevamos comentando, desde que tengo uso de razón, he visto cómo a los especialistas los hemos encumbrado y sentado en la poltrona por propia iniciativa, pues no podrán negar, estimados lectores, como tras cualquier consulta dentro incluso del sistema público de salud, no faltaban los regalos a esos especialistas, que no sé a cuento de qué, se les tenía que premiar de esta forma, cuando lo único que estaban era haciendo su trabajo, al igual que un ingeniero, profesor, arquitecto, albañil, así como del resto de profesionales, pues entiendo que en esta sociedad todos somos necesarios, pues en alguna ocasión, entiendo, que estos especialistas de pacotilla, sin vocación, han necesitado los servicios de cualquier otro profesional, que a la postre, no ha recibido ninguna prebenda por su trabajo. Suscribo lo que acabo de afirmar, puesto que lo viví en mi propia casa, y aún se sigue practicando en un buen número de casos por personas ya mayores, que así lo vivieron, lo vieron de sus padres, por no decir que hasta lo mamaron desde que nacieron, sin hablar, de las prebendas que recibían estos especialistas de la medicina por parte de los distintos laboratorios médicos para influenciarlos para que recetasen determinados medicamentos de un específico laboratorio frente a la competencia; lo que afortunadamente, hace ya muchos años que se legisló esta práctica como un soborno, que en ningún modo se podía consentir por ser ilegal.
Este encumbramiento tiene una explicación antropológica y sociológica muy simple; que no es otra que la dependencia de nuestra salud de toda suerte de especialidades, que ponemos en manos de algunos pseudo-profesionales cuando la patología que padecemos se complica, pues nada puedo decir en contra de los antiguamente conocidos como médicos de cabecera, hoy llamados de familia, pues afortunadamente, con las debidas excepciones, pues de todo hay en la viña del Señor, vienen a suplir la falta de atención de sus colegas especialistas, que a veces, hasta denostan y ponen en tela de juicio la praxis médica de estos médicos de cabecera, por entender, que no poseen la formación médica y académica que ellos, sí han recibido.
Como en las edades del hombre, existe también una evolución, que al menos resulta inaceptable en el transcurso de estos últimos años, que vienen a condensarse o a resumirse en tres períodos, como si hablásemos del propio desarrollo histórico de las sociedades humanas.
Un primer estadío, llamado de “salvajismo” bajo el concepto histórico, que vendría a corresponderse con la idea generalizada por parte de casi toda la sociedad, en favor del encumbramiento de los especialistas médicos, a los que se pagaba no sólo por la consulta, sino que, además, se les ofrecían regalos de todo tipo, o léase, ofrendas, como si se tratasen de verdaderos dioses del Olimpo, como hemos indicado con antelación. Esta época, obviamente, correspondería a aquella en la que no existía ningún sistema público de sanidad cubierto por el Estado, hasta que en el año 1908 con el llamado Instituto Nacional de Previsión, precedente de lo que en 1942 se denominó el Seguro Obligatorio de Enfermedad, luego ampliado en sucesivas décadas, que sigue vigente, aunque ahora en manos de las distintas comunidades autónomas como en Andalucía, que si ya era deficiente en la época de la dictadura del PSOE, no sé si ahora estamos peor con el gobierno del PP-Cs.
En definitiva, aquí el único perjudicado es el paciente, el enfermo crónico y nuestros mayores, que llegados a cierta edad, parecen estorbar al sistema sanitario, como hemos comprobado ante la pandemia de coronavirus, donde por ejemplo en la Comunidad de Madrid, estaba prohibido el traslado de pacientes de residencias de mayores con COVID a centros sanitarios, lo que me parece igualmente un salvajismo, por no decir un delito, un genocidio consentido por las autoridades políticas y sanitarias, que además, han suprimido de un plumazo, la atención a distintos pacientes con patologías crónicas, como los diabéticos tipo 2, por parte de los endocrinos o diabetólogos, otro ejemplo más de la miseria de los políticos que nos desgobiernan en Andalucía, pues las competencias de éstos, han pasado a manos de los médicos de familia y de los ATS, que efectúan, si cabe, un control más exhaustivo que los propios especialistas, aunque estos últimos se han visto abocados a esta situación por las políticas de turno para reducir los costes médicos y por la falta de especialistas en todas las áreas.
El segundo estadío, correspondería a lo que se conoce en las edades del hombre como el período de barbarie, que en definitiva, sigue más o menos las mismas premisas que el primer período de salvajismo, con la excepción de que a raíz de la pandemia de COVID, los médicos nos quisieron vender la idea de que ellos no eran los culpables de la situación de anarquía en la sanidad española, lo que así creo; pero se quisieron aprovechar, argumentando que esa situación caótica, nos unía a pacientes y profesionales de la medicina frente a los políticos, por lo que no faltaron reconocimientos a este colectivo, que verdaderamente sufrió hasta llegar incluso a dar sus vidas por su vocación y profesionalidad. No obstante, lo que no es de recibo, es que en esta época en la que todos, médicos y pacientes, éramos una sola voz, ahora, pasado el peligro, hayan vuelto a esas prácticas poco ortodoxas, o al menos, ya se hayan olvidado del apoyo que recibieron de la población en general, habiendo pasado nuevamente a ocupar la poltrona y a recuperar su anterior posición predominante, olvidando a aquellos que en todo momento les apoyaron en todos los sentidos.
El último período es denominado de civilización, pero éste aún no ha llegado en lo correspondiente a la Salud en Andalucía, pues cada vez se alargan más las citas para las consultas y pruebas médicas, listas de espera interminables para las intervenciones quirúrgicas, suministro de medicamentos, algunos de los cuales están en permanente falta en las oficinas de farmacia cuando son esenciales para los enfermos crónicos, y aquí no se mueve un dedo por parte de la Comunidad andaluza, por lo que vista la situación, repito, son ya cada vez más los pacientes que utilizan la sanidad privada, a tocateja, puesto que la situación es ya insostenible, volviendo a una situación de injusticia, de desigualdad y de desamparo a tenor de lo que afirma nuestra propia Constitución en favor de la no discriminación por distintas razones que se podrían argumentar, pero la principal, por la situación económica de las personas, que las discrimina, frente a aquellos que por suerte, disponen de los suficientes recursos económicos para afrontar esta situación tercermundista, que no de civilización.
Esta Seguridad Social se ha convertido por desgracia en una fábrica de desafectos dentro de los médicos, que en más de un caso, que conozco personalmente, y después de llevar más de una década dentro del sistema sanitario andaluz, lo han abandonado, puesto que las presiones que reciben por parte de los comisarios políticos médicos y farmacéuticos, ya sea para no recetar medicamentos caros, denegar visados de medicinas para los que hace falta la aprobación de los inspectores farmacéuticos, ya sea para no derivar a pacientes a los llamados especialistas o para conceder bajas laborales, han provocado una desafección que al final terminan por pagar los menos culpables, o sea, los enfermos.
Todo es electoralismo, hasta la vida de las personas a las que la clase política les importa poco, a no ser que con ello obtengan votos, pues es surrealista, que un cambio de sexo, con todos mis parabienes, sea cubierto por la SS, en tanto que otros verdaderos problemas de índole odontológica, no estén dentro de la cobertura de la SS. Mi última experiencia es la de haber tenido que pagar una intervención de blefaritis, pues tenía una conjuntivitis crónica y permanente, en tanto que la SS, consideró su solución con una blefaroplastia como ¡una intervención estética!
Termino además, queriendo aclarar que cuando usamos la palabra Doctor, al referirnos en general a los médicos, nos estamos equivocando totalmente, pues la mayoría de estos profesionales no son doctores en medicina, sino licenciados, pues el título de Doctor sea de la especialidad que sea, se consigue tras la realización de los correspondientes cursos de doctorado, y lo más importante, tras la defensa de un trabajo inédito de investigación ante un Tribunal; titulación de Doctorado que no olvidemos, es la más alto grado que se puede obtener en una Universidad en todo el mundo. Este claro anglicismo, deberíamos de descartarlo, salvo para aquellos profesionales de la medicina que bien saben lo que cuesta obtener este máximo título académico, y que no entiendo cómo permiten esa extensión al resto de los médicos. No en vano, el propio parlamentario del PNV en época, pero también abogado de pro, Iñaki Anasagasti, defendió un caso por negligencia médica, argumentando entre otras razones, que el demandado se nombraba como Doctor Fulano de Copas, cuando no disponía de esta máxima titulación universitaria, que por supuesto, como hemos indicado, es un anglicismo que los médicos que no son doctores, solo pueden acompañar delante de su nombre y apellidos, pero nunca, si no han obtenido este grado académico, pueden utilizar como Fulano de Copas, Doctor en Medicina, lo que sería un claro intrusismo y una apropiación indebida y falsedad documental. A nadie he escuchado aún dirigirse a un arquitecto, ingeniero, filólogo, historiador o cualquier otro profesional que han obtenido el doctorado, llamarlo don Fulano, doctor en arquitectura; o don Mengano, doctor en filología inglesa; o don Zetano, doctor en Historia, por poner algunos ejemplos. Tengamos las ideas claras, pues el postureo es muy facilón cuando no cuesta ningún esfuerzo, en tanto que los verdaderos doctores en medicina, de los que conozco a varios de distintas especialidades, callan, quizás por no crear un barrizal. Doctores tiene la Iglesia, y por enderezar esta cuestión, acudo a la primera acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, que dice a la letra sobre doctor: “Persona que ha recibido el último y preeminente grado académico que confiere una universidad u otro establecimiento autorizado para ello”; y sólo en su cuarta acepción, de forma coloquial, se entiende al “Médico, aunque no tenga el grado académico de doctor”.
Saquen ustedes sus propias conclusiones, pero se mire por donde se mire, estamos todavía en la época del salvajismo, si comparamos la atención de la SS, frente a la propia evolución de las Edades del Hombre. Sigamos encumbrando y callando los abusos, sigamos aguantando los quebrantos pues al fin y al cabo todos moriremos, aunque algunos tendrán la posibilidad de vivir más y con mayor calidad de vida, dependiendo del especialista de turno; que por desgracia no podemos elegir, aunque está contemplado como una potestad del paciente; lo que cambiaría el panorama sobre los especialistas, pues algunos tendrían sus agendas llenas, mientras que otros, las tendrían completamente vacías, por lo que se tendrían que poner las pilas al no ser productivos por su deficiente praxis; y sobre todo, no sigamos llamando doctor a quien no le corresponde esta titulación, pues por algo que les moleste, deberíamos empezar, sin ello constituir una falta de respeto ni de educación, pues siempre entiendo hay que dirigirse de usted a todos los profesionales, algo, que en no todos los casos, se recibe a la recíproca, lo que pone de evidencia nuevamente, la falta de respeto y educación de algunos para los que somos simplemente ganado. Más valdría, tal y como está la situación, que algunos veterinarios se ocuparan de las personas.
Para dar tú opinión tienes que estar registrado.