2022-11-20
Estudié Derecho en la UJA. Hubiera sido imposible hacerlo fuera de Jaén; pocos años antes, el entonces Colegio Universitario, desplegaba solo estudios que eran escasos y muy señalados, en años en el que los padres estrujaban hasta el límite una vaca muy flaca, con familias numerosas al uso, e ingresos provenientes de un solo sueldo con muchas horas detrás.
Una historia, que, en muchos casos aderezada por puntuales ayudas en forma de beca, se repetía en una ciudad donde habitualmente los estudios universitarios quedaban hasta la creación de la UJA solo para algunas familias cuya situación económica lo permitía sobradamente; como, en no pocas ocasiones, quedaba también la posibilidad del trabajo postuniversitario, en despachos de rancio abolengo, a los que difícilmente podían llegar aquellos que miraban el horizonte laboral con dificultad.
La UJA cambió radicalmente ese escenario. Los estudios universitarios dejaron de ser un reto inalcanzable para miles y miles de jóvenes comprovincianos, que en muchos casos pudieron desplegar una brillantez intelectual que de otra forma hubiera quedado en el limbo. Pero no solo eso. En Jaén se empezó a investigar, se generó también eso que se llama “vida universitaria” que cambió el perfil de una ciudad bastante triste y muy elitista. Crecieron negocios y vida en torno a la Universidad. Y la propia Universidad, consciente de lo que representaba, peleó un prestigio que crecía día a día, como podía comprobarse en el prestigioso ranking de Shanghai. La gratuidad de las matrículas ayudó a empujar, y, como poco, sabíamos que teníamos en nuestras manos y en nuestro propio territorio un foco no solo de conocimiento, sino de generación de futuro y modernidad.
Ahora, esta Junta de Andalucía de Moreno Bonilla se ha empeñado en cortar por lo sano algo que es fundamental para los jiennenses. Porque si se corta la financiación, si las universidades “de provincias” son tratadas como “de segunda”, si ya empiezan a llegar dotaciones económicas sólo “para lo justo”, corre el peligro de que nuestra Universidad se convierta en una especie de “Instituto grande”, al que volverán a ir aquellos y aquellas con menos ingresos, mientras las familias “de bien” seguirán mandando a sus hijos a las Universidades de nombre y abolengo, muchas de ellas privadas, para que traigan bajo el brazo un título “de los buenos”, y no un “títulillo” de una pequeña universidad del tres al cuarto.
Es el mismo proceso que ya sufrimos con la Sanidad. Detrás de uno, y de otro, solo hay negocio. El negocio que mueve las políticas de estas derechas “moderadas” que se mueven muy a gusto sin ruido, con la enorme propaganda que sale de las arcas de Andalucía, y labrando un futuro terrible para clases medias y trabajadoras, mientras los dividendos de los poderosos no paran de crecer. Y es que hay que pelear. Nos jugamos el futuro de quien viene detrás.
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