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ALFREDO INFANTES DELGADO "Poeta jardinero de clase |
2025-08-10
Gsús Bonilla
Gsús Bonilla (Jesús Bonilla Mansilla, Don Benito, 1971). Es Jardinero. Es poeta. Ha sido encasillado dentro del movimiento de “poesía de la conciencia crítica”, y extiende su ejercicio poético a diarios, artículos, cuadernos de campo, etc, que exploran su particular relación con el mundo vegetal.
Desde 1975 en Madrid ha vivido siempre en Vallekas donde por diversas circunstancias no cursó estudios superiores; aunque suele decir: que la calle, y la vida en ella, siempre parece ser mejor universidad, será por eso que luce con orgullo el “aprobado raspado” en la antigua y extinta Educación General Básica obteniendo así el “preciado” Graduado Escolar (el cual actualmente le da de comer). Autodidacta sin remedio, siempre y desde muy joven escribió y vivió algo parecido a poemas aunque, desde hace relativo poco tiempo y por medio de las nuevas tecnologías, decide darlos a conocer en diferentes foros y blogs de Internet donde adopta su nombre de guerra: Gsús Bonilla. Es asiduo a las jam sessión de poesía que organiza las noches de los miércoles el Bukowski Club, del barrio madrileño de Malasaña, donde suele leer sus poemas.
Es miembro fundador de la Asociación Cultural La Vida Rima. Colabora en las revistas de poesía Es Hora de Embriagarse (con poesía) y Pro-vocación.
Tiene más de una decena de libros de poesía publicados y sus poemas han sido recogidos en multitud de antologías y libros colectivos. Después de una década de publicaciones su vínculo con la poesía quedó reunido en la antología P.G.B.-Poesía General Básica 2007/2017. Su cuaderno de poemas Arboretum (Breve antología de árboles caídos), fue reconocido con el I Premio Internacional de Ecopoesía Valle del Jerte, 2022. Como activista cultural, entre 2013 y 2020 coordinó POéTIKAS (Ciclo de poesía contemporánea y punto de encuentro cultural, en la librería La esquina del zorro, del barrio de Vallecas).
Su propuesta poética o fitopoética (a decir, de Jorge Riechmann) que responde a la relación profesional que desde hace años mantiene con el mundo vegetal a través de su oficio, es abordada desde lo emocional, sustentada en lo social y dedicada al compromiso, ineludible, ante la urgencia climática y crisis medioambiental imperante. Algunos de sus textos forman parte del repertorio de El cultivo de la singularidad (acción musical y poética en torno al oficio jardinero que, junto a la guitarra clásica de su compañero de oficio José Antonio Castiñeiras, han desarrollado en diferentes escenarios y ciudades del Estado español).
La poesía de Gsús Bonilla abre grietas, filtra desasosiego, rompe el silencio como esas paredes medianeras por las que atraviesan los ruidos de la noche. Sus poemas niegan rodeos y circunvalaciones para explorar el núcleo central de la existencia, ese sitio angosto que mancha nuestros sueños de alquitrán.
Gsús Bonilla lleva años jugándosela con el diagnóstico de lo difícil, es decir, la huida del lugar común donde la mal llamada poesía proletaria parece haberse convertido en la mala conciencia del capitalismo y sus mecanismos tan poco simbólicos de dominación: la cárcel de la pobreza, el estigma de las clases humildes y la invisibilidad de los débiles. Gsús Bonilla es uno de los tipos más honestos y dignos de la república de las afueras, una consciencia básica como lo es su poesía de la reconstrucción crítica del porvenir. (https://asociaciontorreisunza.wordpress.com/jesus-bonilla-mansilla-gsus-bonilla/)
Quiero que mis poemas recuperen a las personas sin voz, nos dice Gsús en su blog https://gsusbonilla.blogspot.com/
Y aquí os dejo algunos poemas suyos:
Ginkgo biloba
Más allá de amarnos he de saber si la Segunda Guerra Mundial alcanzó su fin
Por qué aún hay semillas mías repartidas por el mundo como símbolos de paz esperanza y resistencia
A estas alturas de la Tierra deseo de un poema la misma luz que la de aquel amanecer en Hiroshima
Qué otra cosa imaginar que no sea el vientre atómico de una aeronave
Qué otra cosa, inequívoca desde el cimiento que no sea una ciudad arrasada
Qué otra cosa, diferente al sufrimiento humano Qué otra cosa, dime
distinta al calor abrasador de un bombardeo.
***
Superhéroe
Confía en mí como quien pone sus labios secos y agrietados en la estampa de un santo o en el mármol frío de la peana del mismísimo Dios, así es su fe
como la de un empresario gordo en un político afín como la de éste en un banquero podrido de dinero
como la de todos ellos en un hombre corpulento y uniformado armado sin alma adiestrado, ciego y sumiso.
Confía en mí nada más porque soy su padre y eso es mucho y nada y más grande que yo, para ella, no hay nada ni nadie
y todo lo demás que no sea yo está por debajo de sus noventa centímetros de altura
y confía en mí, sobre todo porque tengo las manos suaves y los pies calientes.
Confía en mí, aunque todavía no sepa que el miedo que tengo es a que se le escape el globo
y yo no lo pueda alcanzar.
***
Majestad
he puesto el mantel sobre la mesa y sobre ella: pan
los cubiertos el vaso de agua y un plato vacío.
Un día más he conseguido habitar lo deshabitado.
He sentado a mi hija frente a todo, y es ella quien me paga con lo único que tiene: el tesoro encofrado de sus labios
y me honra si toca cualesquiera de mis hombros.
La respeto:
solo ante ella doblo mis rodillas.
***
La llamada
evoco a mis antepasados maestros en el arte de la tanatopraxia; a mis ancestros, que despellejaban cabras, borregos, y, de vez en cuando, un buey; que desollaban conejos y liebres, socarraban cerdos, y, casi siempre, en agua hirviendo, gallinas moribundas, eran desplumadas. añoro, todo un sinfín de habilidades que me impresionaban de niño, hoy, que no soporto la belleza de los telediarios.
***
Broche de oro o epílogo:
lombrices que trituráis la tierra estómagos que digerís la soberanía de un pueblo cagarnos cagarnos cagarnos cagarnos la luz propia de las tinieblas, pues si nos agraciasteis con la oscuridad: las entrañas nos pertenecen cagarnos cagarnos cagarnos hacer del vientre un corazón qué importa su negrura, pero por fin: un corazón
***
Inventario universal
La caja, tus zapatos los gusanos y las hojas de morera. Mis mariposas.
La casa, la jaula el pájaro, su trino, el alpiste. Mis huevos.
La calle, los perros sus mierdas, el parque y el arenero.
Mi barrio el camello, la sed, el agua y la sal.
La ciudad, los borregos la lana, el frío y el lobo.
El estado, sus buitres el olor, los cadáveres
y más gusanos.
¡El continente!¡El contenido!¡El fuego!
El mundo… y ese sonido extraño de las hienas cuando tienen hambre.
***
Apunte del setenta
Nací en el seno de un establo donde mi abuelo era propietario de una vaca de manchas negras y su leche mi alimento.
Manchada se secó y fuimos en busca de nuevos horizontes.
Por mi padre sé que habitamos chabolas construidas a medias en el estraperlo de la noche y otras veces, las más la morada hacía equilibrios por el alambre de un alquiler. Y como ya apunté en otros poemas en el camino de la infancia hasta mi adolescencia hubo un océano de zancadillas -posiblemente este principio no venga a cuento- y debería de haber empezado por el suelo:
en el que mi madre en cuclillas me cantaba el: jesusito de mi vida eres niño cómo yo por eso te quiero tanto que te doy mi corazón tuyo es mío no
¡tuyo es, mío no!
me cantaba para curarme las heridas
y consiguió
levantarme más ampollas.
***
Terna
Cuándo aprendimos a soplar para no quemarnos. Cuándo empezamos a temer al fuego. Y el miedo, cuándo heredamos el miedo.
Cuántas heridas primitivas hemos necesitado hasta concebir una sola señal de peligro, un símbolo que invite a virar de dirección.
Qué color causó el primer espanto. Quién nos enseñó el significado del grito, a caminar sobre brasas.
Y quién a afilar la tijera, a acercar su filo a la lengua a apretar fuertemente sus ojos oblicuos.
Quién decidió introducirnos los dedos en la tráquea. En qué consiste el arte de enmudecer.
Qué altura tiene un precipicio cualquiera. Qué profundidad un pozo, cuánto mide el vacío en cualesquiera de sus ángulos.
Un día, con toda seguridad, mirarás hacia atrás y no habrá nada, ni nadie… o quizá sí y estés tú y tu poli malo interrogando a tu propia sombra.
***
España cuchilla
Cuando tu país alce alambradas hasta las nubes y las encumbre con cuchillas, los aguaceros mudarán a sangre.
No estreches la mano a los tullidos, contempla como se tiñen los paraguas, ejecútate la señal de la cruz
desde la frente al pecho desde el hombro izquierdo al derecho.
***
Costuras
es curioso verla coser sola sin dedal puntada tras puntada con los dedos desnudos. sin miedo a dañarse.
claro que… las yemas hubieron de acariciar muchas heridas tiempo atrás. atrás. |
El mudo
tenía muchas cosas que contar. porque había pasado mucho.
cuatro años en un vertedero; bueno, era un campo de concentración, pero claro, la basura yace en otros lares;
doce de prisión por pintar monigotes en una revista libertaria; pero claro, si no estuviste nunca en una es muy difícil de explicar.
el resto de días que iban pasando hasta milnovecientosetentaycinco. estaba vigilado, coaccionado;
y después de la muerte del caudillo –el de por la puta gracia de dios– más o menos, lo que hacía era sobrevivir.
todo esto no se lo podía contar a su nieto –sangre de su sangre– revolucionario, rebelde
porque estaba hasta los güebos de las batallitas del abuelo.
por eso el yayo tras meter la tijera a la lengua
escupió
sangre.
***
Desprecio
Se nos murió el hombre, le queríamos mucho. No murió de muerte natural. Lo atropelló el pan o un plato de lentejas. Lo dejó malherido y nadie pudo hacer nada por salvarle la vida. El entierro fue el problema. Aquí no hay cementerios para hombre medios ni policías. Como en otros lugares, tampoco en mi poema hay un palmo de tierra para darle sepultura. Tuvimos que suplicar a un niño que nos lo dejara enterrar en su arenero y le negó el llanto. A un anciano le pedimos que en una huerta de su propiedad y nos dijo rencor. Pero ese sentimiento, como digo, lo han tenido de siempre los animales. A una mujer, que en su vientre y nos arrepentimos. De modo que lo incineramos, le dimos aire y olvido. Y es adonde reposan ahora sus restos.
Una vida
Una vida. una extensión mínima si se galopa desabrochado de enseres. una vida, sin más pretensión que un refugio que a duras penas intente resguardarte de la lluvia. hoy que nos escupen demasiado. una vida, lo mismo que una ciénaga alumbrada por el odio y preñada de huesos. una vida. una trampa mortal. hervidero de alimañas felices o en su defecto animales de huella profunda.
***
Aesculus hippocastanum
Acostumbrado a calmar la tos a los caballos no volveré a acompañar al sol de invierno y la alegría decadente de mis hojas será incapaz de arrojar de nuevo otra sonrisa amarillenta
Pronto llegará el otoño a vuestras habitaciones armónico y hormigonado, amable con la pezuña silvestre de los animales urbanos
Y mi violencia foliar, rendida sobre los adoquines aterrada como una niña bajo la mesa, oculta se difuminará merced a su viento propio.
***
Cuarto de e.g.b para David González, POETA
nos despiojaban cuando lo que teníamos eran pulgas –malas pulgas–
aquellos tíos tan listos desconocían por completo que nuestra sangre era azul puesto que éramos príncipes, miserables, pero príncipes
y lo peor de todo, aquellos tíos tan listos tampoco sabían
que entre parásitos
siempre
hubo
clases.
***
Un cacho tela
Un pingo o una rodilla
ése era el útil que mi madre usaba a la edad de 9 años para que reluciera el suelo de la casa en la que empezó a asistir
Asistir: así se denominaba por la gente sin recursos a quitar la mierda de la gente pudiente, ahora, viejita ya le ha dado por llamar a las cosas por su nombre
y me lo cuenta.
Así está ella que vuelve a ser joven,
como un trapo.
***
la infancia
algunas infancias nunca fueron fáciles ladrones delincuentes asesinos siempre sospechosos otras -sin embargo- niñas niños señalando con el dedo y todo el futuro por delante
***
Señales
Sientes que la calma ha llegado. El tiempo de contar ovejas quedó atrás. No apagues la luz. No duermas, todavía. Comienza a enumerar leones.
***
Runrún
si había una noche fría –como las de antes–
la señora siempreluto los acurrucaba junto a sus tetas luego, los sentaba a cada uno sobre sus rodillas y con esa vocecilla que tienen las antiguas, las de antes, –porque así eran las abuelas de antes– con voz de antes empezaba a hablarles de aquellos niños que no tenían padres con los bolsillos repletos de monedas
de aquellos niños que jugaban con el aro de metal de un barril de tocino
y hablaba de que a aquellos niños les sonaban las tripas y que el juego obedecía a la imaginación
y que los niños crecieron y que ya no había suposiciones ni juegos para olvidarse de comer y que aun así había que seguir en pie…
...y que ya era hora de dormir porque no había más que contar.
la abuela tenía miedo a trastornarles el sueño y cuando tenía la certeza de que estaban dormiditos, ensimismada, y con un runrún
y con esa vocecilla que tienen las antiguas, las de antes, –porque así eran las abuelas de antes– con voz de antes. seguía:
uno al pie de la cuneta otros a la orilla de la playa muchos más en la soledad de un descampado y tantos otros por las tapias traseras de los cementerios
la historia es como sigue…
sólo doblaron las rodillas en los últimos espasmos de la nuca al posterior disparo.
uno al pie de la cuneta otros a la orilla de la playa muchos más en la soledad de un descampado y tantos otros por las tapias traseras de los cementerios.
***
Día de reyes
sobre las mesas, sobre las alfombras; anoche, nuestros hogares estaban llenos de zapatos.
anoche en la línea* de gaza por las calles, sobre las aceras había zapatos
y los reyes mágicos pasaron de largo.
estaban sucios.
con polvo de sangre, salpicados de miedo.
los zapatos también.
* por ligera, por flaca, por fina, por tenue, delicada, consumida |
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