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SARA MARTÍNEZ "veo en sus ojos una tristeza anunciada, |
2025-09-21
No olvidemos a Iryna
Quizá no era la primera vez que cogía la línea azul del metro para llegar a casa, ni la primera vez que usaba su uniforme de trabajo. Quizá no era la primera vez que escogía ese asiento que desgraciadamente fue el último. No puedo quitarme de la cabeza el día en que Iryna Zaruska perdió la vida el 22 de agosto a las diez de la noche. Tenía solo 23 años y era una superviviente de la guerra de Ucrania. Había huido con su familia a Estados Unidos para aspirar a una vida mejor y encontrar la paz. Iryna tenía sueños. Deseaba ser asistenta veterinaria, le encantaban los animales, iba a sacarse el carné de coche e imagino que tendría muchas metas más. Cuando observo su foto veo en sus ojos una tristeza anunciada, una pausa entre el pasado y el futuro. Un rostro dulce. En el video se ve como ella entra en el tren con su uniforme de trabajo, unos pantalones color beige y una negra camiseta con el logo de la pizzería donde trabajaba, su cabello rubio recogido y tapado con una gorra. Todo va bien por el momento. Iryna coge su móvil, sus auriculares y está tranquila. Detrás de ella un hombre con capucha roja que ya por su mirada se percibe que está nervioso y dubitativo. Pasa un rato y el hombre coge una navaja de su bolsillo, se levanta y apuñala a Iryna tres veces en el cuello. Así sin más, sin conocerla de nada, sin motivo alguno. Lo que sacude el corazón es la mirada asustada de ella y después el llanto mientras él se marcha como si nada, manchando el suelo de sangre. Cinco personas había detrás de ella que podrían haberla ayudado y ninguna tuvo la valentía ni la humanidad de hacerlo. Uno se levantó un poco asustado y se fue sin siquiera mirar a Iryna, la mujer que había a su lado ni siquiera le preguntó como estaba o si necesitaba ayuda, solo se levantó y se marchó. Se veía perfectamente las gotitas de sangre en su pantalón y lo indefensa que estaba. ¿Por qué nadie hizo nada? Iryna se desmaya, un reguero de sangre mancha el asiento y el suelo. Nadie se acerca. Un buen rato después se acerca un chico y una chica e intentan pararle la hemorragia sin éxito. Si hubiesen actuado con tiempo Iryna tal vez se hubiese salvado. Lo que desgarra de este tema es la poca humanidad que se está viendo en el mundo. La frialdad con que se trata una vida humana. Iryna somos todos. Salimos de casa enfrentándonos al mundo, cogiendo el transporte público, caminar por la calle, entrar en establecimientos. Todos hemos cogido un asiento cualquiera en el metro o autobús y hemos tenido gente alrededor. ¿Quién nos mantiene a salvo? Una vida puede apagarse inesperadamente por un desarmado sin escrúpulos. A mí personalmente desde que ha pasado esto, me siento en un sitio donde no haya nadie detrás, incluso en el cine. ¿Es esto a lo que hemos de abstenernos, a vivir con miedo? ¿A cuidar sobreprotectoramente nuestra vida con ansiedad? El hombre que mató a Iryna y sus sueños ya está sentenciado. Ojalá pague de por vida lo que le ha arrebatado a Iryna y a su familia. Un montón de sueños rotos.
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