MANUEL PEGALAJAR PUERTA

"el auge de los fascismos siempre ha venido precedido por un aggiornamento de la derecha clásica

2025-07-13

El fascismo que viene

Nosotros los españoles, así arranca la ponencia política del Congreso del PP celebrado el pasado fin de semana, toda una declaración de intenciones que deja clara su vocación excluyente de la mujer y, por tanto, machista, así como su carácter nacionalista españolista, ese carácter que entronca y abraza a aquella España que se envolvió en vacíos conceptos nacional-patrióticos para convertir nuestro país en una inmensa cárcel, en un descomunal patíbulo. El Congreso del PP ha formalizado y normalizado la apuesta política por la disputa del voto a Vox en su propio espacio político, el de la extrema derecha.

Por tanto, no se está diciendo la verdad, o toda la verdad cuando se afirma que el PP no ha abordado ningún debate ideológico en su Congreso y que se ha limitado a refrendar el liderazgo de Feijóo, porque sí que ha hecho una apuesta muy fuerte al decantarse por las posiciones de derecha más extremas, encarnadas incluso en las designaciones de Miguel Tellado y de Ester Muñoz como secretario general y como portavoz parlamentaria en el Congreso de los Diputados, respectivamente, además de haber concedido la presidencia de su Congreso a Xabier García Albiol, declarado xenófobo que basó la campaña de las elecciones municipales de 2011 en limpiar Badalona de inmigrantes.

Y esta apuesta estratégica del PP es una muy mala noticia no solo para este partido —después se explicará—, algo que desde la izquierda sería, en todo caso, saludable, sino para la propia democracia, porque no hay que perder de vista que suele cumplirse ese axioma clásico que viene a decir que, siendo el precio el mismo, ante dos productos similares el consumidor siempre se decantará por el original frente a la copia, por más fidedigna que sea esta última. Esto, históricamente ha sido refutado en tantos sitios y en tantas ocasiones que lo que sería extraño es que en nuestro país no se cumpliera, porque en mayor o menor medida, el auge de los fascismos siempre ha venido precedido por un aggiornamento de la derecha clásica —y, a veces incluso de la socialdemocracia— a los postulados y/o propuestas de corte fascista como un intento estratégico dirigido a disuadir al electorado a votar a las extremas derechas. Esto siempre ha fracasado y al PP le va a fracasar también, y va a encontrarse —vamos a encontrarnos— con un Vox electoralmente cada vez más fuerte. Tanto es así que, solo un día después de concluir el Congreso del PP en el que había declarado su respeto por Vox y anunciado que no aplicará ningún cordón sanitario con respecto a ese partido, Vox lanza su propuesta de deportación de ocho millones de migrantes, incluyendo a quienes hayan nacido en nuestro país que, por ende, a todas luces es el suyo. Y ahora, ¿qué hará el PP, proponer la deportación de diez millones de migrantes, número de migrantes que no existen en nuestro país? En esta refriega de propuestas y en este escenario discursivo neofascista, Vox siempre va a derrotar al PP, porque su límite ideológico es nulo, inexistente en materia de derechos humanos.

El Congreso del PP, en resumen, ha delimitado un terreno de juego en el que el discurso, las propuestas y el ideario neofascistas centran la agenda política, como en el momento de escribir este artículo está ocurriendo en relación con las deportaciones de millones de seres humanos. No nos encontramos en el clásico escenario bipartidista, como desde algún sector de la izquierda se sostiene conceptualmente, sino en un escenario prefascista que nos obliga, tanto a la izquierda como a todo demócrata, a remangarnos y a pelear frente al fascismo que viene.


 

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