FRANCISCO SÁNCHEZ

"soberbia, que es la que manifiestan quienes nos han traído a esta situación

2025-08-10

Cetedex. A tiro fijo (I)

Jaén es la única capital andaluza que pierde población. Con un titular como ese estrenábamos el año 2025 en una ciudad que aguanta una sucesión de “noticias” que, de cuando en cuando, dibujan los paisajes que algunos se empeñan en hacernos vivir como fatalidad y no como resultado de políticas concretas que se vienen aplicando desde hace ya muchos años. Nuestra gente, sobre todo nuestra gente joven, se ve forzada a emigrar para que se fortalezcan unas pocas ciudades enormes que prosperan a costa de aquellas que, como la nuestra, asisten a la negación planificada de su futuro, condenadas a una vía muerta y a un deterioro que multiplica el malestar y la incertidumbre.

En un contexto como este, las fuerzas que son responsables de la situación y que han estado (y siguen estando) al servicio de las minorías que siempre salen ganando, presentan el proyecto de algo llamado “Cetedex” como la solución milagrosa a ese declive de la ciudad y la provincia, en el marco de este recién estrenado y frenético casino del rearme en el que algunos listos apuestan con el dinero que no es suyo.

Es verdad que la gente de Jaén está ya lo bastante acostumbrada al naufragio de proyectos estrella como para no dejar de mantener un hilo de sano escepticismo hacia las promesas de quienes, al fin y al cabo, son los mismos que nos han traído hasta donde estamos. Pero ese ánimo no puede, sino convivir, también, con el lógico deseo que mantienen muchos vecinos y vecinas, hartos de esta situación mortecina, de que este centro logístico proyectado suponga, realmente, una expectativa positiva para la ciudad.

A quienes compartimos la idea y el sentimiento de que hace falta una perspectiva nueva para quienes vivimos en Jaén y para las generaciones que vienen, se impone una reflexión que intente aclarar si esto del Cetedex puede ayudar a colmar, de alguna manera, estas aspiraciones, o más bien pudiera, incluso, conllevar un cierto peligro, con la potencialidad de hipotecar, todavía más, el futuro de la ciudad. Y es que, sin entrar en más consideraciones de momento, hablamos de trece millones de metros cuadrados destinados subordinados a una lógica que ya no corresponde ni a la economía ni a la cultura de nuestra ciudad y nuestra provincia.

Quizás se pueda pensar que no merece la pena discutir sobre este tema, que es algo imparable, y que hacerlo, además, es hasta perjudicial. Pero el sentido común nos dice que convertir Jaén en un punto neurálgico de las armas de las guerras modernas y no pensar y conocer las implicaciones que conlleva, es propio de una cultura de la soberbia de los que mandan y que, además, impide que se desarrollen otras opciones más acordes con nuestra identidad.

Esa soberbia, que es la que manifiestan quienes nos han traído a esta situación, es aquello que, entre otras cosas, nos proponemos empezar a desafiar en esta columna. Pendiente queda, para septiembre, abundar en el asunto con una segunda parte. Hasta entonces, que agosto sea leve.


 

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