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FLORI TAPIA "las sirenas son muy suyas y capaces de cualquier maldad |
2025-06-21
Ramón y las sirenas
No sé de qué manera, ayer fui a parar a un vídeo de YouTube en el que un señor invoca a las sirenas con una campana, en una playa de Murcia. No dice en el vídeo que sea allí, pero estoy convencida de que conozco esa playa. Y si es la que yo creo, en esa misma cala me bañé, como dios me trajo al mundo, embarazada de mi hijo, sin saber que lo estaba y sin saber que allí hubiera sirenas.
El vídeo es una fantasía: se escucha a un tal Ramón hablando sobre las sirenas con una naturalidad que ya quisiera Santi cuando le da por descuartizar la lengua de Simone de Beauvoir. A cada poco, en ese bailar de olas hipnótico que capta con la cámara del móvil, se exalta afirmando la aparición de una sirena como respuesta a su llamada con la campanita, y acto seguido, se oye una música que, para sorpresa de nadie, identifica como el canto de la sirena que ha salido a la superficie y que solo ve él, por más que pegues el ojo a la pantalla sin pestañear. Los comentarios que hacen algunos usuarios sobre el vídeo en cuestión, no tienen desperdicio. Yo no conocía este mundo, que parece tan apasionante como el de los ovnis, o así lo demuestran quienes dicen ser pescadores, comentando que es muy habitual encontrar sirenas una vez te alejas de la costa y te adentras en el mar, no pudiendo hacer fotos —así es como explican que no haya imágenes— porque “al mar se sale a trabajar”. Claro que sí, guapi, no vas a estar capturando merluzas o atún de almadraba y sacando el móvil para hacerte un selfi con una sirena, eso lo entiende cualquiera.
Otros comentarios piden al autor del vídeo que se proteja, que las sirenas son muy suyas y capaces de cualquier maldad. Al finalizar la grabación da las gracias a quienes llama “seres elementales del agua”, por haber acudido a su llamada.
El caso es que me piqué y seguí viendo vídeos de la misma temática, y diera la sensación, a tenor del modo en el que los relatan, que es casi más habitual avistar una sirena que un alga, no me jodas.
Yo me cagaría de miedo, porque no te vayas a pensar que se parecen a Madison, la sirena a la que Daryl Hannah dio vida en Splash, no, son feas de cojones. Hay una a la que encontraron churrascada, porque parece ser que salió a la orilla y se distrajo, y al no volver al agua antes de la puesta de sol, se quedó inmóvil y más seca que la mojama. Ya lo estoy viendo: salió del mar a tomarse un helado o una horchata de almendras, se le acercó una muchacha de estas que te hacen las trencitas, y con ese melenón que se gastan las mozas, cuando se quiso dar cuenta, se le había pasado el arroz de volver a la cala con su cola y sus trencitas afro. Debe ser terrible ser sirena, a la sazón, cenicientas marinas que a la mínima que se ven tentadas por un sorbete o un cambio de look, se les seca la cola y no hay zapato que les entre: dan las doce y aquí Splash y después momia.
Apasionante este mundo, oye. Y mucho más divertido que el de Abascal haciendo el gilipollas en francés de Torre-Pacheco, por muy vasco que sea el impresentable.
Me da por pensar, si no será que este y su pandi son alienígenas, no sé, sirenas espaciales encarnadas en cuerpos terrestres, con la misión de cargarse el planeta, porque si no, no me lo explico.
Lo más cerca que he estado de ver un ser elemental de agua, fue una medusa gigante que se me enroscó en la pierna en plena luna de miel y que nos llevó a recorrer la playa en busca del puesto de socorro para que me acabaran echando amoniaco en espray. Bueno, eso y los típicos babosos que te hacen una mamografía con la vista según vas entrando en el mar. Suelen estar cerca de la orilla para que no se les escape ni lo de dentro ni lo de fuera. Residuos del landismo aún presentes en aguas del mediterráneo. Esos sí que son seres elementales. Como Santi. Y los hay por tierra, mar y aire.
Ramón me ha impactado. El de los vídeos de las sirenas. Me lo imagino llegando a casa después de sus paseos marítimos, como si nada, preguntando qué hay para cenar y relatando que hoy el mar estaba tranquilo, que ha visto solo dos o tres, y que una de ellas se ha puesto a cantar y por eso se ha entretenido y se le ha hecho un poco tarde. Sin embargo, considero mucho más sana esa afición que la de pasarse las horas muertas viendo vídeos de gente explotándose granos, que parece ser que tienen tanto tirón como los de gatos. A mí, sinceramente, me parece una marranada. El universo comedón me la trae floja. Compré un tónico y jabón de azufre para los de mi adolescente, pero se ve que prefiere hacer recuento frente al espejo a la caza y captura de nuevas espinillas, que emplear el tónico y lavarse la cara con el jaboncillo de azufre, así que es una batalla que doy por perdida.
Yo no he tenido nunca granos. Ni me ha dado por morderme las uñas. Ni las puntas de los cojines. Tengo un primo al que adoro, que, de chico, los dejaba chorreando. En cuanto se sentaba en el sofá agarraba el cojín que tuviera más cerca, se lo llevaba al pecho y empezaba el festín. Así hasta agotar existencias de picos de cojines que llevarse a la boca. Manías. Yo tengo otras, claro. Como la de colocar los rollos de papel higiénico con el curso del papel por debajo, leer la prensa empezando por el final, o partir el pan con las manos. ¡Me pone muy nerviosa ver a alguien cortando una barra con cuchillo! Tengo muchas más, claro, cada cual tiene las suyas, y es curioso cómo nos molestan las manías de los demás y nos cuesta entender que las propias sean cuestionadas.
Volviendo al tema sirena, lo que más me llamó la atención de esos vídeos, es que se hablara de esos seres como criaturas maléficas a las que conviene no molestar. Y claro, mi mente y yo, empezamos a elucubrar sobre cosas que podrían enfurecer a una sirena: que al cantar no te gires y le digas que la quieres en tu equipo, y de la rabia te suelte un coletazo que acabes en Puerto Lumbreras, o que se te vaya a ocurrir pedirle que se te acerque para haceros un selfi y aproveche la proximidad del piel con piel para ahogarte.
Se me ocurrieron algunos ejemplos más, susceptibles de airar a las reinas de los mares, y como quiera que parece que tienen poco temple, casi prefiero hacerme la loca si me encuentro alguna.
No es de extrañar que tengan tan mala baba como dicen, aunque canten como los ángeles, teniendo en cuenta que tienen el negocio medio cerrado a cuenta de las escamas. Bueno, más que medio cerrado, alicatado desde el ombligo. Ya me dirás tú la gracia.
Yo vivía tan feliz cuando nadando en el Mar Menor me topaba con algún caballito de mar, que era algo muy habitual, pero ahora no me quito de la cabeza la posibilidad de que en cualquier momento y en cualquier playa me pueda cruzar con una bicharraca de esas. Y no solo eso, sino las dudas que me ha generado su existencia Te lo digo en serio ¿por dónde hacen pis?, ¿cómo se reproducen?, ¿tienen la regla?, ¿qué hacen cuando tienen ganas de estirar las piernas?, ¿cómo se desenredan el pelo?, ¿en qué momento y por qué me dio por ver el vídeo de la campanita?
Mira Ramón, no te conozco de nada, pero vete a la mierda. Yo no tenía ninguna necesidad de estar haciéndome esas preguntas, bastante tengo con encontrar respuestas a lo de la UCO, y a cómo es posible que el PP tuviera conocimiento del informe antes que el Gobierno. También me pregunto si se cumplirá el dicho de que no hay dos sin tres, pero pregunté directamente al tres y no me contestó, así que estoy en ascuas, porque me da que ese silencio administrativo podría albergar la respuesta a mi pregunta. Es cuestión de tiempo. Que Pedro el Macizo se crece ante la adversidad es un hecho, hasta serio está guapo el cabrón, Y por más que haya quienes le señalen como la mano que mece la cuna de la trama, yo sé lo que es que te traicione gente de confianza, de modo que hasta que no se demuestre lo contrario, creo en él más que en las sirenas, el mar, el viento y Ramón juntos. Los caballitos de mar, van aparte. ¡Son tan adorables!
Cualquier día me saco una campanita de la manga y verás la que lío invocando seres malvados con nombres y apellidos. Coño ya.
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