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FLORI TAPIA "somos política, y si no se entiende, |
2025-09-27
Corto y cambio
No voy a hablar de Gaza. Y no porque no sea necesario, sino porque a veces tengo la sensación de que llega a producir impotencia y hastío que, quienes pueden detener el genocidio y todas las guerras, no lo hagan, mientras los demás nos vamos quedando cada vez más huérfanos de humanidad y esperanza. Tampoco voy a caer en esa expresión tan manida de “no me interesa la política”, fruto de la ignorancia de quienes viven en sociedad y parece que lo hacen en otro planeta. Pues mira, mal que nos pese, somos política, y si no se entiende, habrá que tirar de etimología. Dicho esto, corto y cambio, que diría Gila, con esa agudeza con la que hacía humor simulando que hablaba con el enemigo al otro lado del teléfono.
Tampoco querría frecuentar lugares comunes como el otoño o los mantecados a la vuelta de la esquina en la estantería del súper, pero es que la vida se está poniendo tan fea y aburrida que cuesta dar rienda suelta a la imaginación y encontrar espacio para la frivolidad, que en su justa medida es un bien necesario.
Hace unos días, preguntando por una compañera a la que no veía desde el principio del verano, me comentó otra que estaba jodida, que había dado un traspié y se había partido varias costillas. Yo oigo costillas y se me hace la boca agua. Claro, porque pienso en las que yo hago, con sus patatas y bien de zanahoria y su puñaíto de tomillo. Es de mis guisos favoritos, y me gusta comer esas patatas con caldo como cuando era pequeña, chafando las papas y la zanahoria con un tenedor y dejando los trozos de costilla para el final, aunque cada vez cuesta más que la carne se despegue del hueso sin dejarse los empastes: yo no sé qué coño le dan de comer a los cerdos para que tengan la chicha tan apretá, porque no creo que los pongan a hacer burpees.
Pues resulta, que no se quedó ahí lo de Ana, mi compañera, sino que unos días antes (o después de lo de las costillas) friendo unas alcachofas, una de las flores en cuestión explotó, y en su detonación vegetal e inesperada le produjo unas quemaduras de tercer grado que la dejaron hecha un cristo. Una alcachofa asesina. En verdad, me pasa con Ana, y con Loli, la que me lo contó, o con Inma “La pequeñaja”, que son ya tantos años trabajando juntas que decir que son compañeras es quedarse corta. Otra de esas compañeras de toda la vida, Toñi, cuando se enfurruña, pasa de referirse a los compañeros como tales, a hacerlo como “coincidentes laborales” y muchas veces, razones no le faltan. Pero a cada una de las que he nombrado, las considero más que compañeras, amigas, especialmente a mi Loli.
Tenemos pendiente un viaje al Caribe desde hace más de veinte años, que se dice pronto. Y si no es al Caribe, a Diosleguarde, el sitio es lo de menos, pero Loli quiere playa, discoteca y chunda chunda y siempre me dice que donde vayamos nada de museos, “ni mierdas de esas” y que, si quiero un retiro para descansar y meditar que me vaya yo sola, que ella lo que quiere es fiesta. Yo también, lo necesito, Loli, con urgencia.
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