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... La principal energía que el cerebro necesita para funcionar correctamente es la glucosa. |
2024-04-07
Eres lo que comes
El cerebro, al igual que cualquier otra parte del cuerpo, necesita alimentarse. Se estima que, a pesar de su pequeño tamaño, consume el 20 % de energía de la ingesta diaria. En función de los nutrientes que reciba, su actividad será de una forma u otra. Tal es así, que cuando hay ausencia de determinadas vitaminas, nutrientes y minerales como el magnesio o el zinc, favorece la disminución de la memoria y la capacidad de aprendizaje.
La dieta afecta a la función cerebral, de manera que la composición de cada alimento tiene un efecto directo en la producción de las señales químicas del cerebro. Las sustancias actúan como neurotransmisores que pueden verse alterados por una mala alimentación. Estamos dotados aproximadamente de unos 50, todos ellos diferentes y cada uno con una misión específica.
La principal energía que el cerebro necesita para funcionar correctamente es la glucosa.
Esta se consigue mediante la toma de alimentos ricos en carbohidratos como las legumbres, cereales, vegetales y frutas. No obstante, también necesita diferentes nutrientes como son otros minerales, vitaminas, ácidos grasos, proteínas… En base a estos datos, se pueden incluir entre los mejores alimentos para el cerebro los siguientes: pescado azul, nueces, brócoli y alimentos de hoja verde, tomates, arándanos, fresas y frutos rojos.
Existen otros que contienen nutrientes beneficiosos para la actividad cerebral, como por ejemplo las manzanas, cítricos, calabazas, aguacates, té verde, pipas, chocolate negro, avena, huevos, yogures… Sin embargo, aunque la dieta de estos alimentos puede ayudar al buen funcionamiento y mantenimiento del cerebro, no es suficiente. La alimentación tiene que ser variada y completa, además de beber abundante agua y practicar ejercicio físico.
Una alimentación desequilibrada, basada en grasas saturadas, azúcar, sal, cafeína, alcohol… puede producir carencias determinadas en relación a algunos de los nutrientes básicos. Su resultado puede manifestarse mediante síntomas de apatía, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, pérdida de memoria, falta de atención y de concentración, depresión, etc. Somos lo que comemos. Por lo tanto, una buena alimentación, además de ser algo beneficioso para nuestra salud corporal, también lo es para ese órgano tan importante que se aloja en nuestra cabeza.
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