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LECTURAS "a pesar de la campaña israelí de asesinatos selectivos contra figuras prominentes de la comunidad científica iraní, la República Islámica ha adquirido el conocimiento y la experiencia sistémica necesarios para proceder con una posible conversión de su programa nuclear a fines militares |
2025-08-10
Giacomo Gabellini
30 de Julio de 2025
A pesar de su alto grado de espectacularidad y eficacia, la Operación León Ascendente claramente no logró su objetivo estratégico de cambiar el régimen en Teherán y desencadenó un devastador efecto bumerán atribuible a las represalias con misiles iraníes.
Theodore Postol es profesor emérito de Ciencia, Tecnología y Seguridad Internacional en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), con experiencia profesional en el Laboratorio Nacional Argonne y el Pentágono. En un estudio científico de 2014, expresó(1) fuertes reservas sobre el modo en que las Naciones Unidas habían llevado a cabo su investigación sobre el ataque químico perpetrado en la ciudad siria de Ghouta en agosto del año anterior. Basándose en las conclusiones de los investigadores de la ONU, la administración Obama había atribuido el acto al presidente Bashar al-Assad, cuyo derrocamiento Estados Unidos había buscado durante mucho tiempo. Las preocupaciones planteadas por Postol se vieron agravadas por el contenido de una explosiva investigación(2) realizada por Seymour Hersh, quien, citando un informe de inteligencia británico, reveló que el gas sarín utilizado en el ataque a Ghouta no había sido extraído de los arsenales sirios, como afirmó el Departamento de Estado estadounidense, sino de los depósitos de la Jamahiriya Libia capturados por los rebeldes en 2011. Por lo tanto, los contenedores habían sido transferidos a Siria a través de la llamada “rat line” (línea de escape o contrabando, ntd), bajo la supervisión del Ministerio de Asuntos Exteriores turco. Hersh también habló de un acuerdo secreto alcanzado en 2012 entre la administración Obama y los gobiernos de Turquía, Arabia Saudita y Qatar para orquestar un ataque químico que sería atribuido al gobierno sirio y así proporcionar a Estados Unidos el casus belli necesario para legitimar su intervención para cambiar el régimen.
En una entrevista reciente(3) con el politólogo noruego Glenn Diesen, Postol volvió al tema y reveló que la administración Obama estaba tan decidida a encontrar un pretexto para justificar la agresión contra Siria que se dedicó a explotar sistemáticamente los informes elaborados por la división del Pentágono en la que el ex profesor del MIT trabajaba en ese momento. El enfoque de la administración Obama, en efecto, refleja el adoptado por la administración Bush una década antes en su intento de crear consenso nacional e internacional en torno a su plan de invadir el Iraq de Saddam Hussein.
Sin embargo, el contenido de la conversación entre Postol y Diesen no versaba sobre las ambiciones estadounidenses en Siria, sino sobre los ataques lanzados contra Irán en junio por Israel y Estados Unidos. En particular, en la Operación Martillo de Medianoche, durante la cual misiles Tomahawk lanzados desde un submarino de la clase Ohio y bombas GBU-57S de alto rendimiento lanzadas por bombarderos furtivos B-2 Spirit atacaron las instalaciones nucleares iraníes de Natanz, Fordow e Isfahán. Según el director de la CIA, John Ratcliffe, y la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, la acción habría “devastado las instalaciones nucleares iraníes”(4), aunque un análisis(5) de la Agencia de Inteligencia de Defensa y declaraciones del propio vicepresidente J.D. Vance(6) sugirieron un impacto mucho más limitado. Sin contar que los 408 kilogramos de uranio enriquecido al 60% en posesión de Irán habían sido previamente transferidos(7) desde las instalaciones nucleares alcanzadas por los ataques estadounidenses a lugares desconocidos para Washington.
Postol destaca que, a pesar de la campaña israelí de asesinatos selectivos contra figuras prominentes de la comunidad científica iraní, la República Islámica ha adquirido el conocimiento y la experiencia sistémica necesarios para proceder con una posible conversión de su programa nuclear a fines militares. Y además cuenta con el equipamiento técnico necesario. Irán, sostiene Postol, ya ha dado los pasos más largos, más difíciles y complejos en el camino hacia las armas nucleares, y puede pasar a la fase final de enriquecimiento (90%) sin impedimentos físicos o temporales. En otras palabras, el antiguo Imperio Persa se encuentra en condiciones de construir en un puñado de días un dispositivo atómico compuesto de uranio-235, un reflector de neutrones de berilio, una ojiva convencional y una carcasa metálica de entre 40 y 50 kg de peso. Pero incluso si no hubiera desarrollado los conocimientos tecnológicos necesarios para alcanzar un nivel de miniaturización tan alto, logrando "sólo" producir un arma de 150 kg, el problema no existiría: el misil hipersónico Fattah-2(8), capaz de alcanzar una velocidad de Mach 15, está diseñado para llevar ojivas de hasta 200 kg.
Que el programa nuclear iraní había llegado a una fase especialmente avanzada no era ningún secreto para la comunidad de inteligencia estadounidense, que, sin embargo, sólo unos meses antes había formulado una evaluación de las intenciones de Teherán que era difícil de malinterpretar. La Evaluación Anual, publicada en marzo pasado por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, dirigida por Tulsi Gabbard, argumenta(9) que «Irán no está construyendo un arma nuclear y Jamenei no ha autorizado la reactivación del programa de armas nucleares que suspendió en 2003, aunque es probable que la presión para que lo haga haya aumentado […]. Jamenei, sin embargo, sigue teniendo la última palabra sobre el programa nuclear iraní y se mantiene firme en su deseo de evitar la participación de Irán en un conflicto directo y ampliado con Estados Unidos y sus aliados». Las inversiones iraníes en su ejército son un elemento clave de sus esfuerzos para hacer frente a las amenazas inminentes y disuadir/defenderse de un ataque de Estados Unidos o Israel.
La agresión israelí-estadounidense ha revolucionado inexorablemente el equilibrio de poder dentro de la clase dominante iraní. El asesor del líder supremo Ali Larijani ya lo había dejado claro(10) a finales de marzo. En una entrevista con una estación de televisión iraní, Larijani declaró que cualquier acción militar tomada contra Irán empujaría inmediatamente a Teherán hacia las armas nucleares. El imperativo de colocar la supervivencia misma de la República Islámica por encima de cualquier otra consideración, impuesto en su momento por el propio Ayatolá Jomeini, abre automáticamente el camino a la adopción de resoluciones religiosas (fatwas) que, ante circunstancias de extraordinaria gravedad, anulan temporalmente otras preexistentes de significado opuesto. Incluida la que prohíbe el desarrollo de armas nucleares. Tal vez a esta situación se refería Gabbard en el film de tres minutos estrenado unos días antes del ataque israelí a Irán, en el que, recordando la devastación causada por la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, subrayaba los peligros derivados de un nuevo conflicto nuclear que, en su opinión, "parte de la élite política está fomentando". Muy poco después, el contenido de la sección de la Evaluación Anual del Tratamiento dedicada al programa nuclear iraní, reconfirmado por Gabbard(11) en su testimonio ante el Congreso, fue desmentido públicamente por el presidente Trump(12), en un evidente intento de desacreditar a la Directora de Inteligencia Nacional y encontrar excusas útiles para justificar la intervención estadounidense para ayudar a Israel. A pesar de su alto grado de espectacularidad y eficacia, la Operación León Ascendente claramente no logró su objetivo estratégico de cambiar el régimen en Teherán y desencadenó un devastador efecto bumerán atribuible a las represalias con misiles iraníes. La resistencia del aparato institucional de la República Islámica al ataque israelí ha hecho que el enfrentamiento militar responda plenamente a la lógica de una guerra de desgaste, que favorece al adversario con mayores recursos y capacidad de absorber los golpes sufridos. Es decir, en este caso, Irán.
Al verse marginada, la propia Gabbard se aventuró a hacer una torpe corrección de las declaraciones que había hecho ante el Congreso en marzo, argumentando(13) que no había contradicción entre el contenido de su audiencia y las afirmaciones de Trump de que Irán estaba ahora a pocas semanas de desarrollar un arma nuclear y que, por lo tanto, era necesario atacar el corazón de su programa nuclear. Una medida que efectivamente puso las evaluaciones de la comunidad de inteligencia en línea con la política exterior y de defensa defendida por el gobierno, presumiblemente dictada por la necesidad de salvaguardar su puesto de trabajo, que se había visto debilitado por declaraciones anteriores que no se alineaban con las directivas de la administración Trump.
Pero al dañar el programa nuclear de Irán sin "aniquilarlo", como anunció triunfalmente el ocupante de la Casa Blanca un minuto después de la conclusión de la Operación Martillo de Medianoche, Estados Unidos ha fortalecido el marco institucional existente a nivel nacional y ha proporcionado mayor legitimidad internacional a la República Islámica. Sobre todo, han consolidado la posición de los grupos más radicales dentro de la clase dirigente de Teherán, colocándolos en una posición muy ventajosa. El coronel de la Fuerza de Defensa de Israel, Moty Kanias, enfatizó esto en Haaretz(14), afirmando que «con sus reservas de uranio probablemente intactas y liberadas del control occidental, Teherán ya no necesita reconstruir todo el programa desde cero: basta con mantener la ambigüedad. De esta manera, puede preservar su posición como socio negociador. No hay necesidad de probar una bomba si todos dan por sentado que la tienes. Irán ahora puede imitar a otras potencias regionales, especialmente a Israel: nunca confirmar, nunca negar, solo insinuar. Esta posición de "umbral" garantiza la máxima ventaja estratégica con mínimas consecuencias. Desde la perspectiva de Teherán, Irán podría haber emergido más fuerte que antes: más legítimo en casa, más respetado en el extranjero y más cerca del umbral nuclear sin necesariamente cruzarlo. Mientras el mundo observaba las explosiones, Teherán avanzaba silenciosamente hacia su verdadero objetivo. ¿En qué consistió la victoria final de los iraníes? En ser tratados como una potencia nuclear, sin correr los riesgos asociados a asumir oficialmente este estatus. Al redefinir el significado de la victoria, Irán podría haber cambiado las reglas de la guerra moderna». Las iniciativas militares emprendidas en junio por Israel y Estados Unidos para derrocar el orden institucional de la República Islámica no sólo han tenido el efecto contrario al pretendido, sino que además han transformado a Irán en un Estado nuclear "no oficial" o no declarado, con el que será mucho más difícil negociar en el futuro.
Notas
(1)https://www.documentcloud.org/documents/1006045-possible-implications-of-bad-intelligence/
(2)https://www.lrb.co.uk/the-paper/v35/n24/seymour-m.-hersh/whose-sarin
(3)https://www.youtube.com/watch?v=pkcS3FQfjKI&t=3931s
(4)https://www.politico.com/news/2025/06/25/new-intel-irans-nuclear-facilities-destroyed-00424942
(6)https://www.theguardian.com/us-news/2025/jun/24/jd-vance-trump-iran-nuclear-program
(7)https://www.ft.com/content/12a864cc-eeb8-4725-aed8-5ddff9ac588e
(8)https://vajiramandravi.com/current-affairs/fattah-2/
(9)https://www.dni.gov/files/ODNI/documents/assessments/ATA-2025-Unclassified-Report.pdf
(12)https://apnews.com/article/trump-iran-israel-conflict-gabbard-wrong-4b6195625fe1c028e42860b2428c55eb
(13)https://www.bbc.com/news/articles/c056zqn6vvyo
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