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HISTORIA DE ESPAÑA "La política no era su mayor interés a pesar de tener ideas progresistas de izquierdas y ser un hombre comprometido socialmente. |
2025-02-23
Mi abuelo paterno se llamaba Francisco Zanón Gimeno y nació en Bugarra en el año 1897. Tuvo dos hermanos más, Santiago, el mayor de los tres, y Gabriela. Durante su infancia asistió a la escuela, donde recibió una educación elemental muy básica, al mismo tiempo que, como el resto de chicos del pueblo, ayudaba a su padre en las labores del campo.
En 1920, Bugarra tenía unos 1479 habitantes, actualmente tiene 715 según el I.N.E. Esto justifica en cierta medida el que hubieran entonces dos teatros, dos casinos, dos bandas de música y tres equipos de fútbol. Pero es indudable que también había un interés por la cultura que, por desgracia, actualmente no hay.
La política no era su mayor interés a pesar de tener ideas progresistas de izquierdas y ser un hombre comprometido socialmente.
Desde su juventud estuvo afiliado a Unión Republicana y posteriormente a Izquierda Republicana y al sindicato U.G.T.
Se casó en 1924 con Ezequiela Pérez Zanón y tuvieron dos hijos varones, Juan Francisco (mi padre) y Ezequiel. Durante los primeros años de matrimonio vivieron de alquiler en diversas casas del pueblo, hasta que tuvo la oportunidad de realizar sus sueños: comprar una casa lo suficientemente grande como para poder construir un frontón donde poder jugar a pelota valenciana con sus amigos y compañeros y tener la posibilidad de organizar partidas con los mejores jugadores de pelota de la zona. También tenía la concesión del estanco, que regentaba mi abuela.
La vida en el pueblo era, como en cualquier pueblo pequeño de la serranía, bastante tranquila y se limitaba a trabajar duro en el campo y al terminar la jornada, ya al anochecer, dedicar el tiempo a la banda de música en los ensayos y conciertos, al grupo de teatro inventando representaciones que sacaran a relucir las desigualdades sociales de la época o ensayando alguna obra de teatro de contenido social pero también algunas más ligeras de contenido, porque la finalidad de aquellas representaciones era fundamentalmente relajar y hacer olvidar sus penalidades a los que acudían a verlas. También era habitual reunirse en el casino con los amigos, a charlar sobre el trabajo, pero especialmente al principio de los años 30, a debatir y concienciar a los que allí acudían, sobre las injusticias sociales y la necesidad de organizarse para cambiar la situación.
Al principio de la guerra civil, concretamente el 13 de septiembre de 1936 hubo un episodio de represión por parte de unos milicianos enviados desde Valencia que sacó de sus casas y asesinó en la partida de la seña (Villar del Arzobispo, Villar de la Libertad entonces) a cuatro habitantes de Bugarra, Los cuatro pertenecían a DRV (Derecha Regional Valenciana) partido muy afín a la ideología de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) que fueron dos partidos que claramente apoyaron y financiaron el golpe de Estado de 1936. A excepción de uno de ellos que era barbero, los otros tres eran agricultores, propietarios de la mayoría de las tierras del pueblo y utilizaban su poder como dueños de las tierras para manipular el voto de los trabajadores que contrataban, digamos que en cierta medida eran los caciques del pueblo. Los nombres de estas personas estaban publicados en unos listados que aparecieron en la edición del 12 de agosto de 1936 de lo que hoy es el BOE y entonces era la Gaceta de la República.
Después de esta atrocidad, mi abuelo junto con algunos otros compañeros y vecinos, consideraron que independientemente de la ideología de cada uno, no podían permitir más derramamientos de sangre en el pueblo, y con el fin de evitarlo se hicieron miembros del comité municipal revolucionario, él tuvo el cargo de presidente por I.R. A partir de ese momento no se hicieron más ejecuciones de personas de derechas en Bugarra, de hecho tuvo dos episodios en los que le presentaron listas de personas a las que era necesario “depurar”, la primera con 32 nombres a lo que él se negó y después de discutir con el portador de la lista, este se fue de pueblo anunciando que volvería, así lo hizo y a la semana siguiente le presento otra lista, esta vez con 16 nombres, a lo que mi abuelo le contestó que su opinión no había cambiado ni iba a cambiar, la persona que había llevado la lista le amenazó diciéndole que si no se llevaban a esos 16 se lo llevarían a él por desacato, discutieron durante un buen rato, pero mi abuelo no cedió a las presiones y se volvieron a ir sin llevarse a nadie.
Después de este incidente la vida transcurrió con la normalidad que permite el hecho de vivir inmersos en una guerra civil, como las tierras o al menos pocas tierras estaban colectivizadas, hubo bastante gente que durante el tiempo que duró la guerra paso hambre y necesidad que en la medida de lo posible fueron paliadas gracias al apoyo mutuo entre los vecinos. Pero a nivel político no hubieron más complicaciones. Bugarra no estaba en el frente, y los únicos momentos en que algún soldado pasó por el pueblo fue en periodos de permiso y normalmente eran bien recibidos, puesto que compartían sus víveres en las casas donde los acogían.
La guerra terminó y no fueron pocos los vecinos que aconsejaron a mi abuelo que se fuera del pueblo, pero él siempre confió en que sus actuaciones no habían perjudicado a nadie, sino todo lo contrario, había salvado unas cuantas vidas y consideró que su sitio estaba en su casa con su mujer y sus hijos.
Poco tiempo después de terminar la guerra lo detuvieron en su casa y junto a otros vecinos de la población lo llevaron al campo de concentración de Porta Coeli. Este campo de concentración se ubicó en una antigua cartuja del siglo XIII que a finales del siglo XIX fue reconvertido en un hospital para enfermos de tuberculosis.
En 1939 empezó a ser utilizado como campo de concentración y allí fueron a parar entre 4400 y 8000 personas, según diferentes fuentes. El propósito fundamental de aquel campo era, por una parte, ir identificando a todos los detenidos que allí llegaban, y, por otra parte, utilizar a los que eran aptos como mano de obra esclava en proyectos de carácter público, como carreteras, pantanos, canales, líneas férreas, etc. También en este lugar empezaron las depuraciones, se asesinó sin contemplaciones a todos aquellos que por enfermedad no servían como mano de obra.
Al llegar al campo de concentración, los presos eran despojados de sus pertenencias y les daban sólo una manta y una especie de pijama con el que vestirse. Los paquetes de comida, ropa y tabaco que enviaban los familiares se los solían repartir entre los guardianes y a veces ni eso, pues algunos testimonios cuentan un ritual en el que los reclusos eran obligados a formar en el patio y cantar el “Cara al sol” mientras los fardos eran rociados con gasolina y quemados. Otra forma de humillación a los presos, teniendo en cuenta que la mayoría de ellos eran ateos, era obligarlos a oír misa formados en el patio y en algunos casos obligarlos a comulgar.
En este sitio pasó mi abuelo, al igual que el resto de compañeros de Bugarra, aproximadamente 10 días. Después de este periodo los liberaron a las 7 de la mañana y les dejaron volver a casa… A PIE.
Desde Porta Coeli a Bugarra hay aproximadamente 34 km por caminos rurales y atravesando montañas. Pienso que en aquella época las indicaciones serían mínimas y ellos no conocían el terreno, les costó más de 16 horas volver a casa. Cuando llegaron, no sé de qué forma, se enteraron en el pueblo de que volvían. Fueron recibidos por sus familias a la entrada del pueblo, según mi abuela, entre las 12 de la noche y la una de la madrugada.
No pasaron más de 5 días hasta que lo volvieron a buscar y se lo llevaron, esta vez, a Villar del Arzobispo, donde ingresó en una de las dos cárceles que habían habilitado allí. Una era en las antiguas escuelas, donde ubicaron a los altos cargos de la República detenidos, y otra en el trinquete de Heliodoro, que es donde supongo que estuvo ingresado mi abuelo. En este sitio las condiciones de higiene eran nulas y los presos tuvieron que soportar, además de su condición de detenidos, las inclemencias del tiempo. Bastantes veces se inundó el local y estaban con agua hasta los tobillos.
Fue aquí, en Villar del Arzobispo, donde se celebraron los juicios sumarísimos. Un juicio sumarísimo es una herramienta represiva del estado para encarcelar y/o asesinar a ciudadanos disidentes. El juicio sumarísimo se caracteriza por su rapidez y por carecer de todas las garantías procesales que por derecho les corresponde a los encausados. El proceso sumarísimo comienza con una denuncia. En el caso de mi abuelo, la denuncia estuvo formulada por tres personas, dos de ellas viudas y el otro uno de los hijos de los asesinados el 13 de septiembre de 1936. En esa comparecencia del 17 de abril de 1939, denuncian a mi abuelo y a doce personas más “POR SER INTEGRANTES DEL COMITÉ EL DÍA QUE ASESINARON ALEVOSAMENTE A LOS ESPOSOS DE LAS DOS PRIMERAS Y AL PADRE DEL SEGUNDO”.
Esto bastó para iniciar un proceso que terminó con su vida. En el informe del juicio sumarísimo no hace falta rebuscar mucho para desmentir esta denuncia. En la siguiente página, que es el inicio del sumarísimo de urgencia fechado el 21 de abril de 1939, podemos leer en el tercer párrafo: “Cargos desempeñados durante el periodo revolucionario y fecha en que los ejerció: Presidente de Izquierda Republicana y fiscal municipal desde el 23 de julio de 1937 hasta el 19 de diciembre del mismo año”. Luego, si los asesinatos de los familiares de los denunciantes tuvieron lugar el 13 de septiembre de 1936, él no pudo tener nada que ver con ellos. En esa misma hoja y las siguientes se le acusa de ser inductor (sin ninguna prueba que lo demuestre) del asesinato del secretario del ayuntamiento que fue asesinado el 19 de diciembre de 1936. Aparte de que mi abuelo en esa fecha no tenía ningún cargo en el comité, era, según mi padre, amigo personal suyo, independientemente de sus ideas políticas. En esa misma hoja se nombra a dos testigos “De reconocida solvencia moral y adictas al glorioso movimiento que puedan atestiguar los extremos anteriores”. Por supuesto, corroboraron la denuncia.
Entre el 5 y el 9 de julio lo trasladan de Villar del Arzobispo a la cárcel modelo de Valencia. En el tiempo que estuvo detenido en Villar, su familia no tenía muchos problemas de comunicación con él. Bugarra no está demasiado lejos de Villar y se podían desplazar con relativa facilidad para verlo. Pero cuando lo llevan a Valencia ya no resultaba tan fácil y de ese periodo hay una serie de cartas que mi abuelo escribió desde allí. Las cartas originales desaparecieron, pero mi abuela las iba transcribiendo en una libreta que todavía conservamos. Oficialmente, solo podían escribir una tarjeta postal cada 7 días. De esas solo recibió mi abuela tres. En estas cartas, mi abuelo, no mostraba ningún tipo de emoción, sabía perfectamente que las iban a leer los funcionarios antes de enviarlas y son más bien frías. En la segunda de ellas, en la parte inferior izquierda, escribe “Viva Franco, Arriba España”. Esto es muy triste, pero era bastante frecuente en muchas de las cartas que he visto de otros presos también. No sé si, con la esperanza de que esto sirviera de algo o porque les obligaban a ponerlo.
Pero él se las ingenió como pudo para hacerle llegar otras cartas que escribía en papel higiénico y escondía entre la ropa sucia que sí les dejaban mandar a casa. En estas cartas, sí que muestra sus sentimientos y sus miedos y va preparando a su familia para lo peor, ya no le quedaban muchas esperanzas.
El día 28 de julio de 1939, se firma el enterado por parte de Franco.
El 31 de julio de 1939 se recibe en Valencia el documento.
El día 3 de agosto escribió mi abuelo la carta de despedida desde la capilla de la prisión y posteriormente fue asesinado en el Terrer de Paterna.
Según el documento, el día 5 de agosto el médico forense certifica la muerte de mi abuelo causada por heridas de pequeño proyectil en cabeza y tórax. Es curioso porque a él lo mataron el día 3 y ese mismo día lo enterraron en la fosa común número 15 del cementerio de Paterna. Pero no es raro, porque todos los certificados que he visto llevan el mismo texto. Para ellos era un paso más dentro de la burocracia del procedimiento. De hecho, en el extracto del acta de defunción podemos ver abajo a la izquierda que la fecha de defunción es el 3 de agosto.
Mi abuela se enteró de su muerte dos días después porque ningún representante del ayuntamiento tuvo la dignidad de comunicárselo antes y tuvo que ser su cuñada, la hermana de mi abuelo, quien se lo dijera, a ella se lo dijo un familiar de otro de los asesinados ese mismo día, que también era de Bugarra. De hecho, ese día asesinaros a cuatro personas del pueblo en el mismo momento.
Como se puede imaginar, la vida de mi abuela, de mi padre y de mi tío, ese día cambió radicalmente. A mi abuela le quitaron la concesión del estanco, de manera que perdió toda posibilidad de ingresos que ella podía aportar. Mi padre tenía 14 años y su hermano 7. Las tierras, al menos, no se las quitaron y la casa tampoco. Pero tuvieron que trabajar muy duro para poder salir adelante. Fue tanto el miedo que tuvieron en mi familia después del asesinato de mi abuelo, que nunca que yo recuerde se hablaba de él ni de nada que tuviera alguna relación con él. Pero quizá lo más complicado fue convivir durante toda su vida con esa mezcla de miedo, orgullo y vergüenza tan difícil de digerir.
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