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ENTREVISTA "Yo creo que el seminario es una experiencia vital, profunda, necesaria y que... |
2025-06-01
POR MARIBEL COLMENERO
—PEDRO, ¿desde cuándo ejerce como sacerdote?
Llevo como sacerdote 33 años. En Jaén capital sobre un año y medio. He estado de Vicario parroquial en la parroquia de La Consolación, en Alcalá la Real; administrador parroquial en la iglesia de La Inmaculada, en La Pedriza; de allí me cambiaron a la Sierra de Segura llevando varios núcleos, en las parroquias de Cortijos Nuevos (parroquia de San Rafael) y de Hornos (parroquia de Nuestra Señora de la Asunción); después pasé a Alcaudete, parroquia de Santa María; luego a Andújar, en las parroquias de Santa María y de San Miguel, he estado como párroco, como arcipreste y como capellán del hospital; por último, hace dos años me trasladaron a Jaén capital, parroquias de San Juan de la Cruz y la de Belén y San Roque, también colaborando en la Delegación del Clero, y como consiliario de la Delegación de Pastoral Obrera, y consiliario de la sección de Adoración Nocturna de la ciudad de Jaén.
—¿Cómo sabe una persona que es llamada al sacerdocio, cómo se siente esa vocación?
Hay varios factores. Sobre todo, la oración, que es esencial en un cristiano, descubriendo que el Señor está junto a ti; puede ser que en un momento dado te esté pidiendo algo especial, que es donde nacería la vocación, como fue mi caso. También con la experiencia en la parroquia, con los sacerdotes, el movimiento en la parroquia, y poco a poco se va madurando esa llamada que Dios hace, tan especial, y se consolida cuando el obispo llama para el sacerdocio, impone las manos, y otorga el ministerio para ser sacerdote.
—¿Cómo es la vida en el seminario?
Yo creo que el seminario es una experiencia vital, profunda, necesaria y que abre una realidad donde esa llamada que se va sintiendo como jóvenes va profundizando poco a poco, se va adentrando en el corazón y configurando con el espíritu de Jesucristo sacerdote. Lo que allí ofrecen ayuda a vivir más profundamente la vocación y darse cuenta si de verdad se está llamado; esto se hace desde el estudio, la fraternidad con los compañeros y desde la oración (es necesaria para ir adentrándose en ese misterio de amor). Es una experiencia que nunca se olvida en la vida de un sacerdote porque allí los formadores, los profesores ayudan a adentrarse más en lo que será la misión como sacerdotes y en la vida fraternal con los compañeros en torno a la figura del obispo como pastor y guía de la Iglesia. Se enseña también el desprendimiento, a tener en cuenta a los demás y todas las realidades que son bases imprescindibles en la vida de un sacerdote. Recuerdo con mucho cariño mi etapa de seminario, porque ahí me forjé y ahí me ayudaron a crecer en esa llamada que yo decía tener… y hoy soy lo que soy.
—¿Qué le diría a quien siente que ha perdido la fe?
Que aprenda a confiar.
¿Y como lo hace quien, por cualquier motivo, ha perdido esa confianza?
Pues desde la humildad. Cuando uno es humilde se confía, se espera, no se interroga y ahí, aunque nosotros nos alejamos del Señor, Él nunca se aleja de nosotros, siempre permanece.
Supongo que a quien ha perdido la confianza, tal vez le resulte difícil hacer esto.
Lo que ocurre es que estamos en una sociedad cada vez más individualista a pesar de estar cada vez más comunicados. Hay que aprender a confiar en otros, esperar de otros, estar atentos a lo que hacen y nos dicen, saber escuchar, saber preocuparnos por los demás, saber amar, saber servir; son experiencias que nos llevan al Señor, a reencontrarnos con Él.
—¿Cree que la Iglesia debería adaptarse a los nuevos tiempos?
Yo creo que el Evangelio se adapta a los nuevos tiempos.
La opinión general que hay es que no.
Sí, es una opinión que hay, pero también desde esa visión que tenemos de la vida, una visión demasiado hedonista o demasiado placentera. Sin embargo, la misión que la Iglesia tiene no es otra que la de anunciar el Evangelio; podemos hacerlo con la torpeza o debilidad de las personas que estamos dentro, seamos sacerdotes o seglares, pero es una torpeza humana. No obstante, el Evangelio siempre es una buena noticia para el hombre, en cualquier época. Yo creo que la Iglesia sí camina con los hombres de hoy en día. Lo que pasa es que la Iglesia no va a actuar desde los parámetros en que nosotros nos movemos, sino que la Iglesia está para despertar las conciencias y que la gente se dé cuenta de que Dios nos llama a algo más grande, más hermoso y más bello de lo que, a veces, construimos las personas. Ya de por sí el hombre tiene cosas buenas y bellas, pero hay que darle una transcendencia, un sentido más pleno. Desde mi experiencia de vida, de conversión, de compartir con la gente y de servicio a los demás yo siempre he descubierto que el Evangelio es, y sigue siendo, una buena noticia para muchas personas.
—¿Qué opina en torno al debate del papel de la mujer en la Iglesia?
Yo creo que tanto la mujer como el hombre ocupan un lugar importante dentro de la vida de la Iglesia, porque todos somos queridos y amados por Dios y, por tanto, si somos llamados por Dios estamos llamados también a servir desde lo que Él nos pide. De hecho, el Papa Francisco ha metido a muchas mujeres dentro del gobierno de la Iglesia en Roma, y la mujer juega un papel muy importante en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, en las parroquias podemos observar el gran servicio que las mujeres prestan, lo mismo que los hombres, el servicio de la evangelización que se vive cada día en una comunidad parroquial.
Si me preguntas por el tema del sacerdocio eso ya pertenece a la tradición de la Iglesia, y eso está ahí. Pero esto no quita a que la mujer tenga una capacidad de gobierno dentro de la Iglesia, al igual que una capacidad de evangelización. De hecho, se ha dejado notar con el Pontificado del Papa Francisco, donde mujeres están ejerciendo funciones que antes las tenían los cardenales.
No se puede negar que las mujeres ejercen un papel fundamental en la Iglesia.
—¿Hay diferencia entre el Pedro persona y el Pedro sacerdote?
Pues yo no veo diferencia ninguna. Yo me manifiesto como soy. Tengo mi forma de ser, mi manera de actuar. Lo que tengo es lo que voy dando.
Podríamos decir que no se diferencia la persona del religioso.
No. Yo soy lo que soy, desde la llamada que Dios me hizo, y desde ahí voy entregándome. No soy uno en la casa y otro distinto en la parroquia. Eso es clarísimo.
—¿Qué me diría sobre el Pontificado del, recientemente fallecido, Papa Francisco?
El Papa Francisco ha sido como una semilla que se ha sembrado en el desierto de la vida. A muchas personas y muchas realidades sociales les faltaba la dignidad de la persona, y con él ha florecido. Ha sabido irse a la periferia de la vida, y también ha hecho una llamada importante a la Iglesia con esa frase suya que tanto resonó a lo largo de su Pontificado hay que ser hospitales de campaña en medio de las guerras de la vida. Yo veo a Francisco como un hombre que ha traído una apertura importante y necesaria a la Iglesia, no solamente para el clero, sino también para los seglares, haciendo una llamada para despertar conciencias y que todos nos situemos donde el Señor nos pide.
—¿Y el nuevo Papa, León XIV? ¿Qué opinión le merece, así en principio?
En principio me ha dado muy buena impresión. Creo que va a ser un Papa que continuará con lo que ya empezó el Papa Juan XXIII. Poco a poco la Iglesia ha hecho una reflexión seria con el Concilio Vaticano II sobre cómo situarse en medio del mundo. Esa apertura, que empezó con Juan XXIII, ha ido creciendo con Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, con el Papa Benedicto y sus grandes reflexiones sobre como situarnos dentro del mundo como cristianos para ser semilla y, ya, por último, con el Papa Francisco. Y el Papa León XIV yo creo que va a ser un Papa muy interesante, porque es un Papa que tiene una pastoral muy concreta, la pastoral cristiana de misión; aparte es un hombre muy preparado. A mí la impresión que me dio cuando salió y pronunció sus primeras palabras es la de un hombre sereno, me dio la sensación de que sabe escuchar, al ser misionero tiene también una sensibilidad social profunda (que fue lo que hizo que fuera llamado por el Papa Francisco para ir a Roma porque coincidían mucho en ese tema, en el de la emigración, en el de la pobreza), el lema que tiene tanto de sacerdote como de obispo y, ahora, de Papa llama a la unidad, es un hombre que va a buscar la comunión entre todos e igualmente el servicio.
¿Le parece demasiado joven?
No, yo creo que tiene una buena edad. Dentro de poco cumplirá los 70 años, pero creo que es una edad adecuada para ejercer con fuerza una evangelización que de esperanza al mundo. Él tiene un espíritu misionero muy profundo, y una gran sensibilidad social, el sentido de la unidad, de la comunión, de no buscar la confrontación, de llevar el evangelio a todos. Pienso que tiene una edad muy buena para hacer de la Iglesia un lugar de encuentro para todo el mundo dentro de las diferencias culturales y sociales que existen.
—¿Ha llegado a conocer, en persona, a algún Pontífice?
He llegado a conocer en persona a Juan Pablo II, a Benedicto XVI y al Papa Francisco.
Y ¿qué me diría de ellos?
Juan Pablo II fue un hombre muy carismático y con una profunda preocupación por la juventud. Hizo una llamada muy importante a todos a amar al Señor sin miedos, sin temores, y confiar en Él. También en sus escritos, en sus encíclicas hay una doctrina muy buena.
Benedicto XVI fue un hombre que reflexionó mucho y muy bien, ayudando a la Iglesia a situarse en realidades de la periferia de la vida. Con sus escritos y, desde otro estilo pastoral, al ser un hombre más reflexivo, de estudio, sí defendía del mismo modo las realidades sociales, las realidades de la vida de los cristianos.
Y del Papa Francisco puedo decir que su forma de evangelizar ha sido con su vida y esas encíclicas suyas como la Fratelli Tutti o aquella carta que escribió al principio de su Pontificado, La alegría del Evangelio, que fue como la carta magna por la que iba a caminar su Pontificado; también Amoris laetitia; en la casa común igualmente hablaba de la dignidad de la persona como imagen de Dios, hijo de Dios. El Papa Francisco ha dejado una buena herencia dentro de lo que es la evangelización en la Iglesia; y de una forma muy cercana y muy entendible para muchos cristianos que captaban perfectamente su mensaje y sus palabras.
—¿Ha tenido oportunidad de ver la película Cónclave?
No la he visto, pero tengo el libro para leerlo, no lo he leído todavía.
Entonces ¿no tiene ninguna opinión formada sobre ella?
No, no la tengo porque no llegué a verla. Estaba invitado, pero, por tareas pastorales, las dos o tres veces que me invitaron tuve que declinar la invitación; la obligación hay que atenderla en primer lugar.
—¿Conoce el funcionamiento de un conclave por dentro, una vez se cierran las puertas de la Capilla Sixtina? Supongo que entre las votaciones los cardenales deberán conocerse unos a otros para tener algún criterio en el momento de votar, ¿es así?
Sí. Tienen también reuniones previas al cónclave, mientras lo van preparando. Dado que vienen de todos los rincones del mundo tienen que conocerse. El que ha salido elegido era un cardenal muy conocido por todos, porque estaba en el Dicasterio para los Obispos, lo puso el Papa Francisco y tenía un conocimiento muy importante e interesante de la Iglesia universal
—Imaginemos, supongamos, que alguna vez se viera en la tesitura de ser elegido Papa, ¿cómo se imagina esa situación?
Creo que me haces una pregunta que es totalmente imposible (ríe, reímos).
¿No lo podría imaginar? Porque hay cardenales que no quieren ni oír hablar de ser Papas.
Sí, la verdad es que no es un premio, sino que es una cruz. Una cruz que se lleva con alegría porque es gobernar en nombre de Pedro, el primer Papa de la Iglesia. Pero que yo nunca me he planteado lo que me preguntas.
Bueno, nunca se sabe.
Nunca se sabe, sí, pero que es complicado. Mi forma de vivir es el sacerdocio.
—Actualmente, es el párroco de Belén y San Roque, ¿qué me puede contar sobre esta iglesia, sus feligreses, un poco de todo?
Yo llegué a Belén y San Roque el 4 de octubre de 2023; elegí el día de San Francisco de Asís a caso hecho porque la forma de ser de San Francisco de Asís para mí es una forma de vivir el Evangelio muy interesante y su espiritualidad me llena, me conforta, me estimula a seguir caminando, y quise tomar posesión ese día, lo mismo que en San Juan de la Cruz tomé posesión el 8 de septiembre en honor también a la Virgen María.
El tiempo que llevo con la gente de San Roque para mí ha sido una experiencia muy gozosa. Los primeros meses han sido meses de conocer, de compartir, de escuchar, de descubrir necesidades, de logros, de descubrir todo lo que configuraba la vida de esos cristianos que son ya mis cristianos, como si fueran familia mía; quise acercarme un poco a sus vidas para saber como plantear la pastoral y como vivir y compartir con ellos la fe. Ha sido una riqueza grande para mí.
—¿Con qué necesidades se encuentra esta parroquia?
En cuanto a necesidades físicas la parroquia, en cuanto a mantenimiento del edificio, se está adecentando este un poco, ya se ha puesto la luz (que no estaba en buenas condiciones), se ha instalado equipo de sonido, se han arreglado las goteras del tejado. Ahora queremos tapar las grietas que tiene el edificio y pintar. Estas son las necesidades físicas; poco a poco la gente va respondiendo y vamos haciendo frente a los gastos.
En cuanto a las personas la respuesta que hay es muy buena, yo estoy muy contento. La participación que yo veo es muy buena, y además con alegría.
—¿Adónde dirigirse, además de la propia iglesia, quien quiera colaborar con la parroquia?
Se pueden poner en contacto con nosotros a través de Facebook, y también directamente en la parroquia. Y ya, según las capacidades y los carismas de cada persona, orientar hacia dónde ellos pueden sentirse mas a gusto. Cuantas más manos haya, mejor; aquí no sobra nadie, aquí somos necesarios todos porque es una tarea que el Señor nos invita a hacer.
—¿Qué tal funciona el comedor social?
El comedor social va muy bien. Son un grupo de personas que están ahí. El alma del comedor es la famosa Yaya, como todos la llamamos familiarmente, que es una señora de Jaén que tiene empresas de hostelería y que coordina el comedor junto a José María Pardo. Hay un grupo grande de voluntarios, y se vive una realidad muy hermosa en el tema del servicio sin buscar nada a cambio, acercándonos al mundo de la pobreza y sobre todo a los que tienen una pobreza extrema porque viven en la calle, tienen pocos recursos económicos y están muy al límite de todo. Esta es una labor importante y, por desgracia, hoy en día necesaria, pues, hay muchas personas que lo están pasando muy mal; es lo que llamamos el cuarto mundo que se encuentra en los países desarrollados.
—Por último, el Retrato Personal del entrevistado-a. Son varias preguntas de respuestas muy breves.
Una película: La pasión, de Mel Gibson.
Una serie: Los elegidos (The Chosen), una serie muy bien hecha que ayuda a muchos a profundizar en su fe.
Una canción: Hakuna, un grupo de movimiento juvenil.
Un libro: La Biblia.
Un escritor: Benedicto XVI.
Una persona a la que admire: yo admiro a muchas personas, muchas personas que llenan por su vida y su forma de servicio, muchas de ellas anónimas. Como un personaje significativo para mí señalaría a San Francisco de Asís.
Lo mejor del sacerdocio: la entrega.
Lo peor del sacerdocio: la verdad es que no he encontrado nada malo en mi vida como cura; yo me siento muy feliz siendo cura.
Un referente en su vida: Jesucristo.
De qué color es el cielo: azul.
De qué color es el infierno: yo creo que el Señor lo blanquea de vez en cuando (ríe-reímos).
Una buena forma de ser caritativo: servir.
Un ejemplo a seguir: Jesucristo.
¿Ser practicante o ser buena persona? (si tuviera que elegir entre ambas): ser una persona practicante, claro. Puede haber personas que no practican la religión, pero que sí que son buenas personas: sí, sí que hay gente que no es practicante, pero es muy buena; yo tengo amigos que no son practicantes o no son creyentes.
Entonces, ¿no se atrevería a elegir entre uno y otro?
Yo creo que la fe es lo que aporta grandeza a la vida.
¿Qué es el sacerdocio?: asemejarse a Cristo.
¿Qué es ser cristiano?: saber escuchar lo que Dios nos pide, querer conocer al Señor y querer pasar por la vida haciendo el bien.
¿Qué es ser religioso?: es diferente a ser cristiano, hay muchas religiones en el mundo; lo definiría como una persona abierta a la transcendencia.
Un lema, o una frase, a seguir: para mí siempre, desde que me ordené como sacerdote, ha habido una frase de la Carta de San Pablo a los Romanos que es Si vivimos, vivimos para el Señor y si morimos, morimos para el Señor.
Pedro Montesinos Moya se formó en el colegio del pueblo, estudió BUP y COU en el instituto de Mancha Real, pasando después a realizar estudios teológicos en el seminario de Jaén. Tras ser ordenado sacerdote en junio de 1992, y pasar por distintas parroquias y cargos (dos años en Alcalá la Real como vicario parroquial, administrador parroquial en La Pedriza, cuatro años en Sierra de Segura llevando pequeñas aldeitas que sumaban algo más de treinta núcleos de población, nueve años en Alcaudete, dieciséis en Andújar como párroco y trece de ellos como arcipreste y como capellán del hospital) actualmente ejerce su ministerio en las Iglesias de San Juan de la Cruz y de Belén y San Roque de la capital jiennense. Sin tiempo para aburrirse, destacaría la entrega e ilusión de nuestro entrevistado en el ejercicio de su ministerio y la profunda convicción en la doctrina que predica. No puedo menos que agradecerle su buena disposición, su cercanía y su sinceridad para el buen desarrollo de esta entrevista. Invitaría a los lectores, ya sean o no creyentes, a que no olviden a esos tercer y cuarto mundo integrados por personas con iguales derechos que el resto, pero con infinita menos suerte para poder disfrutarlos, y a reflexionar sobre el fondo que, a mi modo de ver, subyace en esta entrevista: un mensaje de amor y solidaridad entre personas, con independencia de creencias o ideologías.
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