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ENTREVISTA "Resulta que de pequeño siempre quise viajar y aprender idiomas |
2025-07-13
POR MARIBEL COLMENERO
Jonay nace en Canarias hace 34 años, y lleva media vida dedicándose a la hostelería. Con 20 años abandona las islas y se traslada a Inglaterra. Lo que iba a ser una estancia de tres meses para aprender algo de inglés, se convirtió en trece años de su vida residiendo en el país británico. Motivos familiares le hacen volver a Canarias y, tras unos meses en las llamadas Islas Afortunadas, decide probar suerte en Madrid. Aquí, donde lleva ya cuatro meses, lo conocí, en el hotel donde él trabajaba y yo era una más de las huéspedes a las que atendía.
—JONAY, ¿cuándo eras pequeño qué soñabas con ser de mayor?, ¿coincide con lo que, finalmente, se ha convertido en tu trabajo?
No, la verdad es que cuando era pequeño siempre quise tener algún trabajo relacionado con los animales (me gustaban y me siguen gustando). Por tanto, no tenía nada que ver lo que quería ser de pequeño con lo que finalmente ha terminado siendo mi trabajo.
—¿Cuándo y por qué comenzaste a dedicarte a la hostelería?
Yo vengo de una zona turística, Canarias. Soy de Gran Canaria, pero estuve la mayor parte de mi adolescencia en Fuerteventura, un sitio turístico. Empecé en los veranos, Navidades, etc. para sacarme un dinero extra. Me metí a estudiar informática, pero el Gobierno no me dio la ayuda suficiente ni la situación familiar era entonces la ideal para pagarme los estudios. Al quedarme sin dinero me puse a trabajar otra vez. Pensé en aprender inglés, y así es como me fui a Inglaterra y comencé en este mundo de la hostelería.
—¿Consideras el trabajo de hostelero como una obligación o una vocación?
En un principio era más una obligación, pero al final, a pesar de la dureza del trabajo y de no estar bien pagado, para mí ha terminado convirtiéndose en una vocación. Me gusta mi trabajo y el contacto con la gente.
—Una aclaración, ¿hostelero, camarero…?, ¿qué término es el más correcto para referirse a tu trabajo?
Yo diría hostelero. Camarero sería una parte de la hostelería donde me estoy desarrollando ahora. En el mundo de la hostelería yo he trabajado prácticamente en todo: he sido freganchín, cocinero, recepcionista, bartender, supervisor, manager de recepción, manager de restaurante… un poco de todo. Lo que ocurre es que ahora estoy enfocado más en mí, en mi persona; tuve que volver de Inglaterra para cuidar a mi padre enfermo, y decidí este año dejarme de responsabilidades y enfocarme en mí. Por eso estoy de camarero otra vez.
—¿Cómo fueron tus primeros años en el mundo de la hostelería? ¿Fue tu primer trabajo?
Sí, mi primer trabajo fue un verano en un restaurante y el siguiente en un hotel. Fue duro, porque me pedían muchísima experiencia, y yo solo tenía 16 o 17 años. Por eso me fui a Inglaterra porque para contratarme requerían que tuviera mucha experiencia; aquí en España me costaba mucho encontrar trabajo; en cambio, en Inglaterra, cuando me fui a aprender inglés, me resultó mucho más fácil, no me pedían tanta titulitis.
—Resúmeme tus años en Inglaterra. ¿Por qué Inglaterra?
Resulta que de pequeño siempre quise viajar y aprender idiomas, en concreto inglés. Me fui para tres meses a Inglaterra, pasado este tiempo pensé en seguir perfeccionando el idioma, buscarme un trabajito y quedarme allí más tiempo. Mi primer trabajo en Inglaterra fue en un buffet chino, sin contrato mi nada, muy mal pagado; luego conseguí mi primer trabajo con contrato que fue como freganchín (término que utilizamos en Canarias para referirnos a fregar platos), y luego como ayudante de cocina. Lo que ocurre es que a mí lo que me gusta es la parte social. Entonces pasé a trabajar en barra (ya tenía algo de experiencia de Canarias), a los dos años me subieron a supervisor de barra; luego volví a camarero. Al principio tuve problemas en Inglaterra al ser extranjero y no dominar el idioma, pero vi que allí tenía oportunidades que me faltaban en España. Entre trabajo y trabajo de hostelería tuve algún otro que no pertenecía a ese mundo, pero terminaba volviendo a él.
—Dos o tres cosas positivas y negativas de tu vida como profesional de la restauración.
Negativas: la hostelería no está siendo bien pagada, teniendo en cuenta la dureza del trabajo; otra es que siempre va a haber una persona antipática o miserable que te va a arruinar el día ante cualquier pequeño error que cometas y, al final, todos somos humanos (yo pienso que todo el mundo debería trabajar de cara al público al menos una vez en la vida); también que la vida de un hostelero es un poco esclava, porque se trabaja fines de semana, horarios de locura, por las noches hasta tarde, difícil compaginar con una vida con niños si se tienen.
Positivas: el tema social, conocer a todo tipo de personas, de todas partes del mundo, distintas culturas, distintos pensamientos, distintas ideas, y siempre acabas aprendiendo un poco de todo; otra es el tema propina, un incentivo que mantiene mucho a la gente en el trabajo de la hostelería, es un dinero rápido y, si eres bueno en tu trabajo, fácil de llevar.
—¿En qué tipo de establecimientos has trabajado? ¿Destacarías alguno en particular?
En Canarias fueron mayormente hoteles (ya sea la cadena RIU, el Club Aldiana…) y también algún que otro restaurante. Después, en Inglaterra, trabajé en hoteles como Hotel Índigo (parte de una cadena llamada Valor y también parte de la cadena IHG). He trabajado en todas las posiciones que se puede trabajar en restaurantes; en la recepción de hotel, en recepción de unos apartamentos. Aunque ya fuera de la hostelería, pero sí de cara al público, trabajé un tiempo en Zara (en las tiendas de ropa), y en Inglaterra hubo una época que trabajé, tipo comercial por comisión, para una ONG.
—¿Cuál ha sido tu trayectoria? ¿Has comenzado por abajo, como se suele decir?
Sí, básicamente sí, he comenzado por abajo, y he llegado casi, casi a lo más alto en hostelería. Pero ahora, por ejemplo, he vuelto abajo, porque en estos momentos de mi vida no busco la presión y el estrés que llegué a tener por ejemplo al ser encargado de un restaurante.
—Actualmente, ¿qué tipo de trabajo desarrollas?
Ahora mismo soy camarero de un hotel, del restaurante de uno de los hoteles de Palladium.
—¿Te has tenido que preparar, profesionalmente, para llegar a dónde estás ahora?
Existe la posibilidad siempre de formarte. En mi caso, yo la experiencia que tengo la he cogido trabajando. Una de las cosas buenas que han tenido y tienen en Inglaterra es que te forman en el trabajo dando cursos, al tiempo que se trabaja, de la actividad que estás realizando. Por tanto, yo no he estudiado una carrera como tal, pero, dentro de la hostelería y en Inglaterra, he hecho todo tipo de cursos, contando también con los cursos de supervisor, de manager… He tenido la formación mientras trabajaba.
—¿Cuál es el horario de un hostelero?
Todas las noches, la mayor parte de la semana... Si se trabaja en un hotel se tienen los días libres rotativos, pero si es en restaurante (es algo más duro) suelen dar los días libres entre lunes y jueves. Dos días libres, normalmente rotativos en hoteles y de lunes a jueves en restaurantes. Yo llevo desde los 17 años trabajando en hostelería, y solo he tenido fines de semana libres cuando los he pedido por algo específico.
¿Y horario diario?
Unas ocho horas. También hay gente que trabaja media jornada, pero en mi caso son unas ocho horas diarias, a partir de las 3 o 4 de la tarde. Si se trabaja en restaurante es más duro: se entra en turno de almuerzo, luego hay dos o tres horas libres, y se tiene que volver en turno de cena. Y en muchos restaurantes, no todos, solo dan un día o día y medio libre.
—¿Calificarías tu trabajo como duro? Y si no, ¿qué adjetivo utilizarías
Sí, es un trabajo duro, esa es la palabra. La gente cree que es solo escuchar y servir y que es un trabajo fácil, pero son muchas personas al día, y no todas te tratan de la forma más correcta. También es duro físicamente: todo el día de pie, con una bandeja en la mano, corriendo, cocinando… ; todos los camareros que conozco terminan con problemas físicos. Es un trabajo duro y estresante. También al tener que lidiar con todo tipo de clientes, nunca sabes con qué clase de persona te vas a encontrar.
—¿Cómo ha sido, en general, tu relación tanto con jefes como con clientes? ¿Destacarías algún caso en particular, ya sea por positivo o por negativo?
Con los jefes he sólido tener muy buena relación; muchos de mis jefes en Inglaterra han terminado siendo amigos y sigo teniendo relación. Es cierto que hay también jefes muy prepotentes que, una vez llegan a ser jefes, se olvidan de lo demás. Pero en general mi relación con los jefes ha sido buena. Es cierto que también yo soy una persona fácil de llevar.
Y con los clientes, te encuentras de todo.
—No debe ser fácil tratar con tantas personas diferentes en tu día a día. Aprovecha y pídeles a esos clientes algo que eches en falta o consideres importante.
Una de las cosas más importante es que tengan en cuenta que todos somos humanos, y que la paciencia es una virtud que se puede aprender. Todos tenemos problemas, y los camareros también.
—¿Crees que, más que nunca, en trabajos como el tuyo la paciencia es una virtud?
Sin ninguna duda.
—Hazte y contesta a esa pregunta que no te he hecho y te hubiera gustado que la hiciera.
Ahora mismo no se me ocurre nada.
—Por último, el Retrato Personal del entrevistado-a. Son varias preguntas de respuestas muy breves.
Una película: La comedia en general.
Una serie: Juego de tronos.
Un actor-actriz: Hugh Jackman.
Una canción: Stand by Me.
Un libro: me gustan los libros de misterio en general.
Una persona a la que admires dentro del mundo de la restauración: no suelo admirar a nadie, aunque me gustan muchos.
¿Arguiñano o Chicote?: Chicote.
¿Jefe o empleado?: jefe, obviamente.
¿Día o noche?: soy más de noche
Una virtud: paciencia.
Un defecto: soy muy olvidadizo.
Lo mejor de tu trabajo: el trato social.
Lo peor de tu trabajo: los horarios.
Un buen camarero es… una persona organizada.
Un buen cliente es… una persona agradable.
Una palabra que te defina: empatía.
Una palabra con la que no te identifiques: enojo, malhumor…; lo que es ser un cascarrabias.
¿Qué para ti la hostelería?: Asegurarse de que el cliente siempre esté contento y, a la vez, el negocio salga a flote.
Un lema, o una frase, a seguir: Vive y deja vivir.
Como decía, conocí a Jonay en el hotel donde él trabajaba y yo era una huésped más. Me atendió en repetidas ocasiones y, desde el principio, me agradó su profesionalidad y excelente trato al cliente. El cliente siempre tiene la razón, ¿seguro?, me pregunto. Un simple ejercicio de autocrítica nos haría comprender que no siempre es así; en ocasiones sí, por supuesto, y en ellas es totalmente lógico que el cliente defienda sus derechos; en otras muchas, valiéndose de su situación privilegiada y de un equivocado concepto de superioridad, la persona atendida se pasa por el forro los derechos de la que la atiende, que sólo intenta hacer su trabajo de la mejor manera posible. Ante todo, nunca perder la educación y las formas, parafraseando otro conocido dicho hablando se entiende la gente. He sentido la necesidad de hacer esta reflexión para terminar. En el caso que nos ocupa, para mí, Jonay como hostelero ha superado la prueba; sin exagerar en absoluto, se merece un 15 sobre 10.
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