EDITORIAL 
"El general del “servicio a la patria” —Gan Pampols— cobra relevancia

2024-12-01

 

Dimisión

El general del “servicio a la patria” —Gan Pampols— cobra relevancia

La palabra “dimisión” no solo encierra la renuncia a un cargo, sino que representa la pérdida de confianza y la exigencia de responsabilidad en el ámbito público. Tras un mes y dos días de gestión deficiente de una crisis como la DANA, cabe alzar la voz con preguntas incómodas y necesarias: ¿Qué debe hacer el pueblo cuando las administraciones fallan?

La dejación de funciones por parte de quienes ostentan el poder ha encendido el debate sobre la rendición de cuentas. Las catástrofes no solo prueban la capacidad logística de los sistemas de emergencia, sino también la integridad y responsabilidad de sus líderes. La gestión caótica de la DANA ha puesto en evidencia fallos estructurales que afectan a los servicios de emergencia y, sobre todo, a la población. En situaciones de crisis, el liderazgo debe ser claro y efectivo, y cuando no lo es, se deben asumir responsabilidades.

Una de las preguntas que emergen es si un cargo público u orgánico debe lealtad absoluta a su partido o si, por el contrario, debe priorizar el bienestar de los ciudadanos. ¿Es aceptable que la disciplina partidista prevalezca sobre el compromiso con la ciudadanía? La respuesta parece clara para muchos: el interés público no puede subordinarse a intereses políticos. En este contexto, las demandas de dimisión no son simples gritos de protesta, sino un llamamiento a recuperar la ética en la gestión pública.

El general del “servicio a la patria” —Gan Pampols— cobra relevancia.

Quienes asumen cargos públicos deben hacerlo con la convicción de servir, no de lucrarse. ¿Es legítimo que quienes gestionen la reconstrucción de una tragedia se beneficien económicamente? Esta es otra pregunta que exige respuestas transparentes. La reconstrucción, en casos como el de la DANA, debería ser un acto de responsabilidad y compromiso, no una oportunidad para intereses privados.

El ejemplo de responsabilidad no está en los despachos, sino en la gente. Los vecinos, organizados y en pie de guerra, han demostrado que la solidaridad y el esfuerzo comunitario son esenciales en tiempos de crisis. Mientras los dirigentes tropiezan en la burocracia, la ciudadanía actúa, lo que subraya aún más la necesidad de una gestión eficaz y comprometida.

Finalmente, el clamor popular: “¡Qué dimitan todos!”, no es una consigna vacía, sino un reflejo de la indignación y el hartazgo. Es una exigencia de renovación, de ética y de una política que realmente responda a las necesidades del pueblo. La dimisión, en este sentido, no es solo una cuestión de honor, sino una exigencia democrática cuando se ha fallado en el deber fundamental de proteger y servir.

En esta crisis, la rendición de cuentas es el primer paso hacia la reconstrucción, no solo de infraestructuras, sino de la confianza en las instituciones. Y quizás, es hora de que quienes han fallado den un paso adelante con su dimisión.


 

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