31-07-2022
Después de más de dos años difíciles encadenando una tras otra toda clase de calamidades, sin tiempo para tomar aire y reponernos, como herederos de una maldición caída sobre nuestros antepasados, llegó el momento esperado durante tanto tiempo: las ansiadas vacaciones de verano.
No unas vacaciones cualquiera sino las primeras, pasados veintiocho interminables meses, sin ninguna restricción y con total libertad de movimientos. Cierto que el Covid sigue ahí, la inflación tan disparada que parece el tapón de una botella de champán tras agitarla, el precio de la gasolina nos tienta a someter a nuestros coches a un ayuno impuesto, y Putin nos amenaza día sí y día también. Mas los ciudadanos nos negamos a renunciar al descanso que tanto necesitamos: el relax a la orilla del mar, la paz en la montaña, la tranquilidad de las zonas rurales y, por qué no, el exotismo de destinos lejanos. No queremos renunciar a ello, más en ocasiones no queda otro remedio.
En estos casos, yo propondría una alternativa, distinta pero también gratificante, y que responde a las tres famosas Bes: Buena, Bonita y Barata. Con ella podríamos disfrutar un día de las mágicas mil y una noches, y en la siguiente jornada hacer un safari por la sabana africana; visitar las playas de El Caribe o perdernos en islas recónditas y misteriosas; escalar las cumbres más altas o practicar espeleología en cavernas subterráneas. Y todo ello viviendo fantásticas e inimaginables aventuras, tiernas historias de amor, temblando de miedo o riendo como niños, resolviendo enigmas, y convertirnos en personajes que, en nuestro día a día, nunca podríamos encarnar.
¿Y cuál es la clave para alcanzar estas maravillas en un solo verano y sin gastar mucho dinero? Leer: novelas, libros de viaje, libros divulgativos, poemarios. Yo, entrando en el terreno del esparcimiento, me inclinaría por la novela en cualquiera de sus géneros. Pero, como se suele decir, para gustos…
Entiendo la decepción de muchos ante esta alternativa: un libro no sustituye las vivencias únicas que aporta un viaje. Es cierto. Pero también lo es, y los buenos lectores lo confirmarán, que un viaje tampoco ofrece las innumerables experiencias que la lectura regala. Placeres distintos pero complementarios. Lo ideal, viajar acompañado de buenos libros. Mas, a falta de lo primero, hay una opción que, por poco dinero, nos permite viajar y disfrutar sin movernos de nuestra casa. Y esto puede interpretarse, según el cristal con que se mire, como una gran ventaja.
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