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2023-12-03
Que Dios nos pille...
Una de esas frases célebres que se quedan grabadas en nuestra retina y que, haciendo vigilia, esperan el momento adecuado para salir al exterior y demostrar, de esa manera, nuestro vasto manejo del conocimiento, es aquella que reza: “La grandeza de un hombre se mide por la talla de sus enemigos”. No obstante, y sin poder despegar mis pensamientos de los hechos recientemente acaecidos, esa oración cobra aún más relevancia si la usamos a sensu contrario.
Me han sorprendido, al igual que a muchos, los halagos lanzados por parte de un ignominioso grupo terrorista,
cual cesta repleta de sutiles, perfumados y aterciopelados pétalos de rosas, sobre la cabeza de nuestro presidente, y que han sido acogidos sin pudor alguno. Qué sentido tiene que el presidente más progresista, feminista y ecologista, de la Historia de la Humanidad, sea poco menos que un rockstar ídolo de un movimiento que aboga por el sometimiento de la mujer hasta su anulación como persona, por la aniquilación de todo lo que suponga evolución cultural, por la abolición de todo aquello que huela a libertad… Es entonces cuando la frase cambia su perspectiva, dejando en un lugar no muy bueno al protagonista: “La grandeza de un hombre se mide por la talla de sus amigos…, y vaya amigos que te has echado, campeón.”
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