03-07-2022

Se cumple un año desde que el gobierno local del Ayuntamiento de Jaén saltó por los aires. Un año desde que tres concejales tomaron una decisión pocas veces, por no decir ninguna, vista por los jiennenses.

Un año desde que, por primera vez, tres políticos, de manera voluntaria, eligieron ser fieles a sus principios, los que les marcaron su devenir en la vida pública durante décadas, frente a las imposiciones y a los intereses personales. Un año en el que se ha demostrado que les sobraba tanta razón como valor. Ese golpe sobre la mesa contra la actitud de un alcalde tibio que no defendió como debía lo que debía de defender. Contra la actitud de un partido aferrado al poder, que prefirió defenestrar a los suyos, manteniendo el sillón del gobierno, antes de ponerse del lado de los jiennenses que habían confiado en él. La respuesta de los jiennenses ha sido un tremendo grito silencioso, materializado en las urnas. Al alcalde tibio le han dicho que no se merece el bastón de mando que un día esos tres concejales pusieron en sus manos. Al partido obcecado con el poder, directamente, lo han hecho desaparecer. Y, mientras todo esto ocurre, los concejales que dieron el paso mucho antes que los jiennenses se preguntan cada día si merece la pena tanto sacrificio.

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