2022-11-20
Cuando salgo a la calle nadie se dirige a mí para decir que somos la provincia con más castillos y fortalezas de Europa, Tampoco nadie se me acerca para poner de manifiesto que tenemos la mayor extensión de parques naturales, ni la mejor Catedral, ni los mejores Baños Árabes del continente.
No me recuerdan nunca que somos la primera potencia mundial productora de aceite de oliva, ni que tenemos el mayor bosque artificial del mundo compuesto por sesenta y seis millones de olivos. Nadie. Nadie me hace referencia a nuestra sobria y elegante Semana Santa, ni a nuestras leyendas, ni a las batallas históricas que se libraron en nuestras tierras, contiendas cuyas victorias cambiaron el rumbo, no solo de España, sino de Europa... Nadie. Ni me mencionan el atractivo maravilloso de nuestras tapas, ni el encanto de nuestro casco histórico. Todos los que se acercan a mí me trasladan lo mismo: su angustia por no encontrar futuro para sus hijos y, en muchos casos, demasiados, ni siquiera una esperanza para ellos mismos. Y es en esos momentos cuando les miro a los ojos y les digo, desde lo más profundo de mi corazón: "Lo intenté..." Luego vendrán los de siempre a decir, con tono entusiasta, que somos los mejores. Que sí, pero que de ser los mejores no se come.
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