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“siento a la persona que fue un referente imprescindible en mi vida, Delia, que partió hace unos días, pero cuya habitación en mi alma sigue llena con sus cosas, sus enseñanzas, su amor y sus ideales de fraternidad. |
2023-08-27
Mirando al interior percibimos que una parte fundamental de nuestra vida son las personas con quienes tejemos nuestra existencia. La mayoría de los lugares del alma son espacios que compartimos con otros corazones, algunos de ellos primordiales para nosotros. Lugares en los que guardamos muchos elementos que constituyen nuestra vida interior y que tenemos en común con esas personas: experiencias, ideales, sensibilidades, sentimientos, pensamientos, sueños, anhelos, realidades espirituales.
De esta manera podría decirse que las personas con las que establecemos vínculos fuertes e intensos son lugares en el alma, llenos de trozos de vida que compartimos con ellas. Y algunas veces, el destino nos sonríe y nos pone en contacto con grandes almas, de forma natural se establece una unión duradera y un gran espacio de nuestro corazón se destina a ese vínculo, donde comienzan a atesorarse las riquezas interiores que esa persona posee y que comparte con nosotros.
El mundo interior de esos seres queridos tiñe nuestro mundo interior, y de alguna manera, el nuestro también forma parte del suyo, de tal forma que nuestra existencia sería diferente sin ellos.
Y puede ocurrir lo normal en la vida, que esas personas amadas abandonen el espacio y el tiempo en el que compartíamos nuestras presencias y se produce un impacto, un torbellino de emociones tristes y dolientes ante la ausencia, más si no dejamos que ese estado de ánimo intenso, gris y apagado se apodere de nuestra conciencia, nos daremos cuenta de que el lugar del alma donde nos encontrábamos con esa persona querida sigue ocupado por ella. ¡No se ha ido! ¡Allí siguen sus cosas y su ser!
Tan apegados a las formas materiales, no somos del todo conscientes de la impronta que queda en nuestro interior, que no desaparece mientras dicho espacio siga habilitado, iluminado por nuestra conciencia. No se producen vacíos en el alma.
Y ocurre entonces que, todas las realidades que compartíamos, vivencias, ideales, sueños, sensibilidades, pensamientos, se perciben de manera más nítida, y aquella persona querida que ya no está, sigue más presente que nunca. Y el recuerdo se matiza: no es el de alguien que se fue para siempre y dejó de existir, sino el de alguien que sin dejar de ser (porque tenemos su espacio aún en nuestro interior, con sus cosas) estará ausente de manera física por un largo tiempo, como en un viaje.
Así, de esta forma siento a la persona que fue un referente imprescindible en mi vida, Delia, que partió hace unos días, pero cuya habitación en mi alma sigue llena con sus cosas, sus enseñanzas, su amor y sus ideales de fraternidad. Y yo mantengo la luz de mi conciencia encendida en esa habitación, y al contemplar todo lo que hay en ella, me doy cuenta de que Delia sigue conmigo.
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