14-08-2022

El primer impulso parte de una pregunta, algo innato en el ser humano. Nos llena de interrogantes el ser conscientes de nosotros mismos, de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, de lo que recordamos de nuestro pasado y de lo que proyectamos para nuestro futuro.

La necesidad de encontrar respuestas se acrecienta porque tomamos conciencia, muchas veces dolorosa, de la temporalidad de casi todo a lo que nos aferramos que tiene fecha de caducidad, lo cual nos lleva a buscar sentido, buscar algo firme sobre lo que sustentar la vida.

Todos somos filósofos en potencia, todos buscamos la verdad, todos amamos la sabiduría, aunque nunca utilicemos esa forma de decirlo, porque todos queremos encontrar las respuestas correctas a nuestras inquietudes.

Uno de los grandes estímulos de la creación cultural es la formulación de las preguntas comunes a todos, y de las posibles respuestas. Posteriormente, cuando nos acercamos a la cultura y nos topamos con estas cuestiones, estamos participando de un acto filosófico. Si, además, compartimos esa experiencia cultural con otros y añadimos nuestras propias reflexiones y puntos de vista sobre el tema cultural que nos ha llamado la atención, estamos participando de un acto filosófico. Y si todo concluye en un diálogo enriquecido con las aportaciones de todos, estamos participando de un acto filosófico. Al final, nos hemos sentido identificados (o justo lo contrario) de alguna manera con un contenido particular, que nos proporciona sensaciones y respuestas, o nos ayuda a definir mejor las interrogantes de nuestra vida.

Hemos realizado este juego en Nueva Acrópolis y encontramos preguntas filosóficas en todos los ámbitos de la cultura: el cine, la literatura, el teatro, las artes plásticas, las letras de las canciones, la poesía slam, los vídeos cortos, el manga, los cómics, las series, los vídeo-juegos y tantas otras producciones culturales, contienen muchas veces inquietudes interiores o respuestas a dichas inquietudes que dan forma a un desarrollo filosófico.

El sistema educativo actual con la supremacía de las habilidades laborales frente a las capacidades humanas esenciales (tecnología versus humanidades), la concepción simplista del ser humano, o la excesiva preponderancia de las reglas del mercado, distorsionan y condicionan la capacidad de la cultura para vehicular las inquietudes filosóficas. Pero mientras surjan las preguntas interiores, las mil y una formas diversas del “quién soy”, “de dónde vengo” y “a dónde voy”, la necesidad de filosofar brotará de manera espontánea, aunque posteriormente encuentre cauces muy diversos.

Hay mucha más filosofía en nuestras vidas de lo que creemos, porque es algo innato en el ser humano, más allá de títulos y especialidades. Filosofía para vivir.

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