9-10-2022
Y los que hacen política con eso de que “son todos iguales”, y que dicen no tener ideología, ¿qué opinan de lo que hoy le importa a la gente?
La política ni acaba ni empieza en darse golpes de pecho repitiendo que se quiere a un territorio, como si se tuviera el monopolio del cariño o el compromiso con una tierra. Si se opta por la política, hay que explicar otras muchas cosas que pueden depender de tu voto en los parlamentos; cosas de las que depende la vida de la gente, y que obligan a salir de un guion que, por simple, la situación actual transforma en poco o nada creíble. Está muy bien lo del victimismo, pero ¿cuál es su apuesta en política fiscal, además del silencio?
¿Silencio por falta de opinión, por tacticismo, o por el empeño en silenciar la verdadera ideología? Me atrevo a apostar por las dos últimas. La crisis también ha servido para desnudarles en un momento en que ya no vale trabajar la frustración, ni la construcción de un discurso sobre el “todos son iguales”, porque se ve desde muy lejos que no lo somos. La derecha y la izquierda son reconocibles. En la que estamos viviendo, no vale intentar aprovecharse de una pretendida, imposible e increíble independencia ideológica.
Hay que mojarse; contar a la gente “cómo de iguales” son ellos; qué defenderían si estuvieran en los parlamentos. ¿Defenderían a las clases medias y trabajadoras, o a los que más tienen? De hecho, es también importante saber qué piensan sus miembros con más señalados cúmulos de patrimonios extraordinarios. ¿Se mirarían a sí mismos, o se sumarían a los criterios del gobierno de España para reducir las cargas de las familias trabajadoras de este país?
La preocupación en la que vivimos hace que ya no valgan los silencios, ni la construcción de guiones sobre “lo malos que son unos y otros”. Las dificultades de la gente te obligan a que te mojes, porque el resultado de tus políticas, de tus decisiones, de tus ideas, afecta a todos. Toca saber cuál es la ideología de los que dicen que no tienen ideología.
Lo decimos en la semana de la ley de memoria democrática; una ley justa sobre la que estaría bien que opinasen. ¿La votarían? ¿Piensan que hay que dejar las cosas como están, o por el contrario entienden hay que buscar la justicia con las víctimas y la reparación a sus familias; empezando por la más básica: encontrar y honrar a sus muertos?
Ante cuestiones así es imposible desprenderse de la ideología. Hay que mojarse. Lo que ocurre es que el miedo a que se escape parte del electorado es demasiado fuerte. El miedo a aparecer tal como se es. El silencio de estos días nos da una muestra de que la realidad les supera cuando salen del “todos son iguales”, y de lo malos que hemos sido todos con Jaén. Y la realidad hay que afrontarla cuando se está en política, valorarla, y decidir. Lo contrario es demagogia.
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