22-05-2022

Tanto el 2 de mayo de 1808 como el 26 de abril de 1937, fueron fechas sangrientas en la capital de España, Madrid, y en la localidad vasca de Guernica. Con la diferencia en el tiempo de que los hechos transcurridos distaban de casi 29 años. La primera invasión infringida por los franceses, y la segunda por los alemanes, las dos invasiones dejaron una profunda huella por lo que fueron reflejadas en sendos lienzos con el mensaje rotundo de “No a la Guerra”.

El Museo del Prado custodia el lienzo de la “carga de los Mamelucos”, y el Centro de Arte Reina Sofía guarda “el bombardeo”. Ambos cuadros están separados uno de otro a tan solo 9 minutos de camino, para toda persona que desee visitar y sumergirse en la reivindicación pacífica de grandes figuras del arte de este país.

El apoyo de fuerzas bélicas en una guerra siempre ofrece diferentes visiones para quienes ordenan invadir y solicitan ayuda, para quienes son invadidos, y para quienes orquestan los avasallamientos desde la lejanía con la supremacía de la arrogancia.

Hermann Göring como jefe de la Luftwaffe con 34 años de edad y secundado de toda su pandilla xenófoba, eligieron la llamada de socorro del dictador Francisco Franco como un perfecto campo de pruebas para su armamento. “Disparad primero y disparad después, y, si os equivocáis, yo os protegeré”, dijo este criminal nazi.

Los militares sostenidos por

el pueblo llano siempre han estado a las órdenes de sus mandatarios, han elegido la sublevación, o han sido mentes pensantes para la creación de tácticas de guerra, siendo países punteros en el armamento bélico Italia, Alemania y Estados Unidos.

 

El bombardeo alemán en Guernica fue designado con el nombre de “Operación Rügen”, corta palabra que indicaba una acción tajante: Reprender. La táctica del “Bombardeo alfombra” fuera practicada por los nazis tras romper el tratado de Versalles y rearmarse para tener supremacía en el continente. Durante más de tres horas arrasaron esta ciudad con la intención de erradicar las libertades vascas y la eliminación del autogobierno, convirtiéndola en el icono del antifascismo y el antibelicismo.

En la obra de Goya de los levantamientos del 3 de mayo de 1808, en el conocido lienzo, la mayor parte de las víctimas fueron elegidas por sorteo para ser fusilados siendo ya cautivos, excepto el elegido a dedo para morir, el sacristán del Convento de la Encarnación, que aparece en el cuadro retratado con la sotana negra que vestía, el presbítero capellán Francisco Gallego Dávila. Otra figura relevante, cuyo nombre ha sido mantenido en el tiempo elevada a heroína popular madrileña fue Manuela Malasaña Oloño, junto a su padre, Juan Malasaña Pérez, que al parecer falleció mientras cargaba los cartuchos y los preparaba para que sirvieran de munición a su padre, justo cuando se produjo la insurrección contra los franceses a manos de los madrileños, en el epicentro del levantamiento, en el cuartel de Monteleón, siendo enterrada en San Martín junto a los restos de otros héroes de aquel día como los capitanes Daoiz y Velarde. La estrategia de Napoleón era llamada “guerra total”, dos palabras que buscaban la hegemonía del francés en toda Europa, siendo emperador de Francia desde 1804.  

Los estrategas bélicos no cesan en desperdiciar inteligencia, dañando sin resolución la humanidad. ¿Dónde está la razón que cultiva dicha inteligencia? ¿En la rebelión de los auténticos visionarios?

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