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JORGE VALVERDI "El impacto en los niños es especialmente preocupante. Miles han quedado huérfanos y muchos más han presenciado actos de violencia que han marcado sus vidas para siempre. |
2025-08-15
El Conflicto en Gaza
Un Desastre Humanitario
El conflicto en Gaza, que se intensificó con los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, ha desencadenado una respuesta militar israelí que ha dejado a la Franja en una situación de devastación sin precedentes. Más allá de las cifras y los titulares, lo que se vive en el terreno es una catástrofe humanitaria y un desastre psicológico que tendrá consecuencias durante generaciones.
La ofensiva de Israel, que tenía como objetivo declarado la eliminación de Hamás y el rescate de rehenes, ha tenido un impacto abrumador en la población civil. Las estadísticas del Ministerio de Sanidad palestino y de la ONU pintan un cuadro desolador: más de 61.000 personas fallecidas y cerca de 151.000 heridas, la gran mayoría civiles. Estos números, ya de por sí alarmantes, son solo una parte de la realidad. Cada una de estas cifras representa una vida truncada, una familia destrozada y un dolor incalculable.
Los bombardeos no solo han destruido vidas, sino también la infraestructura vital de Gaza. Hospitales, escuelas, mezquitas y sistemas de agua y saneamiento han sido bombardeados o inutilizados, llevando al colapso los servicios básicos. La situación se ha agravado con el bloqueo impuesto por Israel, que ha restringido drásticamente la entrada de ayuda humanitaria, combustible y suministros médicos. La ONU y otras organizaciones internacionales han advertido sobre una hambruna inminente y generalizada que amenaza a la mayoría de los 2.3 millones de habitantes de la Franja. La falta de alimentos, agua potable y medicinas está provocando la propagación de enfermedades y la muerte de los más vulnerables.
Sin embargo, uno de los impactos más profundos y menos visibles del conflicto es la crisis de salud mental. La población de Gaza, ya de por sí traumatizada por décadas de conflicto y asedio, está experimentando niveles de estrés, ansiedad y depresión insostenibles. Los bombardeos constantes, la pérdida de seres queridos, la destrucción de hogares y el desplazamiento forzado han generado un trauma masivo. Se estima que la gran mayoría de la población, incluidos los adultos, experimenta síntomas de trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El impacto en los niños es especialmente preocupante. Miles han quedado huérfanos y muchos más han presenciado actos de violencia que han marcado sus vidas para siempre. El miedo, los terrores nocturnos y la regresión en el desarrollo son síntomas comunes. Algunos niños han dejado de hablar o han desarrollado comportamientos agresivos como una forma de lidiar con el trauma. La UNICEF y otras organizaciones de derechos de la infancia han alertado sobre esta "generación perdida", cuyas heridas psicológicas tardarán décadas en sanar, incluso si la guerra terminara hoy.
El sistema de salud mental de Gaza, que ya era precario, ha colapsado. Los pocos psicólogos y psiquiatras que quedan en la región están sobrecargados y no tienen los recursos para atender la avalancha de casos. La falta de seguridad y la destrucción de clínicas e infraestructuras hacen que la atención sea casi imposible de recibir.
La guerra en Gaza no es solo una crisis política o militar, sino un desastre humanitario y psicológico de proporciones épicas. Sus cicatrices físicas y emocionales perdurarán por mucho tiempo, demostrando que el costo real de este conflicto se mide en las vidas y las mentes de aquellos que lo sufren directamente. La comunidad internacional se enfrenta a un desafío monumental no solo para detener la violencia, sino también para abordar las secuelas a largo plazo de esta tragedia.
El impacto del conflicto va más allá de las cifras de muertos y heridos, afectando gravemente la capacidad de las personas para participar en sus ocupaciones cotidianas, es decir, las actividades significativas que dan sentido a sus vidas. Tanto de desde la perspectiva de la psicología, de la psiquiatría como de terapia ocupacional, las consecuencias de la guerra han generado una crisis en los ámbitos laboral, educativo y en el acceso a la autonomía para las personas con discapacidad.
Impacto Laboral: La destrucción masiva ha aniquilado la economía local. Miles de personas, que han perdido sus negocios, herramientas y lugares de trabajo, enfrentan un futuro incierto. La terapia ocupacional se vuelve crucial para la rehabilitación profesional, ayudando a los sobrevivientes a adquirir nuevas habilidades o a adaptar sus capacidades para acceder a empleos en una economía devastada. Esto incluye el diseño de espacios de trabajo adaptados y la formación en oficios emergentes que puedan ser viables en el contexto de la reconstrucción.
Impacto Educativo: El bombardeo de escuelas y la interrupción de las clases han privado a una generación de su educación. Los terapeutas ocupacionales pueden intervenir para ayudar a los niños a reintegrarse en el aprendizaje. Esto implica no solo superar el trauma psicológico que dificulta la concentración, sino también diseñar ambientes escolares adaptados a las necesidades de los niños con discapacidades adquiridas por la guerra, garantizando que todos tengan la oportunidad de continuar su desarrollo académico.
Impacto en la Discapacidad: La guerra ha dejado a miles de personas con discapacidades físicas y cognitivas permanentes. La falta de acceso a prótesis, sillas de ruedas y otras ayudas técnicas, sumada a la destrucción de infraestructuras accesibles, ha limitado severamente su independencia. La terapia ocupacional trabaja directamente con estas personas para maximizar su autonomía, enseñándoles a realizar actividades de la vida diaria de nuevas maneras y abogando por la creación de un entorno más inclusivo y accesible que les permita participar plenamente en la sociedad.
La escala de esta tragedia exige una respuesta urgente y contundente. Más allá de la ayuda humanitaria, el mundo tiene la obligación moral de presionar por un cese inmediato de las hostilidades. La reconstrucción de Gaza, tanto física como humana, no puede comenzar mientras las bombas sigan cayendo. La paz no es solo la ausencia de guerra; es la restauración de la vida, de la dignidad y del futuro de una población que ha sufrido demasiado.
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