22-05-2022

En plena investigación desapareció provocando una búsqueda despreocupada porque su seguridad, como siempre, estaba extremadamente garantizada. Durante este periplo de dos años, que ha dado para busca (sin órdenes de búsqueda), para ‘investigación’ policial y judicial (sin la aplicación de lo justo), para intriga familiar (sin trascendencia pública) …

El pasado 2 de marzo, EL PAÍS, recogía entre sus noticias: “La Fiscalía del Tribunal Supremo ha despejado este miércoles el horizonte judicial de Juan Carlos I en España, pero por el camino ha dejado constancia de que quien fuera jefe de Estado entre 1975 y 2014 cometió numerosas irregularidades, al menos fiscales, de las que no va a responder penalmente”. Y a raíz de ahí; borrón y cuenta nueva. Pues el cacareo periodístico anunciaba días atrás que el huido regresa; apareciendo en Sanxenxo. Sí, por este pasado jueves llegó.

Y en la chupi guay democracia del país de las Españas los privilegios reales (monárquicos) se mantienen intactos cual si España siguiera aún sumida en el medievo. Por entonces, escrito e inculcado estaba, el rey es el rey. Por hoy, escrito y conculcado está, un ciudadano es un ciudadano. Pero el ciudadano Juan Carlos, al que pillaron con el carrito de los helados, se ha ido de rositas y ello le permite moverse, con más tranquilidad, desde Sanxenxo ¿a Madrid?, desde Madrid ¿a Mallorca? y desde Mallorca a donde él quiera: que para eso es Juan Carlos. ¡Viva la ‘democracia’!, y ¡Maldito sistema!; que de ser cualquier otro ciudadano ya estaría detenido, lo sentarían en el banquillo e iría a la cárcel. 

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