... por su aportación a la agricultura con las semillas híbridas

2024-02-25

 

Verde Premio Nobel

 

Todo empezó en 1970, cuando la Real Academia Sueca de las Ciencias le concedió el Premio Nobel de la Paz a Norman Borlaug padre de la Revolución Verde,

por su aportación a la agricultura con las semillas híbridas

y que facilitó, gracias a los productos químicos, los cultivos intensivos en zonas especialmente afectadas por el hambre. Se pensaba que produciendo alimentos en gran cantidad se acabaría con el hambre, y de paso se estaba boicoteando los cimentos del comunismo, la gran obsesión de Estados Unidos en aquellos años. Con el apoyo del Banco Mundial y de la OMC se impuso a los países pobres la agricultura industrial basada en los químicos. Bien es cierto que esto ayudó a multiplicar los rendimientos de la tierra y en muchas zonas redujo la desnutrición, pero nadie predijo las consecuencias medioambientales que aquello tendría en el futuro. Desde ese día, campesinos de todo el mundo han visto cómo su supervivencia está cada día más ligada a aquellos productos químicos “milagrosos”, atados de pies y manos a los intereses de las multinacionales. Los químicos reducen cada día la biomasa de las tierras, agota la materia orgánica de los suelos, envenenan los cauces de agua, acaban con la biodiversidad, lo que obliga a que los campesinos tengan que endeudarse cada vez más para poder volver a sembrar sus tierras. Un círculo vicioso del que pocos pueden salir. Muchos recurren a vender sus tierras a las mismas multinacionales que les arruinan, otros emigran a las grandes ciudades donde se integran en los barrios marginales y alimenta todo un ejército de desesperados, los hay que eligen emigrar a otros países y jugarse la vida en una patera, finalmente, miles de ellos eligen el suicidio como única salida a sus crisis. Como en una comedia negra, los productos que eligen suelen ser los mismos herbicidas de los que dependían sus antiguas producciones. Años de químicos en las tierras han acabado con la materia orgánica que ayudaba a almacenar la humedad de la lluvia en la tierra, lo que acaba provocando desertificación y sequía, cambios en las temperaturas y, en definitiva, cambios climáticos a todos los niveles que hacen las tierras cada vez más improductivas. En ciertos lugares de la India, los agricultores están volviendo a sembrar con semillas nativas que han sido rescatadas por campesinos aislados que no tuvieron acceso a los químicos. Esto está ayudando a regenerar las tierras que vuelven a ser fértiles y enriquecen de paso la biodiversidad. Su éxito está siendo replicado en otras partes del mundo con parecidos resultados. Aunque queda la duda de si las grandes multinacionales, amparadas por los gobiernos ricos, la OMC, FMI, Banco Mundial y otros organismos internacionales, que se enriquecieron con los químicos como Monsanto (el creador de Roundup), American Home Products o Cargill, vayan a permitir este regreso a la agricultura verdaderamente sostenible.


 

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