... que han llegado a España engañadas por un familiar que le aseguró un trabajo decente cuidando ancianos, tal vez tus propios abuelos, putero.

2023-10-08

 

 

Mujer de deuda

 

Mi segundo artículo en Libreopinate se llamó A ti, putero y se lo dediqué a todos aquellos hombres que se aprovechan de las difíciles situaciones que viven miles de mujeres en España, sobre todo inmigrantes, para satisfacer sus instintos de macho alfa. Convirtiendo el cuerpo de la mujer en un trofeo al que dominar y con el que alardear ante su jauría. Hoy quiero retomar aquel artículo para escribir desde el lado de las perdedoras, las culpables, pecadoras, malas mujeres…

Puede ser cualquier punto de la machosfera ibérica, un local de carretera de esos que pasas sin ver. La puerta de entrada de cristal opaco, paredes con cristales, pantallas de televisión donde pasan películas porno, una barra forrada con falsa piel roja en forma de L donde atiende un camarero con cara de rufián, luces brillantes apagadas por el humo que no se saben de donde sale y música latina a toda voz. Los proxenetas a los que en el argot llaman boquerones son los únicos acodados en la barra, allá una veterana encargada de enseñar a las nuevas discípulas como deben abordar a los clientes, como hacerles creer que se sienten atraídos por ellos y que el intercambio de dinero es solo un trámite, porque tú, putero, prefieres creer que la vas a conquistar con toscos modales de machuirulo de polígono. Ellas, asustadas las nuevas, hastiadas las que llevan meses correteando el país de club en club esperando pagar su deuda, se te acercan con más asco que ganas. Ellas

que han llegado a España engañadas por un familiar que le aseguró un trabajo decente cuidando ancianos, tal vez tus propios abuelos, putero.

Otras engañas por el método del loverboy, aquel inmigrante que cada año regresa a su país exhibiendo ropa cara, derramando dinero entre los familiares, bebiendo alcohol en los lugares más caros de la capital y que le prometió llevarla con él a Europa donde se casarían y serían felices en mitad de la opulencia. Al poner el pie en la tierra prometida, descubren la verdad y la supuesta deuda que ahora deben pagar, a base de violencia le quitan el pasaporte, la encierran y la humillan hasta someterla por completo, hasta que queda bien sumisa como a ti te gusta, putero. Cuando tú la eliges, te llevan al cuarto que comparte con varias de sus compañeras. Nada más entrar verás cómo se quitan los tacones que le matan los pies y se calzará unas cómodas babuchas, te llevará al pequeño baño donde guarda sus cremas y perfumes. Luego, sobre una triste cama de 90 cm, derramarás tus ansias sobre ella, creyéndote un gran amante. No verás el rincón donde guarda su ropa, ni la foto de sus hijos felices en la puerta de un colegio en cualquier esquina de África, tampoco las lágrimas que derrama por dentro cada vez que la envistes, ni las duchas que se dará por borrar tu olor… Se llaman Fatou, Theresé, Anulika y Analís… pero tú, putero, nunca conocerás sus nombres ni su historia. A ellas dedico este artículo. 


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